Según la académica, aumentar la selectividad en el otorgamiento de carreras fue una decisión sumamente necesaria. Autor: Roberto Morejón Guerra Publicado: 21/09/2017 | 05:13 pm
Quien tuvo la oportunidad de visitar días atrás la Universidad de La Habana —sobre todo si alguna vez transitó por sus aulas— seguramente no pudo evitar sentir una extraña mezcla de celos y nostalgia.
Allí, frente a cada una de sus facultades, decenas de jóvenes se disponían a matricular para el presente curso escolar, con un entusiasmo tan contagioso que provocaba deseos de camuflarse entre ellos, inscribirse en cualquiera de las carreras, y regresar, como antes, a la casa, atiborrados de libros y libretas.
Sus rostros excitados, expectantes, dejaban entrever el regocijo de comenzar un nuevo camino que, si bien estará plagado de despegues y aterrizajes forzosos, será, sin dudas, uno de los más placenteros de recorrer.
Segura de ello está Yanet Cordero García, graduada del Instituto Preuniversitario Rafael Ferro Macía, de Pinar del Río, quien matriculó en la carrera de Filosofía.
«Mi sueño siempre había sido estudiar en la Universidad de La Habana y específicamente en esta carrera», comentó sonriente, mientras aguardaba por su turno para la inscripción.
«Aquí aspiro a encontrarlo todo: la felicidad, la sabiduría, el amor, y a mí misma, satisfecha de lo que soy y de lo que decidí hacer. No me gustaría decepcionarme, que el sueño por el que luché se vaya a ir a pique», agregó.
Para ella, como para casi todos los jóvenes que optaron por ingresar al nivel superior, materializar su deseo no ha sido cosa fácil.
«Tuve que prepararme mucho para las pruebas de ingreso porque no me gustan las matemáticas ni un poquito. En esos meses, incluso, implanté una casa de estudio en mi propia vivienda, de 15 estudiantes o más, y no me perdí los repasos de los profesores en la escuela», explicó.
No obstante, si bien para Yanet fue acertada la decisión de incrementar el rigor de los exámenes de ingreso en los dos últimos cursos, no lo fue el hecho de hacerlo de una manera tan vertiginosa.
«El estudiante no estaba preparado para esos cambios tan repentinos, venía con otra mentalidad. Creo que las transformaciones debieron haberse hecho de una manera más lenta», subrayó.
En esta nueva etapa —dijo— está consciente de que le aguardan retos aún mayores. «Antes teníamos a mamá, papá y hasta profesores sobreprotegiéndonos, a veces maleducándonos en el estudio. Ahora los tropiezos dependerán de uno mismo y del sentido de responsabilidad que se tenga».
Con ella coincide Loida Coto Oruña, graduada del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Vladimir Ilich Lenin, quien eligió estudiar la carrera de Química.
«Sé que de ahora en adelante voy a tener que sacrificar mucho. Por lo menos al principio me pienso privar de muchas cosas, como salir a pasear con mis amigas. Pienso esforzarme bastante para no tener que lamentarlo después. Veo estudiantes asistiendo a mundiales y eso me aterra».
Asimismo, en la Facultad de Derecho, Alejandra Báez Caraballo espera encontrar profesores bien preparados, que sean justos y que impartan buenas clases, no le gustaría toparse con personas frívolas y superficiales.
Según señaló, entre los mayores sacrificios que tendrá que hacer para estudiar su carrera estará el viajar diariamente desde su casa, en Playa Baracoa, hasta la Colina universitaria.
En el momento de ser entrevistado, Arnaldo Trujillo Falcón, quien optó por estudiar Cibernética, confesó sentirse muy ansioso por comenzar de una vez el curso.
«Desde la secundaria descubrí mi pasión por esta carrera, y luego las potencié mucho más. Por eso quiero empezar las clases, para ver cómo me desarrollo».
Sin embargo —reconoció— ello significará cambiar sus prioridades, reducir el tiempo libre y abstenerse de otros placeres.
Educación superior más eficiente
Para la Doctora María Sánchez Colina, decana de la Facultad de Física, el curso 2011-2012 será muy revelador. «Este año se incorporan a las clases los varones que tuvieron que hacer las pruebas de ingreso el año pasado, cuando comenzaron a hacerse los cambios para el acceso a la Universidad.
«En este curso se podrá notar con mayor claridad el incremento de la eficiencia en la Educación Superior, que es precisamente la razón por la que los exámenes de ingreso aumentaron su rigor. El año pasado aún no era tan visible porque matricularon solamente las hembras y la muestra no era homogénea», explicó.
Según la académica, aumentar la selectividad en el otorgamiento de carreras fue una decisión sumamente necesaria. La apertura masiva a la Universidad —puntualizó— implicaba un gasto indiscriminado de tiempo y recursos, sobre todo en una carrera tan cara y compleja como la Física, que requiere de laboratorios, reactivos, instrumentos…
De manera similar, el Doctor José Antonio Baujín, decano de la Facultad de Artes y Letras, piensa que los exámenes de ingreso han servido como alerta a la población estudiantil ante la necesidad de prepararse más, de estar mejor formados.
A juicio del especialista, existen contenidos a nivel de preuniversitario de los que hay que apropiarse necesariamente, como formación general, que permiten integrar conocimientos y tener referentes.
«El estudio de la lengua no implica exclusivamente a estudiantes que se inclinan por las Humanidades, como mismo la Matemática no puede ser un conocimiento privativo de la comunidad científica», resaltó.
«La lengua es la herramienta fundamental de trabajo que tienen los seres humanos, y en la medida en que se tiene mayor riqueza léxica, se manejan mejor las sutilezas del pensamiento.
«La Matemática es otro lenguaje, de lógica, diferente al del idioma. En las Ciencias Sociales hay una serie de procedimientos y de técnicas de investigación que implican necesariamente los cálculos», enfatizó.
Sin embargo —aclaró Baujín— los exámenes de ingreso no ofrecen la garantía de un tránsito exitoso por la Universidad. Simplemente se trata de la medición de un conocimiento básico.
«El nivel superior supone un cambio demasiado brusco entre la enseñanza precedente y una nueva condición de estudio. El alumno debe adecuarse a ese cambio y crear una serie de habilidades de preparación que le serán fundamentales para su éxito», concluyó.
Universidad adelantada
La Universidad llegó temprano para los 120 jóvenes del occidente del país que decidieron cursar el duodécimo grado en las aulas de esta casa de altos estudios, como parte del programa creado hace dos cursos para potenciar las carreras de Ciencias Exactas y Naturales.
Ellos, como el resto de los alumnos de nivel superior que asistirán a clases custodiados por el Alma Máter, iniciaron el curso 2011-2012 con grandes expectativas.
«Estudiar el 12 grado en la Universidad fue uno de mis deseos desde el primer instante en que supe sobre este programa», comentó Daniel Pumariega Sánchez, proveniente del preuniversitario José Martí, de La Habana Vieja.
«Aunque soy principiante con respecto a los universitarios, podré familiarizarme con el ambiente de la Colina para cuando me toque ingresar a la carrera. También este programa me da la ventaja de profundizar más mis conocimientos sobre Matemática, que es la que me gustaría ejercer algún día», agregó.
Otro de los alumnos favorecidos con la iniciativa, René Fernández Leal, del instituto preuniversitario vocacional Hermanos Martínez Tamayo, del MININT, confesó sentirse emocionado y nervioso a la vez.
«Va a ser una nueva experiencia y pienso llegar al final. Aunque estoy consciente de que para ello voy a tener que estudiar mucho más duro de lo acostumbrado», subrayó.
Según explicó Bárbara Oviedo, miembro de la dirección docente-metodológica de la Universidad de La Habana (UH) y responsable del programa, estos alumnos reciben las mismas asignaturas del preuniversitario haciendo énfasis en Matemática, Física, Química y Ciencias Biológicas, de acuerdo con sus preferencias.
«Ello permite aprovechar las potencialidades de estos estudiantes y la experiencia de los profesores de la UH, para que se apropien mejor de los conocimientos. De esta manera, el cambio de una enseñanza a otra no es tan desgarrante y el tránsito por la carrera es mucho más fácil», explicó la académica.
De acuerdo con Oviedo, este es el tercer curso en el que se aplica el programa. En los dos anteriores —refirió— los resultados en las pruebas de ingreso han sido los mejores de todo el país.
Las ciencias nucleares también
Muy cerca de la Colina, justo en la Quinta de los Molinos, se erige otro de los destinos elegidos por los jóvenes de la capital para hacerse universitarios.
Se trata del Instituto Superior de Tecnologías y Ciencias Aplicadas, que abrió sus puertas a otro curso en las especialidades de Física Nuclear, Ingeniería en Tecnologías Nucleares y Energéticas, Radioquímica y Meteorología.
En el curso que recién comienza Irene Grueiro Cruz, metodóloga y profesora de esta institución docente, espera encontrar mucha mayor preparación en los nuevos estudiantes y, con ello, una mayor eficiencia en las clases.
«Ello será posible gracias al incremento del rigor en las pruebas de ingreso, que ha permitido reforzar nuestros criterios y nuestra estrategia de acceso.
«Y es que las habilidades de cualquier estudiante que ingresa en la Educación Superior deben ser básicas, desde el dominio del cálculo, hasta la redacción, comprensión, el dominio de la lengua materna».
Sin embargo, Beatriz Pérez Abesada, profesora y secretaria general del instituto, reconoció que este tipo de carreras aún precisa de más jóvenes que quieran estudiarlas.
«Las personas siguen pensando que en Cuba no hay un desarrollo nuclear suficiente como para estudiarlas. La Universidad tiene que darse a la tarea de hacer un trabajo de formación vocacional, sobre todo en un contexto como el actual, en el que Cuba necesita tanto de estos profesionales».