CAMAGÜEY.— La humanidad vive el peligro del invierno nuclear, consideró el prestigioso climatólogo norteamericano, doctor Alan Robock, al referir el tipo de cambio climático asociado a una guerra nuclear global.
El profesor de la Universidad Estatal de Nueva Jersey, impartió en el Museo San Juan de Dios, del Centro Provincial de Patrimonio, de esta ciudad, una conferencia en la que explicó que una explosión nuclear de superficie ocasionaría que grandes cantidades de polvo fuesen lanzadas hacia la atmósfera superior, limitando la cantidad de radiación solar que llega al suelo.
Al mismo tiempo dicha explosión conllevaría grandes incendios y tormentas de fuego que arrojarían a la atmósfera cantidades ingentes de humo y hollín que absorberían la radiación solar.
De registrarse un número considerable de explosiones similares, la atmósfera terrestre se haría opaca, con un descenso sensible y prolongado de las temperaturas, acompañado de modificaciones en el régimen de lluvia, fenómeno denominado como invierno nuclear, reveló Robock.
Robock extendió el análisis a los resultados de las llamadas guerras nucleares limitadas (locales). «Esto conllevaría al fracaso de los sistemas de producción agrícola y a reducciones considerables en la producción de alimentos, sumiendo al mundo en una hambruna. «Tales daños serían adicionales a los causados por las explosiones y permanecerían durante años», enfatizó el especialista.
El académico denunció el hecho de que las grandes potencias aún disponen de un arsenal nuclear suficiente para producir este cambio climático planetario catastrófico, con causas y resultados diferentes a los del cambio climático actual.
Agregó que nuevos estudios publicados advierten que las guerras nucleares limitadas son capaces de lanzar a la atmósfera superior suficiente polvo y hollín como para originar cambios climáticos durante una década o más.
Estos resultados han sido alcanzados usando modelos de clima global mucho más avanzados que los de la década del 80, durante la guerra fría, capaces de simular el transporte de aerosoles hacia la estratosfera y tomar en cuenta la interacción entre la atmósfera y el océano.
En medio de una intensa preparación para llevar estos análisis a próximas reuniones y encuentros internacionales de lucha contra la proliferación de las armas nucleares y sus consecuencias, el profesor Robock concluyó que si bien es cierto que el calentamiento global actual ya está en progreso, resulta evidente que la humanidad aún está a tiempo de evitar totalmente el cambio climático asociado al invierno nuclear.
Para ello, agregó, solo sería necesario destruir todo el arsenal nuclear existente y cesar la construcción de nuevas armas nucleares.