CAMAGÜEY.— «Es verdad que han faltado profesores a la escuela y que las clases no han tenido la calidad que requieren, pero ¿los estudiantes qué hemos hecho para que esta situación mejore en el plano colectivo?».
El joven continuó: «¿Por qué no utilizamos las teleclases como un soporte para el estudio y por qué no aprovechamos todos los medios audiovisuales y el tiempo libre en la autopreparación, en el autoestudio?».
Fueron las reflexiones de un becario del Preuniversitario Antonio Varona (Sola Seis) del municipio de Sierra de Cubitas, plan estudiantil de gran importancia en el país.
Sin embargo, sus palabras no distaron de las de su compañero Daniel Flores, del grupo uno de duodécimo grado: «Nos falta preocupación por lo que aprendemos y por lo que no aprendemos. ¿Por qué esperar unos días antes de la prueba para estudiar. El finalismo nos mata...?
Finalismo que fue visto, incluso en todas sus aristas: «No podemos esperar al último año para orientarnos profesionalmente, sobre todo si a esto sumamos la escasa preparación vocacional que aquí tenemos para algunas opciones universitarias como las que tienen que ver con el arte o el periodismo. Así “el león nos come”», meditaron.
«Individualmente tenemos que exigirnos mayor preparación y como organización hay que proyectarse en este sentido, y exigir a quien corresponda para solucionar el problema que tanto nos preocupa cuando llegamos a duodécimo grado», reiteraba la estudiante Elizabeth Serrano.
Opiniones como esta se suscitaron al calor del debate del congreso de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) que se desarrolla en este territorio camagüeyano. Mas si en algo podemos estar satisfechos con este proceso, que culminó hace solo unas horas en la base, es porque está alejado del conformismo, que para nada ayuda a la organización.
Los muchachos pusieron justo el dedo en la llaga, pues la preparación individual y colectiva, vista como una necesidad y no un eslogan «para salir del paso», fue centro de fuertes polémicas desde el décimo grado hasta los que ya están a las puertas de graduarse como bachilleres.
No esperar porque el «profe» lo dé todo «masticado» en el aula, visitar de noche las bibliotecas, estudiar las teleclases en el autoestudio, para luego acudir al maestro, fueron algunas de las reflexiones que más ocuparon a los adolescentes.
«¿Y qué papel desempeña la FEEM?». Pregunta contestada por muchos, pues palabras como monotonía y apatía no fueron sacadas de un sombrero mágico, sino de las discusiones, donde quedó claro que ambas deben de ser alejadas por completo del trabajo estudiantil.
«La organización tiene retos y tareas que debe retomar con mayor impulso. Aunque estemos en el último año, no podemos dejar pasar el movimiento de monitores», comentó José Raúl, mientras se discutía.
«Tenemos tiempo para prepararnos, pero no aprovechamos todos los espacios en la escuela y fuera de ella. El monitor no cumple con su función y las teleclases solo las vemos cuando el profesor nos las pone», fueron opiniones que se convirtieron en consenso unánime en uno de los grupos.
No fue casual entonces que varios acuerdos en las aulas de Sola Seis se acercaran a estas problemáticas.
Incluso otros abarcaron hasta la labor del instructor de arte como fuente de la autopreparación integral del estudiante, y la necesidad de consolidar la brigada artística con los nuevos talentos del centro. Ello pese a la ausencia de tres de los cuatro instructores con los que contaba la institución.
No esperar por que todo caiga del «cielo», tomar la iniciativa y llegar al estudiantado en todas sus dimensiones, son solo algunas reflexiones de estos jóvenes, porque otras también ocuparon a los más de 5 000 muchachos de este plan, que incluye a 12 preuniversitarios, un politécnico de Enseñanza Técnica y dos Cursos de Superación Integral para Jóvenes.