El área que comprende la Agricultura Suburbana en Camagüey es de 58 315.82 hectáreas, divididas en 1 291 fincas que constituyen la unidad fundamental en proceso productivo Autor: Yahily Hernández Porto Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
CAMAGÜEY.— Algo distante del camino, bien adentro en el campo, resalta el claro dejado en la maleza por un desbroce rudo de hierbazales, que poco a poco van cediendo ante las mochas y la candela que arrasan con los marabuzales.
El sitial, algo solitario, contrasta con una regia construcción que indica que una vez en esta zona, ubicada a diez kilómetros de la ciudad capital, muy cerca de la autopista que la circunvala, hubo una vaquería.
«¿Ves este árbol donde estamos cogiendo sombra? Es la muestra del marabú que dejamos para la historia. Iguales a este los tumbamos en toda la redonda», afirmó Onel Marrero, un joven de 24 años de edad quien junto a su cuñado, Milton Suárez García, ha decidido sacarle provecho a la tierra, en un lugar que parecía una empresa perdida.
«Ni el mismísimo diablo quería meterse aquí. Cuando llegamos ni la vaquería se veía. Abriendo camino y picando los troncos nos topamos con las casetas que ahora nos sirven de corrales de puercos, almacén y vivienda temporal», agregó Milton, mientras señalaba la única mata fértil que sobrevivió a la hecatombe marabucera, la guayaba cotorrera.
«Aún nadie se explica cómo la cotorrera quedó con vida y pariendo sus guayabitas. Desde que la descubrimos sentimos que andábamos por buen camino y no estábamos tan “locos” como muchos nos decían», revelaron los muchachos.
Y es que Onel y Milton, los cuñados «chiflados», en menos de seis meses han levantado una finca en el mismo cordón productivo camagüeyano que por estos días sorprende a no pocos lugareños y visitantes.
«La verdad que cuando caminas por los alrededores de la circunvalación ya no está ese marabú que te pisaba hasta la sombra. He visto arar la tierra y sembrar de to’ un poquito en varios lugares a la vez. Por como andan las cosas, parece que las fincas y lo del “cordón” van en serio», expresó Juana, una abuela que nació en estos parajes hace más de siete décadas.
No se equivocan ni Juana ni los cuñados, pues la expresión de que «parece que las fincas van en serio…», es el pan nuestro de cada día en la Tierra de los Tinajones.
Bien conocen los camagüeyanos que algo nuevo, en materia de producir alimento, se forma justamente a diez kilómetros alrededor de la circunvalación agramontina: la Agricultura Suburbana (ASU) o, como popularmente se le ha nombrado, Cordón Productivo de la Ciudad.
Por el momento Onel y Milton no solo tienen bien limpia y limitada su caballería de tierra, sino que sus primeras cosechas de calabaza y maíz ya son una realidad, además de estar en trámites con el Banco para recibir un crédito que les permitirá comprar animales y apostar por lo que una vez aquí se perdió: la producción de leche con ganado mayor.
Pasaje a lo desconocido
Y no exageran los entrevistados al afirmar a esta reportera, quien durante varias semanas anduvo «husmeando» en las fincas de la ASU, «que todo parece marchar con fuerza y vergüenza…» en el ya famoso «anillo» agrícola: en solo seis meses ya tienen tierras limpias para cosechar y diversificar los cultivos.
Un acercamiento a esa novedosa iniciativa en esta ciudad permite conocer que cerca de 80 fincas trabajan desde el 8 de abril pasado por declararse listas.
«Que en Camagüey se trabaje de manera simultánea y escalonada en más de 1 200 fincas y se propongan declarar listas 75 en lo que resta de año, da la idea de un movimiento responsable, que integra todos los elementos de esas fincas y busca la diversificación de los cultivos», declaró Adolfo Rodríguez Nodales, jefe del programa de la ASU en el país.
«Incrementar más de 800 hectáreas (ha) para la siembra de viandas en tierras que anteriormente eran ociosas, e implementar las técnicas y cultivos de secano —como el plátano burro (“fongo” en el Oriente del país), clones de boniatos resistentes al estrés hídrico y a las plagas, y la yuca—, son indicadores que dicen que el trabajo en este tipo de agricultura tiene que ser muy serio. Si falla un elemento en el proceso productivo, o en la comercialización e industrialización de los rubros agrícolas, se pone en riesgo el programa», enfatizó Rodríguez Nodales.
Relatar lo visto por JR en este perímetro es, sin exagerar, como un pasaje a lo desconocido, porque en un corto período de tiempo más de 70 finqueros con sus amigos, vecinos, familiares y trabajadores han cambiado el escenario de tupidos y robustos marabuzales, que «abrazaban» al legendario Camagüey, por uno nuevo. Tras ello hay sapiencia campesina, conocimiento científico, cautela, disciplina y mucha creatividad.
«La crítica situación de esta provincia en la producción de alimentos, sobre todo en viandas y granos, y el débil abastecimiento que existía de estos rubros hacia el municipio cabecera, propició el surgimiento del programa Agricultura Suburbana», fundamentó Adelfo Rodríguez Méndez, jefe de producción de la subdelegación de Ganadería en el Ministerio de la Agricultura en Camagüey.
Las cifras respaldan lo anterior: en el 2007 este territorio producía solamente el 14 por ciento de la comida que se consumía, pues el resto se traía de territorios distantes como Santa Cruz del Sur, Guáimaro, Vertientes, Sierra de Cubitas…
Y aunque los números han cambiado discretamente hacia un 20 por ciento, el desabastecimiento genera otras pérdidas, pues traer comida desde otras localidades resulta poco rentable por los grandes gastos de combustible, piezas de repuestos, fuerza de trabajo y salario que se «invierten» en la transportación de las producciones agrícolas.
Buscar una fórmula mágica que transforme esta realidad es como soñar despierto. «Había que buscar la forma de hacer llegar la comida al pueblo sin transporte automotor y ahorrando combustible en la preparación de tierra y en la cosecha y transportación de los rubros», subrayó Rodríguez Méndez.
Para materializar el programa de la ASU en esta zona centro-oriental, experiencia piloto en la nación, muchos han sido los escollos sorteados por la Agricultura y por los hombres y mujeres del sector agrícola y campesino.
El coloso agrícola de la suburbana
¿Quién no ha visto alguna vez la rueda dentada de los centrales azucareros? Gigantes y corpulentas son esas masas de hierro, pero un solo diente dañado provoca que el imprescindible engranaje que determina la marcha de la molienda comience a fallar y el ingenio detenga su funcionamiento.
No resulta desacertado comparar los cuerpos dentados de los colosos azucareros con el programa de la ASU en Camagüey.
Si en este programa uno de los «dientes» se afecta —los elementos de tracción animal, la yunta de bueyes, la electrificación, la instalación de los sistemas de riego, el pozo que garantizará el agua, la capacitación de quienes labran la tierra, las carretas para la transportación, la implementación urgente de centros de doma y de recepción de los rublos agrícola, la comercialización del producto y la industrialización…—, todo el andamiaje montado para su desarrollo y efectividad se viene al piso, enterrando recursos, sacrificio, tiempo y prestigio.
Entonces la solución a la falta de alimentos no puede verse como un programa en abstracto, pues implica mucho más que desmontar marabú y sembrar la tierra.
La comparación no cabalga sobre la subjetividad, sino que ratifica que quienes decidan implementar en sus territorios el programa de la ASU —hasta el momento 18 localidades en todo el país— deben hacerlo sobre la base de la diversificación, de la cultura del detalle y de una sustentabilidad basada en la tracción animal.
«Hay que cambiar de mentalidad, porque si seguimos pensando en camiones, tractores y combustible, no habrá programa agrícola suburbano que sobreviva y mucho menos que se desarrolle», insistió Nodales.
Por lo tanto se impone la creatividad, priorizar aquello que realmente lo requiera y tener en cuenta dónde, cómo, cuándo y qué cultivo sembrar.
Adaptar el proyecto a las características de cada región seleccionada para implementar la experiencia es tan importante como el mismo proyecto en sí. «Ningún territorio es igual, ningún suelo es igual, por lo que la agricultura, del tipo que sea, tampoco puede ser igual», ratificó el experto Rodríguez Nodales.
A las yuntas, por su narigón
A Gilberto Gil Serrano, campesino que hace solo cuatro meses recibió en usufructo su tierra, las malas hierbas de su terreno lo obligaron a innovar.
Cuenta el guajiro Gil que al llegar a su finca, ubicada en el «anillo» de la ciudad, sus manos de agricultor comenzaron a soldar.
«Uno tiene que tener mucha paciencia y creatividad. Con unos hierros de por aquí y otros de por allá comencé a crear mi cuchilla platanera, que me sirve para surcar, limpiar y cultivar», narró este productor de 57 años de edad.
Pero el ingenio de Gil no se limitó a su platanera surcadora, sino que a esta le acopló una pieza que le ha permitido ser multifuncional, «mi platanera puede adaptarse a los bueyes, a su dueño y a unas cuantas cuchillas más».
Y mientras la yunta no aparecía, Gil labró sus tierras gracias a la inventiva, al igual que otros productores.
Y es que para que exista una ASU sostenible, con un gasto mínimo de recursos en todo el proceso productivo, desde el surco hasta la comercialización e industrialización de los rubros, la yunta de bueyes, los carretones y las diferentes familias de implementos de tracción animal tienen que estar en manos de los finqueros.
«No se puede improvisar y para eso Camagüey ha creado varios centros de doma de animales, pero aún no se satisface todo lo que exige la Suburbana», valoró Emilio Gutiérrez Borges, director de la Empresa Pecuaria Triángulo 5, quien junto con sus trabajadores ha creado cuatro centros de este tipo.
Otra arista importante acerca de la importancia de tener bueyes domados en cada finca la abordó Luis Enrique Curro, director de la Empresa de Cultivos Varios Camagüey.
El directivo insistió en el reordenamiento de los mecanismos para la comercialización de los productos, porque si no esta compleja labor puede convertirse en el Talón de Aquiles en la ASU.
«Los bueyes potencian las fincas al no tener que utilizarse combustible en la preparación de la tierra, pero también estos animales están concebidos para agilizar la comercialización de los rubros agrícolas. Hay que adaptar el modelo de producción al principal propósito de la ASU, hacerle llegar al pueblo los productos de calidad, en tiempo y sin intermediarios», valoró Curro.
Urge, entonces, fortalecer la comercialización con la creación de puntos de recepción de mercancías cerca de los productores, para que estos acarreen sus cosechas hasta estos puntos y así aliviar los cuellos de botellas que se generan en superproducciones agrícolas. Además de instituirse con prioridad un engranaje entre cosecha, comercialización e industria, que funcione a la par de la producción.
La práctica indica que en todo el anillo no deben de ser menos de diez los centros a crear, a una distancia de las fincas no mayor a los cinco kilómetros. «Hoy se tienen identificados los lugares para esta labor, solo hay que agilizar la construcción de algunos centros, porque en otros casos se adecuarán locales para la comercialización», insistió Enrique Curro.
No puede existir Agricultura Suburbana sin un trabajo integral, que incluya características de los suelos, la implementación de sistemas de riego, la reactivación de talleres para la mecanización y la tan necesaria capacitación.
Giraldo Corales Toledo, especialista en Mecanización, al respecto declaró que la improvisación y la espontaneidad es mala consejera de los cultivos agrícolas, «por eso el grupo integral para atender diferenciadamente a la ASU dispuso realizar, desde el pasado 8 de abril, un levantamiento técnico en todas las fincas, que permitió conocer lo que necesita Camagüey para desarrollar a plena capacidad el programa».
No fue casual entonces que aquí se crearan los programas de fabricación y reparación de implementos de tracción animal, de domas de bueyes y el de la capacitación, «el cordón se sustenta, organiza y dirige sobre un programa que se extiende hasta el 2011, que tiene que responder al déficit de animales, de implementos y de carretones», dijo el especialista.
La realidad muestra que hay que potenciar desde ahora el cómo transportamos los rubros, porque las tierras del anillo agramontino ya están dando los primeros frutos.
Por eso es decisorio que cada finquero tenga sus propios medios de transportación, porque sin estos habría pérdidas no solo materiales, sino de prestigio en el novedoso programa y eso sería una derrota peor que la de los marabuzales.
«De todo como en botica»
Atinada nació la ASU en Camagüey y con pies de plomo anda caminando ya por sus fincas. Esta provincia después de medio año de práctica en el campo conoce muy bien que producir alimentos en la Suburbana es más que arar, sembrar y comercializar los rubros agrícolas.
La experiencia le ha valido para asumir la responsabilidad de especificar los lineamientos de los 30 subprogramas que la componen y así guiar el trabajo de los 18 territorios que recién inician la experiencia en el país.
Hablar de diversificación exige integrar conceptos, que en el campo se traduce como la multiplicidad de cultivos y de labores agrícolas por cada finca o entidad que componen la ASU, que en Camagüey ascienden a cerca de 20.
Conformarse por cumplir con el predeterminado objeto social, es aquí un concepto trunco y carente de objetividad.
No es casual, entonces, que para declarar una finca lista se analice hasta que uso tendrán las pequeñas porciones de tierra que una vez solo sirvieron para el jardín mustio de la vaquería,….
Hay de todo como en botica en la empresa agrícola agramontina, pues la diversificación de los cultivos es uno de los principios que respalda el desarrollo de una agricultura que rescata integración de las producciones y de las instituciones que intervienen en este programa realmente aglutinador.
Reforestar con árboles maderables y frutales las fincas, multiplicar los cultivos varios en las empresas ubicadas en el «anillo», sembrar de alevines los pequeños y grandes embalses de agua para la producción de peces, repoblar los patios con gallinas ponedoras de gran resistencia al medio, son solo algunas de las tareas más urgentes que ya se implementan aquí.
Y así lo señaló el doctor Adolfo Rodríguez Nodales, jefe de este programa en el país: «hay que recuperar las fincas y diversificarlas. Si es de Cultivos Varios que tenga sus animales y si es ganadera que tenga sus producciones de viandas, hortalizas y sus áreas reforestadas con árboles frutales y maderables».
De manera integral hay que ir incorporando cada vez más fincas y más tierras ociosas para ponerlas en explotación, «donde hubo solo un autoconsumo de viandas y frutales, ahora también se produce para la población, además del huevo y la gallina que es nuestro objeto social», consideró Jacinto Torres Armenteros, director de la Empresa Avícola de Camagüey, quien posee cinco unidades dentro de los límites del cordón de la ciudad.
Preguntas en el tintero
Cuidado entonces con la improvisación, el reto aquí adquiere una nueva dimensión, la capacitación. Sin el conocimiento para resistir estrés hídrico, plagas y enfermedades el esfuerzo de muchos quedaría sepultado en los surcos.
El acompañamiento a los productores con el apoyo de instituciones como Suelo y Sanidad Vegetal, «es una alerta constante y por eso nos hemos integrado», expresó el ingeniero Osvaldo Peláez, coordinador del sistema de extensión agraria del Ministerio de la Agricultura.
Comunicó el especialista cómo se han rescatado las ferias agropecuarias y los talleres en el terreno: «si renunciamos al intercambio con quienes producen la tierra, perecemos», dijo.
El programa de la Suburbana prende con fuerza desde hace unos meses. Su estructura y andamiaje funcional es muy joven, lo que impone ir adaptando cada elemento novedoso al desarrollo de las fincas.
Original pero trabajoso resultó ser la ASU en Camagüey, a la que aún le quedan muchas preguntas por responder durante su nacimiento, crecimiento y desarrollo.
Por el momento algunas interrogantes quedan en el tintero, porque ya les están quitando el sueño a no pocos productores.
¿Cómo se comercializará el resultado de esa gran diversificación que implica incremento de producción y multiplicidad de los rubros?
¿Está preparado el sistema industrial camagüeyano y del país para no dejar escapar un producto que pueda ser aprovechado durante todo el año?
La demanda de semillas con calidad aumenta por la diversidad de los cultivos, que ya es una realidad: ¿Tiene Camagüey toda la semilla que demandan los cultivos de la ASU? o ¿tendrá que dirigir más el trabajo hacia esta dirección? Las respuestas irán acompañadas de la vida.
El área que comprende la Agricultura Suburbana en Camagüey es de 58 315.82 hectáreas, divididas en 1 291 fincas que constituyen la unidad fundamental en el proceso productivo.
Es un gran reto tener todos los instrumentos de tracción animal; el déficit en este sentido es de más de 5 000 implementos, y unido a ello también hay que reparar unos 300. Ambas labores requieren de un mínimo de recursos difíciles de adquirir como el laminado, que escasea en la provincia.
La siembra de alevines en los espejos de agua marcha aceleradamente. La provincia tiene el reto de sembrar 430 hectáreas en espejo de agua, que demanda para esa superficie un millón 80 mil alevines, ¿habrá semillas para tanto reto? ¿Están creadas las condiciones para mantener lo sembrado?
Un total de 15 centros de doma deberán construirse en el municipio de Camagüey, para satisfacer la demanda creciente de la yunta de bueyes. Actualmente 374 animales se están domando en los cinco centros que la provincia ha implementado y en la doma individual que realiza el productor.