«Washington ejecutó el Golpe y ahora pretende lavarse las manos y decir que todo pasó. En cualquier caso, me parece que la reunión de la OEA fue muy irrelevante. Creo que es una buena señal de que ha perdido su influencia y su importancia», argumentó. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 04:58 pm
De paso por La Habana, Eva Golinger, investigadora estadounidense-venezolana experta en revelar los modos en que realiza su trabajo sucio el imperio, repasa —en un nuevo encuentro— los más recientes acontecimientos de nuestro hemisferio.
Con un café fuerte de por medio, lo primero que salta sobre la mesa no es, sin embargo, alguna complicada saga de desclasificados como la que le permitió denunciar hace unos años todo el dinero que la llamada Agencia para el Desarrollo de EE.UU. (USAID) destinaba hasta entonces a subvertir la Revolución Bolivariana (El Código Chávez). Lo que está en nuestra atención son las noticias.
Una de ellas es que se está preparando la edición en Cuba de esa suerte de prontuario utilísimo que se llama La telaraña imperial, donde ella y Romain Migus develan los significados de tantas entidades del poder mundial dedicadas a mantener su hegemonía. La otra nueva es que también se alista La agresión permanente, escrita a cuatro manos con el igualmente investigador y periodista canadiense Jean-Guy Allard; mientras —cuenta— prepara con el cubano Percy Alvarado un proyecto de libro acerca del FBI que, entre otras cosas, develará cómo, a través de las embajadas de EE.UU., el Buró Federal de Investigaciones interfiere en los asuntos de países como la propia Venezuela y Bolivia…
Esa última nación, precisamente, ocupa parte del diálogo tras las recientes denuncias de organizaciones sociales bolivianas acerca de la labor subversiva de la USAID.
«En Bolivia existen montones de evidencias que permiten comprobar su labor de intervención política para desestabilizar al gobierno de Evo Morales».
Antes, había obviamente igual injerencia, porque «la USAID era un brazo de la embajada de EE.UU. y ellos manejaban el país», explica, al recordar el acuerdo firmado hace unos 40 años, que permitía a la nación andina recibir su aporte en áreas como infraestructura y asuntos sociales.
«Pero a partir de 1995 la agencia comenzó a orientar más su trabajo al apoyo de los partidos políticos que favorecían los intereses de Washington. Con la llegada de Morales, ese dinero ha sido más para desestabilizar a su gobierno y financiar otras actividades prohibidas, criminales, como el terrorismo».
Eva alerta que está en ciernes un nuevo acuerdo. «Bolivia ha dicho cómo tiene que ser esa relación. No pueden estar espiando ni saboteando».
El repaso a los más recientes acontecimientos nos lleva también a la última reunión de la Asamblea General de la OEA, cuyo acuerdo de crear una comisión que estudie y decida si se reinstala en la organización a la Honduras heredera del Golpe, ella considera «una movida impulsada por EE.UU. La cuestión ahora es quién va a estar en esa comisión, y cuál es el criterio.
«Desde nuestra perspectiva, Washington ejecutó el Golpe y ahora pretende lavarse las manos y decir que todo pasó. En cualquier caso, me parece que la reunión de la OEA fue muy irrelevante. Creo que es una buena señal de que ha perdido su influencia y su importancia».
Recuerda que «ya vamos, el año que viene, hacia la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños: esa va a ser la verdadera organización de los países de la región». La cita para su formal constitución será el 5 de julio de 2011 en Caracas, Venezuela, de donde Golinger comenta también noticias frescas como la salida a la luz del diario El Correo del Orinoco, «el primer periódico de la Revolución Bolivariana», y de cuya edición en inglés es editora.
Es un asunto que nos lleva, ineludiblemente, al combate que se da en el área mediática, de cara a las campañas que intentan silenciar y aislar a esa nación. «Hacía falta, es un buen periódico, y crea una suerte de balance».
De Venezuela también resulta tema obligado lo relativo a las elecciones legislativas de septiembre, de las cuales afirma que «hay gente de la oposición que va a ganar escaños». Pero también valora el peso que tendrá a su favor el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), no solo por todo el trabajo que está haciendo y lo fortalece, sino por la incapacidad de la oposición de unirse.
«Ninguno de sus partidos ha presentado una plataforma coherente durante todos estos años: no les interesa, ni tampoco un programa social de desarrollo. No obstante, tampoco podemos desestimar su capacidad de desestabilización; porque tienen el respaldo de Washington, de todas sus agencias, y de las fundaciones europeas de la extrema derecha, que los están apoyando y poseen recursos multimillonarios. Así que va a haber más campañas mediáticas distorsionando…».