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El próximo 7 de mayo se cumplirán cien años del primer vuelo en Cuba

En aquel vuelo, ocurrido en el ya demolido hipódromo del reparto habanero de Almendares, participó el piloto francés André Bellot. El avión fue del tipo Voisin y solo tenía un motor de 20 caballos de fuerza

Autor:

Luis Hernández Serrano

A principios de la década de los 60, Bruno —personaje de la novela Sobre héroes y limbos, del escritor argentino Ernesto Sábato— dijo: «Nunca suceden cosas». Se equivocó. Los hechos, sobre todo los más sentimentales, están predestinados y, a veces, se convierten en grandes noticias.

Así ocurrió con el primer vuelo realizado en Cuba, el 7 de mayo de 1910, que pronto cumplirá un siglo. Lo contó hace unos días a Juventud Rebelde el piloto-historiador Rolando Alberto Marrón Duque de Estrada, uno de los fundadores de la Fuerza Aérea Rebelde en el II Frente Oriental Frank País, creada por el entonces Comandante Raúl Castro Ruz, jefe de aquel frente, el 12 de abril de 1958.

«En aquel vuelo participó el piloto francés André Bellot. El avión fue del tipo Voisin, de un solo motor de 20 caballos de fuerza. En Cuba había otro comprado por tres políticos para un piloto también francés que residía en La Habana y era representante de una firma de automóviles. Se llamaba Enmanuel Hellen.

«Al inicio de 1910 este piloto no vuela por no tener avión. Lo comentó ante los tres abogados Ricardo Dolz Arango (senador que llegó a ser presidente del Senado en Cuba); Manuel María Coronado Alvarado, ex coronel del Ejército Libertador, dueño del periódico La Discusión, y de Mario Díaz Irizar».

Esas tres personalidades encargaron en Francia el mejor avión que pudieron y mandaron el dinero. Era un Blériot XI y se armó y exhibió en la Plaza de la Catedral, que por radicar allí precisamente el mencionado periódico, le llamaban también «Plaza de La Discusión». Pero no llegó a despegar, se despistó. No tenía frenos y era difícil alinearlo, es decir, que fuera en línea recta. Se alineaba con el pedal y el timón de cola o vertical.

«Aquel hipódromo del reparto Almendares —apunta Marrón— lo echaron abajo en 1913. Allí se protagonizó el primer vuelo en Cuba hace justamente un siglo; por eso puede afirmarse que el pionero de nuestros aviones despegó de una pista para caballos».

Aquel primer Voisin nuestro, pilotado por el francés André Bellot, fue del tipo biplano, monoplaza y monomotor. Estaba hecho ¡de cañabrava!, con algunos elementos de hierro para soportar el motor, y forrado con un lienzo fuerte. Tenía el timón-elevador en la parte delantera y el de dirección en la parte trasera, cuando no existían todavía los «alerones» o timón lateral.

Aquel avión se reparó completamente, pues tenía piezas de repuesto y otras que se fabricaron en La Habana. Lo único original que quedó de él fueron el tren de aterrizaje y el motor, de fabricación francesa, marca Buchet. Entonces, los motores al volar durante media hora se recalentaban demasiado, porque no poseían las mejores aleaciones metálicas.

«El piloto se fue de Cuba y el avión se reparó en el hipódromo».

Este vuelo en nuestro país no fue el primero de Latinoamérica. Cuba fue el tercer país de América Latina en ver volar un avión. El primero tuvo lugar en México, en la hacienda Valbuena, también un Voisin francés. Y el segundo fue en Argentina. Los tres vuelos ocurrieron en 1910, el mexicano en enero; el argentino, sin fecha precisada —con dos pilotos, un francés y un italiano—, y el cubano el 7 de mayo.

Nuestro primer vuelo fue en realidad de prueba, para después efectuar las exhibiciones. A ese debut de nuestra aviación asistieron entre 50 y 60 personas solamente: políticos, banqueros y algunos periodistas y veteranos de la Guerra de Independencia.

Según Marrón, el piloto francés vino contratado y trajo al también aviador Grass Belledín, que era, además, mecánico.

Curiosidades

Nuestro entrevistado, acucioso coleccionista de recuerdos y datos sobre la aviación, es uno de los cubanos que más interés le ha dedicado a la investigación en este campo durante 33 años y ha acopiado información útil e interesante al respecto, volcada en artículos y en numerosas conferencias.

«He estado vinculado a la aviación durante 56 años. Me jubilé a los 60, la edad tope para los pilotos, pero acumulé poco más de 16 000 horas de vuelo», nos comenta.

Marrón —como todos le dicen— guarda curiosidades en torno a los aviones y asegura que en su época era mucho más fácil hacerse piloto.

«Aprendí aquí en La Habana, con profesores cubanos, en un aeropuerto en El Chico, en las inmediaciones del Wajay, hace tiempo desactivado. Mi «soleo» (primer vuelo que uno da solo) fue en junio de 1954, en un avión Piper J-3, de fabricación norteamericana. Me hice piloto porque así lo quise desde muchacho y esa ha sido la gran obsesión de mi vida».

El piloto Rubén Martínes Villena

André Bellot regresó a nuestra patria en 1924, ya siendo un piloto más experto. Como militar de Francia combatió en la I Guerra Mundial. Vino acompañando al célebre Charles Nunguesser, uno de los ases de la aviación francesa, y con otro piloto, el suizo Maurice Weiss.

«Los tres vinieron a Cuba a hacer exhibiciones aéreas. Desde 1919 ya existía oficialmente el campo de aviación de Columbia, en Marianao. Ellos hicieron exhibiciones durante una semana con aviones franceses del tipo Nieuport, porque cada uno tenía el suyo.

«Es interesante. La prensa habló poco al respecto. Alfredo Zayas Alfonso era el presidente de Cuba. Aunque no hubo asesinatos en ese gobierno, Zayas era repudiado por el Movimiento de Veteranos y Patriotas.

«Rubén Martínez Villena dirigió el ala juvenil de ese movimiento. Se desconoce que se hizo piloto en Estados Unidos y que él y otros compañeros compraron aviones y realizaron vuelos de práctica en un lugar llamado Ocala, en la Florida, por lo que cayeron presos.

«Villena y sus compañeros se entrenaron para bombardear a Columbia. Y se desconoce también que los tres pilotos franceses fueron contratados por Zayas para responder a esos bombardeos si por fin se realizaban».

Primer piloto cubano y un récord

Marrón ha promovido la celebración del centenario de nuestro primer vuelo, efectuado el 7 de mayo de 1910 en el actual territorio de Playa, en Ciudad de La Habana.

Tiene el plano del escenario del suceso, aquel hipódromo del reparto Almendares. Su entrada estaba en la avenida 27 y calle 48, en el reparto Almendares. Allí el día exacto de la conmemoración se colocará una placa que perpetuará el recuerdo del hecho, que realmente marca el siglo de la aviación en Cuba, lo que se acompañará de varias actividades y conversatorios en el Museo Marcha del Pueblo Combatiente, que dirige Víctor Hugo Parés Lores.

A propósito, el historiador nos aporta otros datos de mucho interés. «El primer piloto cubano fue Agustín Parlá Orduña. Por no tener avión no realizó el vuelo en nuestra tierra.

«El primer cubano que vuela en Cuba públicamente, desde Columbia, fue Domingo Rosillo del Toro, quien se hizo aviador en Francia y allí adquirió un avión Morane. Sobrevoló con este aparato el aeródromo de Columbia y también la ciudad de La Habana, el 16 de marzo de 1913, en el mencionado aeroplano francés.

Aclara Marrón que días después, el 11 de abril de aquel mismo año de 1913, también Rosillo realiza un vuelo de altura, sube a 2 300 metros y rompe el récord del piloto francés Roland Garrós, que el 23 de marzo de 1911 había subido a 2 073 metros en Cuba.

«Ese récord de Rosillo fue hecho trizas por un piloto cubano veterano de la I Guerra Mundial, Santiago García Campuzano, que el 10 de marzo de 1921 logró subir hasta 4 250 metros con el avión francés Caudrón.

«Por su récord de altura, a Rosillo se le considera el Padre de la Aviación Cubana y hasta los norteamericanos lo proclamaron Padre de la Aviación Latinoamericana, pues fue el primer americano en sobrevolar de Cayo Hueso a La Habana, la porción del Atlántico conocida por Estrecho de la Florida, uniendo de ese modo a dos naciones, el 17 de mayo de 1913».

Pero, bueno, lo que celebramos es el primer vuelo de un avión de cañabrava, que no sobrepasó los 30 metros de altura y que cayó al suelo —según cálculos de Marrón— en el Monte Barreto, en la actual intersección de avenida 9na. y calle 70, a los dos minutos y 29 segundos de su despegue, con solo algunos rasguños sin importancia de su piloto, aunque entonces fue una verdadera proeza.

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