El 70 por ciento de los uruguayos protegidos por el Plan Nacional de Asistencia a la Emergencia Social son menores de 30 años. Eso indica que la pobreza y la indigencia en esa nación se concentran en niños y jóvenes.
Aunque los primeros resultados del programa instaurado por el gobierno de Tabaré Vázquez y el Frente Amplio-Nueva Concertación-Encuentro Progresista para encarar las profundas deudas sociales con que inició su mandato, rindieron ya los primeros frutos a finales de 2005, en este momento todavía se atiende a más de 70 000 hogares que se considera que están bajo la línea de pobreza, o en la indigencia.
Foto: Franklin Reyes «Eso significa aproximadamente el diez por ciento de la población uruguaya», indica Paola Pino, directora del Instituto Nacional de la Juventud en la nación austral.
La indagatoria antes de poner en marcha el Plan reveló una miseria mayor de la que ya se adivinaba como resultado de las políticas de gobiernos anteriores, de carácter francamente neoliberal.
«Teníamos planificado atender a unas 40 000 familias y, prácticamente, la cifra se ha duplicado».
El desarrollo del Plan, cuenta, ha permitido conocer algunos datos de la situación de sus compatriotas que no estaban a la vista. «Hemos comprobado, por ejemplo, que hay niveles de analfabetismo en Uruguay, cuando para nosotros ha sido siempre un orgullo estar en los primeros lugares de alfabetización... Llegar de hogar en hogar y contactar y trabajar directamente con cada una de las familias, ha permitido visualizar realidades veladas hasta el momento».
La instancia que Paola dirige es una de las direcciones del Ministerio de Desarrollo Social, fundado con la llegada del actual gobierno y encargado del programa de atención a las personas consideradas en emergencia, que tiene su culminación en la primavera del año que viene. Pero se seguirá profundizando, anuncia Paola.
—¿Cómo participa la juventud?
—A través de las organizaciones más clásicas, por decirlo así, como los sindicatos y la Federación de Estudiantes, pero también mediante su presencia en múltiples y diferentes organizaciones sociales donde los jóvenes se integran y tratan de participar en la solución de los problemas.
—¿Qué importancia le concede a esta cita de La Habana?
—Para nosotros es muy importante que hayamos discutido acerca de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Para algunos países, lograrlos constituye un gran desafío; pero es un compromiso que debe traducirse no solo en formulaciones. Debe pasarse a la acción.