Veteranos y noveles integrantes del Equipo de Servicios de Traductores e Intérpretes cuentan a JR cómo esta profesión ha marcado sus vidas y rememoran anécdotas a propósito de arribar esta institución a su cumpleaños 35
Permanecer durante años en un país en guerra; ir de comunicador en una misión médica y servir de enfermero, economista, psicólogo...; ser el puente de comunicación durante conversaciones oficiales en las que una mínima equivocación pudiera desatar un conflicto político o tronchar una negociación. Todas son vivencias cotidianas para quienes un día decidieron formar parte del Equipo de Servicios de Traductores e Intérpretes de Cuba (ESTI).
Los que desandan por los pasillos de esa institución con sede en la capital cubana, comparten un objetivo: mantener el prestigio de ese centro nacido el 23 de octubre de 1973 para garantizar las traducciones gubernamentales y oficiales en el país.
No solo los más experimentados se sienten realizados en el «Equipo». Sorprende cómo los más jóvenes lo califican de lugar ideal para superar sus expectativas.
El periodista norteamericano Dan Rather (a la derecha) entrevista al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el 30 deseptiembre de 1979. El intérprete es Juan Ortega Gatell.
«Desde que realicé mis prácticas preprofesionales de idioma francés en el ESTI, en tercer año de la carrera en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana (FLEX), supe que quería trabajar allí. Todos eran traductores e intérpretes y de alguna manera sería como una competencia; cuando alguien corre rápido al lado tuyo, te impulsa a llegar más lejos, a superarte cada vez más», comentó Yailén Aguirre, quien con apenas dos años en el Departamento de Lenguas Romance atrapa la esencia de esta profesión:
«El traductor es el fantasma de la comunicación. Cuando estoy en medio de las conversaciones y veo que las personas logran entenderse, me alegra saber que aporté un granito de arena para propiciar el diálogo. Solo entonces dejo de ser esa voz al final de cada frase... y comienzo a existir».
Vanesa Gómez considera que el ESTI es una de las mejores opciones para los graduados de la FLEX. «Podemos hacer maestrías en Lenguas Extranjeras y estudiar en el país donde se habla ese idioma. También formamos parte de las misiones diplomáticas en el exterior y esa es la mejor manera de reciclar el conocimiento de la lengua.
«Desde ese punto de vista, creemos que el turismo no es competencia para el ESTI, porque no te exige el mismo nivel de actualización del vocabulario y, generalmente, usas un lenguaje coloquial y abarcas menos temáticas».
Un «monstruo»En su buró, Roxana piensa en uno de los tantos papeles que están sobre la mesa. Tiene que llamar al esposo para anunciarle que según el último ultrasonido ya cumplió los ocho meses de embarazo, aunque pensaba que tenía un poco menos. Pero no hay tiempo, aparta la preocupación y trata de distribuir la avalancha de trabajo que le vino encima al Departamento de Inglés.
«Necesitamos intérpretes simultáneos para un evento de biotecnología, hay que salir urgente para el aeropuerto que hoy nos llegan dos delegaciones. Todavía no hemos terminado con las traducciones certificadas y ya hay que alistarse para la traducción en vivo de la Mesa Redonda», murmura en voz alta.
—Roxana, entró una declaración del MINREX y «es para ayer», le avisan desde la oficina comercial.
«¿Y ahora qué hago? ¡Aquí todo es urgente!», se pregunta.
—¿Cómo es la dinámica de trabajo del ESTI?
—Esto es un «monstruo». Muchas veces la jornada laboral dura hasta altas horas de la noche y aunque estés agotado tienes que mantenerte al ciento por ciento porque no se puede ir ningún error.
«Tratamos de que todos tengan oportunidades y ello depende también de la categoría que adquieran con su desempeño. Trabajo es lo que se sobra, pero hay que distribuirlo bien. En ocasiones tienes tiempo de seleccionar al más idóneo para cada tarea, pero existen momentos en los que tienes que arriesgarte con los especialistas disponibles y esperar que todo salga bien.
«Los eventos donde se dictarán conferencias para un gran auditorio exigen intérpretes simultáneos por la complejidad de esta labor, pues tienes que escuchar, interpretar y hablar al mismo tiempo, montarte sobre el discurso del conferencista y trasladarlo al micrófono desde la cabina; para ello tienes que ser una estrella, muchos especialistas nunca llegan a ser simultáneos.
«En el caso de las negociaciones, visitas oficiales o recorridos, se requiere de intérpretes bilaterales que son los que pueden interpretar durante una conversación entre dos personas. Los de menos experiencia se dedican primero a la traducción de documentos y discursos.
«Esto no quiere decir que nunca hagas una “simultánea” siendo “bilateral”. De hecho es muy común que cuando llegues al lugar donde te asignaron, tengas que hacer muchas más cosas que las previstas. Tu reacción, ante esas situaciones en las que tienes que probarte a ti mismo, son las que te convierten en un buen traductor».
—¿Cómo mantienes ese ritmo de trabajo con más de ocho meses de embarazo y una niña pequeña?
—Llegué al ESTI en un momento donde no había personal y tuve que «atreverme» desde el primer día. En el 2002 salí de misión por dos años como traductora oficial del jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington: en una de las más temidas pruebas de fuego en esta profesión. Y tuve el grandísimo honor de traducirle a Fidel. Después de eso, puedo hacer cualquier cosa.
De traducciones y otros demoniosConversar con los trabajadores del ESTI es como sentarse a compartir historias alrededor de una fogata. En instantes te entregas al placer de escuchar anécdotas tan queridas, tan celosamente guardadas con todos sus detalles que, todas, desde las más añejas hasta las recién vividas, te provocan una sana envidia que no puedes evitar.
Jóvenes intérpretes en una traducción simultánea. «Hubo dos compañeros que durante un mes estuvieron asignados a una delegación de científicos interesados en las diferentes vacunas que se habían producido en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. El primer día los traductores no sabían cómo trasladar al inglés tanta información, que ni siquiera en español lograban comprender del todo, y les pidieron a los científicos que les dieran una explicación más detallada.
«Al día siguiente todos estaban sorprendidos, hasta preguntaron en broma si habían cambiado a los traductores. Los años de estudios de un científico, tenemos que entenderlos en una hora, de lo contrario, el trabajo no sale», nos confiesa Yissel Guerra, traductora de inglés, con francés como segunda lengua, quien comenzó en el ESTI en el 2005.
«En Teherán, Irán, cursando la maestría en Lengua Persa, ocurrió un terremoto en una ciudad cercana y las réplicas se sintieron donde vivíamos. Estaba estudiando para un examen, y al sentir los temblores salí para la calle corriendo, pero nadie me respondió el saludo, cosa muy extraña porque los vecinos sentían mucho cariño por Cuba y Fidel y siempre se mostraban amigables con nosotros.
«Me di cuenta de que había salido en short, entré de inmediato a la casa, me puse el pantalón y cuando volví para disculparme, todos me saludaron como si nada», recuerda Yoandry Becerra, quien domina el persa, el inglés y el alemán.
Con más de 30 años en la profesión, Miriam Mojica, traductora del árabe y del inglés, tampoco ha podido olvidar su encuentro con esa cultura.
«En la década del 80 fuimos con una delegación al Líbano. El embajador cubano en ese país era Orlando Lancis y me pidió que me quedara tres meses para participar en la presentación de las cartas credenciales. Todas las noches los israelíes atacaban porque había guerra. Una de esas noches sentí que los impactos eran muy cercanos a mi habitación.
«Recuerdo que le dije al embajador y a su esposa que yo creía que estaban bombardeando la casa, pero ellos me recomendaron que me durmiera, pues todas las noches era igual. Al otro día nos dimos cuenta de que habían impactado el piso encima de donde estaba la embajada. Por una diferencia milimétrica no nos dieron. Y ahora puedo hacerte el cuento».
Génesis
Adscrito al Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, el Equipo de Servicios de Traductores e Intérpretes (ESTI) nace el 23 de octubre de 1973 para garantizar las traducciones gubernamentales y oficiales en Cuba. Hoy es la entidad rectora de la traducción en nuestro país y cuenta con especialistas en más de 17 idiomas.
La sede en la capital, en calle 11 entre D y E, en el Vedado, y una filial en Santiago de Cuba, abren al público cada día para brindar servicios de traducción de contratos, folletos, documentos jurídicos, además de interpretaciones a las entidades que lo soliciten.
También ofrecen traducción certificada para trámites legales de salida al exterior, en moneda nacional para las personas residentes en Cuba.
La traducción de las Mesas Redondas en vivo, las Reflexiones de Fidel y las teleclases forman parte del quehacer diario del ESTI y hace cuatro años el centro incorporó el servicio de traducción en línea, el cual posibilita trasladar a varios idiomas las noticias que publica nuestra prensa.
Apoyar a las brigadas de internacionalistas cubanos en zonas de desastre y a las distintas misiones diplomáticas constituye otra responsabilidad de la gran familia del ESTI, que hoy celebra su aniversario 35.