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Se reconstruye poblado costero de Santa Cruz del Sur

Manzanas para vivir

Autor:

Juventud Rebelde

En su nueva zona de desarrollo residencial, lejos del mar, se levantan viviendas temporales y definitivas para quienes perdieron su casas tras el paso del huracán Paloma

CAMAGÜEY, Santa Cruz del Sur.— «Hace varios años me levanté y tenía el agua del mar en los tobillos. En la casa flotaban las chancletas y en el patio las palanganas. Aquello fue un oleaje en picada debido a un temporal de invierno. Después me preocupaba lo cerca que estaba la casa de la playita, aunque tampoco me quitó el sueño, porque nunca pensé que un ciclón se lo llevara todo.

«Mi inexperiencia ante la catástrofe hizo que el tiempo pasara y siguiera construyendo mi vida, mi familia, mis sueños... bien cerquita del mar, al igual que todos en el pueblo.

«Ahora miro a mi hija de dos añitos y la veo jugar, correr y crecer lejos del mar en las casitas de solución temporal, como les llaman aquí. Esto me hace sentir tranquila y segura, porque el mar nunca llegará hasta la explanada, lugar donde ahora vivimos, y los vientos que destruyeron todo, hasta mis recuerdos, si vuelven tendrán que chocar con las casas de dos plantas que ya se construyen para todos los vecinos un poco más alante de este caserío.

«Desde este portalito se puede ver cómo van cogiendo forma los edificios; y ese es el alivio de todos los playeros que ahora están reconstruyendo lo que Paloma se llevó», dijo la joven Senisvel Suárez, quien reconoce que comenzar a vivir lejos del mar ha sido una decisión difícil, pero necesaria.

La familia de Senisvel no es la única que respira aliviada después del desastre en esta tierra de pescadores, porque más de cien familias ya conviven en la zona de desarrollo residencial que se edifica en la entrada de Santa Cruz del Sur.

Cogen su nivel

Un acercamiento de JR al nuevo reparto de facilidades temporales, donde la recién estrenada convivencia entre vecinos «coge su nivel», revela que la historia de cada hogar, mujer, hombre y niño de este litoral tendrá que ser reconstruida desde el presente con mucho empeño, pues aún permanece muy fresco el dolor que impuso el huracán Paloma.

«No me siento mal; no estoy enojado ni triste, porque tengo una nueva casa que mejorará con el tiempo, pero también persiste en toda la familia una sensación de haber nacido justamente con Paloma. Todo a mi alrededor es nuevo, después de haber vivido 43 años en el litoral», comentó el abuelo Francisco Rodríguez, sentado en su rústico sillón de madera hecho por los mismos carpinteros que colaboraron con la construcción de su nuevo hogar.

«Hace como una semana —continuó Francisco—- quise volver a pelar, porque era el barbero de la comunidad, pero ¿dónde están mis tijeras, mi asiento, el espejo, mis instrumentos de tantos años? Los vecinos me embullan a que comience, pero no es fácil apartar este letargo que te envuelve una y otra vez. Sé que llegará el día que lo logre, pero necesito tiempo para volver a la normalidad».

Nélida Ávalo —esposa del barbero Francisco— manifestó cómo la comunidad se ajusta a las carencias materiales y va echando pa’lante con lo que tiene y puede: «El mar se tragó muchas cosas, hasta las fotos familiares, que quedarán aquí en el alma. El Estado ha repuesto algunas pertenencias, como el módulo de cocina y el televisor, pero no hay nada como la casita, y esa nos la dio hace más de un mes. El pueblo es fuerte y se va recuperando con su inventiva. Con estos pedazos de tablas, que van sobrando de la carpintería de las casas, hemos hecho silloncitos, bancos y una mesita para sentarnos a comer en familia.

«Agradezco lo que se me ha dado, pero sobre todo por tener a mis dos hijas gemelas con un nuevo hogar. Una vive justamente a mi lado y a la otra en unos días, le darán también su casita cuando se termine la otra manzana del caserío, a la que solo le faltan unos detallitos», comentó la anciana, quien vivió durante casi cuatro décadas en el poblado que prácticamente desapareció.

Como el gallo de Morón

El caserío es como un gran libro de historias atrayentes que cuando se abre no tiene para cuándo acabar. Una que atrapó la atención fue la descrita por el joven matrimonio de María Jerez y Rubén Bullaín.

«Esa Paloma acabó; no nos dejó nada. Me quedé como el gallo de Morón “sin plumas, pero cacareando”. Sin embargo me siento bien, porque tengo estos dos cuartos, la salita y el baño sanitario. El agua de Paloma no se llevó a nadie de por aquí. Así que si estamos vivos qué más se puede pedir», expresó Bullaín, trabajador del Combinado pesquero, mientras su esposa María confiesa que ella se presintió que con Paloma la suerte esta vez no los acompañaría.

«Después de ver las imágenes de Pinar del Río y la Isla de la Juventud tras el Gustav, me dije: “Usted va a ver, que usted verá”, y así mismito fue. No puedo quejarme, porque el país entero tiene grandes problemas por culpa de los ciclones, y a pesar de eso ya tengo una casita. Ahora lo que hay es que trabajar y saber esperar, porque no todo se puede resolver al mismo tiempo».

Quien visite a Santa Cruz del Sur verá un pueblo que se reconstruye desde los cimientos y apreciará un alentador ambiente constructivo; pero tendrá que lidiar con la paradoja de que aunque se reedifique lo que una vez Paloma se llevó, también encontrará más historias de dolor en ese ambiente de reanimación.

Sabias entonces son las palabras de Francisco Suárez Suárez, quien siendo muy pequeño sobrevivió al ciclón del 32: «Recuerdo cómo me salvé sobre unos mangles, pero me quedé sin familia. Ahora con Paloma tenemos a toda la familia, y eso hay que apreciarlo por encima de todo lo demás. Y cuando digan ¡Ciclón!, habrá que prepararse, porque el mar no cree en nada».

Manzanas para vivir

Al cierre de este reportaje se conoció que el caserío que se levanta en la nueva zona de desarrollo residencial de Santa Cruz del Sur, en Camagüey, alberga a 106 familias en tres manzanas totalmente terminadas, de las cinco que se deberán construir, según información de Pablo Peribáñez Hernández, presidente de la Asamblea del Poder Popular en el territorio. Las familias que ya habitan su nuevo hogar responden a los casos más críticos del litoral, y la entrega paulatina de estos inmuebles, según su terminación, respeta este criterio de prioridad, el cual responde exactamente a la situación en que quedó cada hogar damnificado.

Peribáñez Hernández comentó que junto a estas labores constructivas en la nueva zona de desarrollo también se trabaja en 123 viviendas de construcción sólida y definitiva, y en el movimiento de tierra del resto de la explanada, donde se edificarán hasta 300 viviendas.

Confirmó que lo hecho hasta el momento ha sido posible por el aseguramiento en recursos y fuerza de trabajo que el país, junto a la provincia y el mismo territorio, ha garantizado desde el paso de Paloma.

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