La Tania que murió el 31 de agosto de 1967 conocía la historia de las otras dos.
Muy pocos saben que además de Haydée Tamara Bunke Bider, la «Tania la guerrillera», de la tropa del Che en Bolivia, existieron dos jóvenes combatientes revolucionarias que fueron también guerrilleras y emplearon su mismo seudónimo.La primera de ellas se llamaba Tatiana Solomaja y la segunda Zoia (o Soja) Kosmodemianskaia. Ambas eran de origen ruso. Zoia tomó como nombre de guerra «Tania», inspirada en Tatiana.
La única mujer que combatió junto al Comandante Guevara en Bolivia llevó casualmente el nombre de Tania la guerrillera, que daría también nombre al libro que la madre de Zoia escribió sobre su hija, publicado en Argentina, el país natal de nuestra Tania, en 1956 por la Editorial Nuevos Vientos.
Es un hecho extraodinariamente curioso que en épocas distintas estas tres revolucionarias y comunistas jóvenes murieron heroicamente bajo el mismo seudónimo de la que cayó combatiendo junto al Che, un día como hoy en las selvas bolivianas hace 40 años.
La Tania de la guerrilla del CheHaydée Tamara Bunke Bider nació el 19 de noviembre de 1937, diecinueve años después del asesinato de Tatiana Solomaja, y un lustro antes del ahorcamiento de Zoia Kosmodemianskaia.
Su historia se conoce mucho más. De padre alemán (Erich Bunker) y madre polaca (Nadia Bider), quienes habían emigrado a la Argentina huyendo de los nazifascistas, con solo 18 años fue admitida en el Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA) y en 1960 conoció personalmente al Che cuando este viajó a la República Democrática Alemana (RDA).
En junio de 1961, Tania participó en la construcción de la escuela UIE, situada en el Vedado. Entre quienes ayudaron allí también estuvo el Che.
En varias oportunidades le sirvió al Che de intérprete y el Guerrillero Heroico captó enseguida las condiciones y cualidades de la joven argentino-alemana.En 1961, llegó a Cuba y trabajó en el Ministerio de Educación, en el ICAP y en la dirección nacional de la FMC, y en La Habana se le vio vestir el uniforme de miliciana y actuar en defensa del triunfante proceso revolucionario.
Con el tiempo, y con el seudónimo de Laura Gutiérrez Bauer, cumplió la misión secreta encargada por la dirección del país —y en particular por el Che— de establecer relaciones con la clase gobernante y el Ejército de Bolivia, adonde llegó a fines de 1964, todo eso para después crear las mínimas condiciones de apertura del frente guerrillero.
En Europa empleó otros seudónimos, como el de Marta Iriarte, y en esos quehaceres de militante comunista solidaria con la lucha de los pueblos por su liberación se dedicó de lleno a transformarse en una integrante más del nuevo frente guerrillero que el Comandante Guevara dirigiría en Bolivia.
En 1966 se le concedió la militancia del Partido Comunista de Cuba por su conducta y su trayectoria como luchadora y revolucionaria consecuente, y se vinculó definitivamente a la guerrilla, a las órdenes directas del Comandante Juan Vitalio Acuña Núñez, «Joaquín».
Como se sabe, en abril ese grupo de la retaguardia comandado por Joaquín perdió el contacto con el resto de la guerrilla y así se mantuvo varios meses, aunque unos y otros intentaron reagruparse, sin poder conseguirlo.
Duele saber, por ejemplo, que cuando los guerrilleros de Joaquín caen en la emboscada del Vado de Puerto Mauricio, en el Río Grande (y no en Vado del Yeso como se ha dicho) el 31 de agosto de 1967, hace 40 años, el Che y sus compañeros, se encontraban exactamente a un kilómetro de ellos.
El cadáver de Tania fue arrastrado por el río y hallado el 6 de septiembre por soldados bolivianos. Al otro día trasladaron su cuerpo sin vida hacia el Regimiento Pando y el 8 la enterraron en un ataúd de madera.
Sus restos, desde 1998, descansan en el mausoleo erigido al Che y a sus compañeros, en la ciudad de Santa Clara.
La primera Tania
Libro que la madre de Zoia publicó sobre la vida de su hija.
La primera «Tania la guerrillera» aparece descrita en una antología rusa de relatos, titulada La mujer en la guerra civil, según se cuenta en el citado libro.Aquella joven combatiente, militante comunista, rusa de nacimiento, la primera que utilizó como nombre de guerra el de «Tania», se llamaba realmente Tatiana Solomaja, y fue maestra rural clandestina, misión dada a ella por el Partido Bolchevique.
Un día cayó en manos de los guardias blancos, contrarrevolucionarios y anticomunistas de aquella época, y fue salvajemente torturada, sin que se le escuchara pedir clemencia.
Un oficial de policía la golpeó. Unos cosacos ebrios le dieron patadas y culatazos. Raia Solomaja, su hermana, contó que, fiel a su palabra, no imploró clemencia a sus verdugos.
Después de eso, y a pesar de estar enferma de tifus, en el poblado de Kozmínskoe, fue encarcelada y asesinada tras las rejas, junto a otros 17 compañeros de la lucha clandestina, el 7 de noviembre de 1918.
La segunda Tania
Veáse la Editora y la fecha de publicación de la biografía de Zoia.
La otra «Tania la guerrillera» se llamaba Zoia Kosmodemianskaia.Nació en una aldea pobre denominada Osínovie Gaí, en el norte de la región de Tambov, el 13 de septiembre de 1923, hija de Anatoli Petróvich Kosmodemianski y de Liubov (Liuba) Timoféievna Kosmodemianskaia.
Con 15 años, en la autobiografía para ingresar a las filas del Komsomol leninista, escribió muy poco y le dijo al entrevistador: «Ten presente que todo lo grande y bueno de la vida se forma de lo pequeño, de lo que no se nota». Y cuando la aceptaron en la organización, comentó: «Me parece que ahora soy otra, que soy una persona nueva».
Realmente, si se leen las ideas de Zoia recogidas en un manuscrito que llevaba cotidianamente, se encuentran puntos de contacto entre la primera Tania y ella. La madre, que leyó ese documento íntimo, comentó en el libro: «El día que leí el diario de Zoia, me pareció tener en mis manos un corazón vivo».
El domingo 22 de junio de 1941, la Unión Soviética fue invadida por las tropas hitlerianas. Precisamente por sus cualidades, Zoia fue seleccionada para actuar, junto a otros guerrilleros soviéticos, en la retaguardia del enemigo invasor.
El 27 de enero de 1942, el periódico Pravda publicó un artículo de Piotr Lídov —el primero en llegar a Petríschevo— sobre una guerrillera nombrada Tania que había sido asesinada y sepultada allí por los fascistas alemanes.
Dos compañeros fueron a la casa de la mamá de Zoia y le comunicaron que esa era su hija. Su hermano Shura había visto el Pravda y no se lo había dicho a su madre. Entonces le dijo: «Mamá, ¿recuerdas a Tatiana Solomaja?, por eso mi hermana se puso ese nombre clandestino».
Zoia fue interrogada por el teniente coronel alemán Rüderer, jefe del 332 Regimiento de la 197 División. Eso fue en casa de la familia Voronin, quienes lo escucharon todo y luego lo contaron.
El suboficial Kart Bauerlein presenció las torturas y comentó a los soviéticos: «Permaneció firme hasta el fin. No sabía lo que era traicionar. Aunque estaba amoratada por el frío y sus heridas manaban sangre, no dijo absolutamente nada».
Cuatro alemanes la azotaron. Después la llevaron casi desnuda y descalza, las manos atadas, hasta la isba de Vasili Kulik. Tenía los labios inflamados y ensangrentados.
Pidió a Kulik agua. El centinela le arrimó la boca a la lámpara para que bebiera petróleo. Un alemán le dio dos puñetazos. Otro le quemó la barbilla con fósforos encendidos. Un tercero le serruchó la espalda. La sacaron pinchándola con las bayonetas.
La ahorcaron debajo de un nogal mientras exclamaba: «Camaradas, sed más valientes, luchad, batid a los fascistas, perseguidlos. Yo no temo a la muerte. Morir por el pueblo es una felicidad». Alguien le tomó las fotos que después salieron en la prensa soviética.
Sus restos fueron trasladados a Moscú y enterrados en el cementerio de Novodiévichi. Póstumamente se le entregó el título de Heroína de la URSS.
Reconforta saber que existieron tres heroicas muchachas con el nombre de guerra de «Tania, la guerrillera».