Los hombres y las mujeres jóvenes de Cuba están dispuestos a defender las conquistas de la Revolución. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 04:52 pm
El Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas está, como se dice, a las puertas. Desde que se presentó la convocatoria para el evento, que tendrá su momento culminante los días 3 y 4 de abril de 2010, han transcurrido pocas semanas, signadas por la realización de Asambleas Abiertas, donde los jóvenes de cada centro de trabajo y de estudio del país, han realizado su radiografía interna.
Juventud Rebelde no quiso quedar al margen de un proceso que entra poco a poco en nuevas etapas de su realización y salió a las calles para sondear a casi cien jóvenes de todo el país, sobre la reciente convocatoria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas para celebrar su IX Congreso.
Más allá de que uno u otro «despistado», fuera militante o no, desconociera diversos detalles del cónclave, lo cual se explica en parte por el poco tiempo pasado desde su convocatoria hasta la actualidad, la totalidad de los entrevistados sí coinciden en un punto: el evento tiene que significar un espacio de reflexión ineludible sobre el futuro del país y de cómo deben y pueden contribuir a este las nuevas generaciones.
Tiempos nuevos sin métodos viejos
¿Qué esperan los jóvenes cubanos del próximo Congreso de la UJC? Con esa pregunta a flor de labios salieron a las calles los corresponsales y el Equipo de investigaciones de JR en provincias como Pinar del Río, Ciudad de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas, Granma, Guantánamo, Santiago de Cuba y el municipio especial de Isla de la Juventud.
Cada uno de los entrevistados, a su modo, dibujó un abanico de inquietudes diversas, que tocan aspectos medulares que seguro formarán parte de los debates desde la base y de los propios del cónclave a inicio de abril.
La recreación, el estudio, las nuevas tecnologías, el salario y la estimulación de los jóvenes trabajadores, la vida interna de la organización, la ejemplaridad de los militantes, el relevo generacional y hasta temas como la educación formal, los problemas de vivienda, la familia y las enfermedades de transmisión sexual, inquietan a quienes están entre los que ya peinan canas y los que apenas comienzan la adolescencia.
Y es que la juventud, al menos en Cuba, es un grupo social diverso, que abarca a adolescentes y se extiende hasta bien entrados los treinta, aunque todavía persista en muchos la concepción de que joven puede ser…
Sin embargo, sus inquietudes y problemáticas son bastante comunes, como lo evidencia la joven periodista Maylí Estévez Pérez, reportera del semanario villaclareño Vanguardia y militante de la UJC, para quien los jóvenes cubanos de esta generación tienen ante todo el altísimo desafío de formar y promover el liderazgo de la continuidad histórica de la Revolución.
«Ahora, eso no puede ser discurso ni consigna solo para la asamblea, pues ya eso lo sabe “todo el mundo”. Lo que hace falta hoy es llevar esa imperiosa necesidad de la Revolución a hechos concretos, haciendo que los líderes de la Organización ocupen por su compromiso un lugar preponderante en la vida de los demás jóvenes».
Por eso, el futuro doctor en Medicina Yuniesky García Sánchez, de 24 años, piensa que «en el Congreso hemos de proyectarnos en función de abrirle espacios a la juventud en los que se sienta protagonista y responsable, y se pruebe como lo hicieron los de otras generaciones en el Moncada o en la Sierra».
Mientras que la ingeniera en Informática Maydelín Machado, de 23 años, considera que el crecimiento de la Organización no puede analizarse únicamente a partir de estadísticas. «A veces, por crecer, se les abren las puertas a esos otros, que aunque también son buenos, no forman la vanguardia. Hay jóvenes que solo ven al comité de base como una carga más, por el funcionamiento a veces monótono que le imprimen sus integrantes, a los que también a veces les falta carisma y suficiente poder de convocatoria».
Los que así piensan, no lo hacen desde un consignismo vacío, sino desde la convicción, como el matancero Pedro Arturo Rizo Martínez, militante de la UJC en la universidad Camilo Cienfuegos, quien cree que «el Congreso viene a ser el punto culminante para trazarse las tareas que la juventud tiene que protagonizar en el futuro cercano para continuar construyendo una Revolución cada día mejor».
Los encuestados, además, son de los que estiman que es su generación la que más le puede aportar a la Cuba actual, para consolidar las conquistas y contribuir al mejoramiento social y humano de la sociedad. Así piensa, por ejemplo, Jorge Suárez, del comité de base de la Empresa de Arquitectura e Ingeniería de Matanzas (EMPAI), quien afirma que la mayoría de los jóvenes en su centro trabajan directamente en proyectos de ingeniería y arquitectura, ya que la empresa atiende muchos proyectos generadores de divisas, como los hoteles de Varadero.
Algo similar considera Yaquelín Alfonso, técnica en contabilidad, quien afirma que los comités de base deben ser más activos.
No faltaron, por supuesto, los entrevistados que confesaron que los tomó desprevenidos la pregunta de este diario. Así le sucedió a Liset Castillo, técnica de gestión económica, de 21 años, quien reconoció no estar «tan informada» sobre el Congreso, al extremo de desconocer la fecha de su realización. «No sé qué influencia pueda tener en mí, pero espero que lo que se va a discutir nos llegue a todos los jóvenes».
Karel Tamayo, militante de 23 años y Licenciado en Ciencias Farmacéuticas, espera «un Congreso concreto, sin rodeos, en el que los planteamientos estén ajustados a la realidad, más identificados con la manera de pensar de la juventud actual, que no se parece a la de hace 20 años».
Nirza García, de 19 primaveras, estudiante de segundo año de Medicina y militante de la UJC, piensa, además, que debe ser un espacio de reafirmación. «Es hora de que nos propongamos no tener en las filas a personas sin compromiso político. Algunos comités de base se siguen reuniendo por formalidad y discutiendo los temas sin calidad; y esas cosas deben cambiar. El Congreso puede ayudar en ese cambio».
Divertidos y profundos
No solo de pensamiento es la juventud, y aunque la recreación debe ser un espacio para el disfrute sano, este no está reñido con la buena música, una excelente película, leer un libro recién editado, admirar un cuadro en una galería, asistir a una obra de teatro o participar en un encuentro deportivo, como dice Yurienny Pascual, trabajadora social tunera.
Sobre ese tópico, la dependienta Dianeysi Marrero Díaz, de Camagüey, no perdió de vista una idea que puso el dedo en la llaga del debate: «Yo aporto a mi país como cualquier militante, pero en mis 30 años no se me ha tenido en cuenta desde el C/B de los centros en los que he estado ni para una entrada a un teatro. No importa lo mucho que haya trabajado durante el mes o el año».
Desde el otro extremo de la Isla, en Pinar del Río, específicamente en un lugar casi perdido en la geografía como Minas de Matahambre, Víctor Manuel Blanco González, quien estudia primer año de Periodismo en la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca, aseguraba que en la recreación, tan vinculada con una vida sana y armónica hay mucho por hacer.
«El cine Saidén está cerrado y solo funciona el Milanés, que no siempre tiene propuestas atractivas. Si en la capital provincial los espacios recreativos son pocos, qué diremos de Minas de Matahambre».
En la misma cuerda, Annarella Hernández Valdés, secretaria de la UJC de la fábrica de galletas del kilómetro 1½, carretera a Luis Lazo, Pinar del Río, expresaba su criterio de que la juventud trabajadora quisiera ver que su salario puede respaldar su recreación. «De eso debe hablarse en el Congreso», dice.
Roberto Lara, de 24 años y custodio de la emisora de radio de la Isla de la Juventud, quien no es militante de la UJC, reflexiona sobre las pocas opciones para que los jóvenes se diviertan con sus familias.
«Creo que la Juventud (la Organización), debería contribuir a que se creen otras ofertas para que los jóvenes asistan y disfruten».
E incluso en la capital, Henry Barrero Argudín, de 21 años y estudiante de Contabilidad, aboga porque en el Congreso de la UJC «se discutan las cosas que están pasando en estos momentos con la recreación de los jóvenes, lugares adonde ir, y el tipo de moneda para acceder a ellos».
Un semillero de inquietudes
Anthony Hidalgo, cooperativista de Las Tunas, considera que este debe ser un evento que analice el tema de la solidaridad. «No me refiero solo a la solidaridad que llevamos a cabo en el mundo con nuestros maestros, médicos, entrenadores y técnicos, sino también la que debemos practicar entre nosotros en la casa, el barrio, el trabajo, la calle, el comité de base…», dice.
E Irenia del Carmen Díaz Guillén, abogada, reclamaba que el Congreso no deje de examinar cómo va la lucha juvenil contra la corrupción y las ilegalidades. Y establecer que no es suficiente con consignar el tema en un plan de trabajo y discutirlo en la reunión con la militancia cada tres meses. Hay que atacar esas manifestaciones en el momento en que se produzcan».
De las jóvenes generaciones y su educación habló Yumilka Fuentes, educadora de círculo infantil, al asegurar que «el tema será seguramente uno de los más importantes que se discutirán en el Congreso».
Al joven Álvaro Vega Loyola, trabajador social del municipio especial de la Isla de la Juventud, con sus 24 años lo que más le preocupa es cómo se va a resolver la incorporación consciente a las labores agrícolas.
Y su coterráneo Yasnier León, estudiante de Veterinaria, espera que se hable sobre los jóvenes que no quieren estudiar y dejan la escuela, de los que no ayudan en la casa a su familia…
Al otro lado de la isla, en Guantánamo, el joven trabajador agrícola Enrique Oramas Téllez, se identifica con el evento, «porque si bien no milito en la UJC, soy un joven de 26 años de edad, formado profesionalmente como especialista en explotación del transporte agrícola, y me siento comprometido con la Revolución».
Así, muchos sintieron como suyo el Congreso, no ya como militantes, sino como integrantes de ese grupo que es el «joven cubano», y que ve en la UJC un vehículo a través del cual canalizar sus inquietudes.
El santiaguero David Izaguirre, estudiante de cuarto año de Comunicación Social en una sede universitaria municipal, quien trabaja como diseñador, siente que «la juventud está inexorablemente ligada a conceptos como vanguardia, transformación, pero conseguir que la UJC y su Congreso tengan un significado en la vida concreta de los jóvenes, más allá de los militantes, dependerá primero de identificar las dificultades que hoy existen y actuar para revertirlas.
«Se precisa —dice— de una UJC más creativa y activa en el impulso de las cosas que necesita el país, capaz de traducir a los códigos de estos tiempos el llamado a cambiar todo lo que debe ser cambiado».
Rosalía González Preval y su hermana Mirna, de 22 y 20 años de edad, respectivamente, militantes de la UJC y profesoras de computación en la escuela provincial de arte Regino Boti de Guantánamo, piensan que es una oportunidad para discutir la contradicción entre el nivel de instrucción de la generalidad de la juventud cubana y la pérdida de valores éticos y morales en una parte de ella.
«Puede ocurrir que usted hable con algún joven y este le haga una disertación espectacular de cualquier tema de las ciencias exactas o humanísticas, pero ese mismo joven ve a una anciana sola cruzando una vía, y no se inmuta, muchas veces por el falso concepto de que ese no es su “maletín”», argumenta Rosalía.
Y Alexander Petitón, joven militante, jefe del Departamento Económico de la UJC en la provincia de Cienfuegos, cree que se abre «una nueva etapa de trabajo de la Organización con los jóvenes insertados en un mundo de globalización, no solo en la política, sino también en la economía, con un escenario cada vez más complejo.
«Los jóvenes son los responsables de buscar nuevos métodos, vías, para dar respuesta a la situación económica que enfrenta el país».
Sobre el tema, Ana Esther López, trabajadora de una TRD en Cienfuegos, apuntaba que «este es un Congreso que anticipa al del Partido, y eso está bien, porque así se conocerá mejor por dónde se “mueven” las preocupaciones de la juventud cubana.
«Somos una juventud madura y revolucionaria, deseosa de apoyar el sistema social donde creció y evoluciona, pero esperanzada en que en el plano económico se encuentren las fórmulas para lograr un nivel de bienestar mayor. En encontrarlo, que sería una batalla más de las tantas libradas pero vital para el futuro del país, sepan que tendrán un aliado incondicional en nuestros jóvenes».
Orden interno, reflejo externo
En una de las remozadas y embellecidas vías de acceso a la ciudad del Guaso, sentado plácidamente en una parada de ómnibus, Pedro Crespo Navarro, de 24 años, espera a unos amigos en su día de descanso laboral y allí nos habló de sus inquietudes juveniles.
«Creo que debe aprovecharse el Congreso para ver de qué manera se resuelven problemas que afectan a la Organización. Yo, por ejemplo, cuando terminé el ejército salí muy orgulloso con mi carné de la UJC, pero después no he hecho vida de militante y nadie me ha llamado a contar».
Darilys Reyes, joven militante, periodista del semanario Cinco de Septiembre, de Cienfuegos, sostiene que «lo que más se espera de este Congreso, y así lo aguardo yo a modo personal, es una reestructuración, un rediseño de todo lo relacionado con algunos aspectos de la política a seguir por la Organización, enfoques, perspectivas y hasta protagonismo, modos de asumir la realidad».
Desde Santiago de Cuba, Yamilé González, asistente de programación y secretaria del comité de base de la emisora Radio Baraguá, espera que en el próximo Congreso se resuelvan por fin los problemas de la Organización relacionados con el fortalecimiento de la unidad entre los jóvenes.
Carlos Ernesto Rodríguez Etcheverry, sociólogo de 28 años, y residente en el Cerro, Ciudad de La Habana, espera que se estimule el debate sobre los problemas que existen dentro de la Organización que tienen que ver con el burocratismo.
Al respecto, el también habanero Roberto Fonseca Chamizo, informático, espera que se discuta cómo hacer más atractiva la organización de base, «pues todavía se sigue pensando que ser militante es ir a reuniones, coger “palos” y estar obligado a coger un cargo».
Algo similar decía, con otras palabras, la avileña Diana Rodríguez Villareal, graduada de Ingeniería Industrial, a quien le duele la inercia de la UJC en ciertos lugares, donde los comité de base para lo único que funcionan es para reunirse —cuando lo hacen— y recoger la cotización.
Más allá del carné
Traspasar los espacios donde se desarrollarán las comisiones y el plenario del evento nacional es una aspiración de muchos, y para ello la dirección nacional de la UJC ha previsto que desde las Asambleas Abiertas y los balances de los comité de base se discutan estas preocupaciones y que el proyecto de Informe al IX Congreso sea debatido en las asambleas municipales mientras en el nivel provincial se analice el proyecto de Informe a las diferentes comisiones provinciales que antecederán a la cita de abril.
Los jóvenes tienen igual aspiración. «Estamos viviendo un momento histórico muy diferente a las generaciones pasadas, mejorar en el trabajo de la Organización, pero desde el protagonismo del comité de base tiene que ser una de las cuestiones que más reflexiones genere en los delegados», afirmó Sulien del Risco, trabajadora de la consultoría jurídica de la localidad camagüeyana de Minas.
Cómo influir en las decisiones del mundo empresarial y de los servicios, los sistemas de pagos de los jóvenes cuando se es injusto o está mal aplicada la normativa salarial, el vestir de la juventud, incluso el uso adecuado del uniforme y hasta la manera en cómo nos expresamos también tuvieron su eco en las calles del Camagüey legendario.
Yahima Sabido Montes, militante y auditora de 21 años de edad, subrayó un asunto que espera tenga su repercusión en algunas de las comisiones del cónclave, «revisar cómo se insertan los recién graduados en el centro laboral no puede caer en saco roto».
La calidad de los servicios y cómo y qué aprenden en las escuelas los educandos son también temas que se desea formen parte de los debates, mientras que después de casi 11 meses de misión internacionalista en Venezuela, el optometrista nuevitero, Yoroslay de la Paz, prefirió pensar en un Congreso con delegados que cumplen misiones en tierras lejanas.
No faltó quien aspirara a un Congreso con muchos jóvenes campesinos en primera fila en la plenaria y en el que las comisiones se desarrollen a puertas abiertas en fábricas importantes del país, escuelas vanguardias y en el surco donde se decide la comida del pueblo.
Un Congreso que trascienda a la mujer, al pionero, al abuelo… fue otro de los criterios que tuvo mucho respaldo entre los entrevistados.
De hecho, el avileño Abraham González Vila, secretario general del Comité del Partido en la Empresa de Muebles, dijo que no se puede esperar a que venga nadie desde afuera para decirle a los militantes de la UJC lo que tienen que hacer.
Leydis Figueredo, traductora y militante del comité de base de la Editora Sierra Maestra, de Santiago de Cuba, subió el tablón de salto al considerar que el próximo Congreso de la UJC tiene el reto de hacerse creíble entre los jóvenes, incluyendo a los que integran las filas de la Organización, pero también a los que no.
Entre ellos, el cuentapropista Roger Hidalgo, llegó a calificar como un hecho extraordinario que alguien hablara de ellos en el Congreso.
Niuvis Roque, especialista del Comité Provincial de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en Cienfuegos, reflexionaba sobre el hecho de que «entre tantas cosas de significación, no debe olvidarse meditar en qué hacer para que aquellos jóvenes que no están incorporados al proyecto social, ni trabajan, ni tienen responsabilidades, y viven de forma ostentosa, se sientan estimulados a integrarse socialmente».
Y es que como decía su coterránea Denisse Jiménez, joven instructora de la UJC, «esperamos que cada inquietud de nuestros jóvenes encuentre un cauce en un Congreso largamente esperado… y en el cual se cifran muchas aspiraciones».