La tecla del duende
Fue una conspiración entre abuelas. Abuela Rita lo pidió y abuela Nersys (Felipe) escribió este cuento para el pequeño especial de su amiga. Se titula Él y yo sumamos dos. Ahí les va...
«Me voy a presentar: mi nombre es Bibi, sumo y resto al vuelo y soy la novia única de Javier Alejandro, su novia adorada. Dicen que no habla, que casi nada sabe, pero no es verdad. Sí habla, sí sabe y se los voy a probar./ Es el niño de los ojos más grandes y luminosos del mundo, no tiene silloncito, no va a la escuela conmigo porque todavía no camina y porque su médico dice que no puede ir.// Sus pestañas me encantan, y son tantas, que nunca puedo acabárselas de contar. Y mira que contar se me da bien, tan bien como sumar y restar. // Nacimos el mismo día; le cuento las pestañas porque somos novios, y cuando voy a su casa me vuelvo invisible, solo Javiercito me ve, y sentado en su coche y yo en el suelo, me mira, lo miro y conversamos con los ojos.// Él fue quien me enseñó a conversar así, y pudo enseñarme porque tiene palabras, las tiene a montones, como las tengo yo, de lo mejor hechecitas y guardadas, las suyas, en el bolsillo secreto que tiene en la cabeza.// Y... sch... a sus palabras les pasa lo mismo que a mí, que están enamoradas de su mirada de luz. Por eso en vez de ir de su cabeza a su boca, van de su cabeza a sus ojos.// [...] Ayer sábado por la tarde le pregunté con los ojos: —Niño lindo, ¿tú sueñas? Y él con los suyos me respondió que sí. —¿Y sueñas en colores? —En rojo, amarillo y azul. —Ah, igual que yo. —Pero sueño con música. —Ay, qué lindo. —Y mis sueños huelen como huele mamá cuando viene y me besa acabada de bañar.// Aquello me gustó, me gustó cantidad, lo miré y le pregunté amelcochaíta: —¿A qué saben tus sueños, Javier Alejandro? Y sus ojos me dijeron, dándose importancia y como si no me conocieran: —A lo que a mí me da la gana.// Qué triste me puse, triste y brava. Y porque así no se le contesta a una niña enamoraíta como yo, salí de su casa “emberrenchiná”, no di un portazo porque soy bien educada y por la noche lo decidí: —Me voy a pelear con él.// Aunque pensándolo hoy... hoy que es domingo... pensándolo despacito... y volviéndolo a pensar... mejor no me peleo porque ya lo perdoné, porque es mi niño lindo y porque tiene los ojos más grandes y luminosos del mundo. Además, si me peleo, ¿con quién va a conversar?// Cuando abran las diezdelamañana de mi casa, cortaré unas cuantas, las volveré invisibles y se las llevaré».
Este sábado, 2:00 p.m., Fragua Martiana, peña habanera. Presentación del libro: El insomnio de un machete. Máximo Gómez en la lírica cubana.