Ilustración: Adán CAIMANERA, Guantánamo.— «Si amanecemos en fiestas, también podemos hacerlo en una garita, cumpliendo el servicio de guardia». La sentencia acomodaría en cualquier escenario de esta Isla, pero dicha por una joven caimanerense tiene la fuerza de otra carga al machete.
Ella sabe que deben andar alertas en aquella «geografía peligrosa», situada a escasos metros de la ilegal base naval estadounidense. A fin de cuentas, «la defensa de la Patria no es solo cuestión de hombres», remataba.
No fue por masoquismo que Yoleixi Andino Rodríguez atizó el debate de la vanguardia juvenil de Caimanera con aquella reflexión. Era el dedo en la llaga de un señalamiento: Hay cierta parsimonia para alistar a mayor número de muchachas en el Servicio Militar Voluntario Femenino.
La joven ve crecer de súbito el interés de sus colegas del comité de base, cuando les narra sus vivencias como combatiente de la Brigada de la Frontera, en el año 2000. Siente que falta «intercambio, darles más información sobre lo que sucede allí. Las mujeres no nos conformamos con asistir al Día de la Defensa», aseguró al plenario.
Mientras tales convicciones alzaban el espíritu crítico de los delegados, quedaban al descubierto también lagunas atribuibles al sexo masculino. «Algunos varones no dan el paso al frente y se escudan en certificados médicos», denunció la estudiante Maricel Viquillón González.
«Hay quienes apelan a argucias para evadir ese sagrado deber —dijo Viquillón a JR en el receso—, y a algunos se les exonera por padecimientos simples, sin tomar en cuenta que el Che soportó con su enfermedad todos los rigores de la Sierra Maestra hasta ver coronado sus esfuerzos con el triunfo; combatió en África, y entregó su vida por un país hermano de Latinoamérica...
«Villena, enfermo, dirigió huelgas. Y nuestros mambises dieron prueba de mucho valor y entrega a esta causa. A quienes vacilan, debemos sumergirlos en nuestra historia, pero pienso también que las comisiones de reclutamiento deben ser más rigurosas antes tales debilidades», opinó la muchacha.
Tales preocupaciones tocaron fondo en el funcionamiento del comité de base, donde, muchas veces, la defensa ocupa un punto del orden del día de las reuniones ordinarias, pero desperdiciado con análisis formales y sin rigor, como apuntó Arley Santana, integrante del Comité Nacional de la UJC.
Dar una vuelta de página en tal sensible aspecto ocupa, ahora mismo, a los jóvenes comunistas caimanerenses para quienes tampoco pasa inadvertida la necesidad de continuar forjando valores en las nuevas generaciones y potenciar sus cualidades revolucionarias así como de elevar la ejemplaridad de cada militante de la UJC.