SANTA CLARA.— Nadie podrá esgrimir que resultan pura suposición el despilfarro de combustible, porque ahora se revela de manera más visible en camiones viajando vacíos o parados frente a las casas de los conductores y en tractores rodando por el asfalto en horas que deben estar en las guardarrayas.
Resulta sorprendente a estas alturas que un recurso tan caro y deficitario se malgaste en proporciones tan significativas, como lo acaba de demostrar un estudio al respecto realizado en las 14 provincias y el municipio especial Isla de la Juventud.
Las cifras impactan y punzan, porque mientras el país enfrenta un déficit de combustible, 5 769,6 toneladas de gasolina y otras 33 223,2 de diésel se gastan anualmente sin respaldo productivo.
El valor en conjunto de ambos volúmenes cuesta al Estado una suma superior a los 30 millones de dólares.
El cómo resulta posible aparece nítido y contundente en el Diagnóstico del potencial de ahorro de combustible y el ajuste de la asignación correspondiente, que realizaron mil trabajadores sociales en el país, los cuales revisaron en 1 058 empresas los documentos normativos sobre el control del imprescindible recurso.
Un breve pero revelador muestrario atrapa, en parte, lo detectado: kilómetros recorridos por los vehículos sin relación con su objeto social; viajes que tampoco se reflejan en las órdenes de ruta y estas confeccionadas de manera ilegible, y consumo de combustible declarado que no se corresponde con la distancia.
Cada una de estas anormalidades se analizó con las direcciones de las empresas y de sus respectivos organismos, que aceptaron la realidad del desmedido consumo.
Para revertir esa situación solicitaron la propuesta de rebaja de asignación al Ministerio de Economía y Planificación, encargado de eliminar la entrega de las cantidades de combustible que se utilizaban sin respaldo en la producción.
En mayor o menor medida el derroche está presente en todas las provincias y en entidades de la mayoría de los ministerios y Consejos de la Administración de los órganos del Poder Popular.
El estudio de los trabajadores sociales, muy trascendente para nuestra economía, fue una estocada que vino a recordar cómo todavía en materia de control pululan los agujeros.