La tecla del duende
Donde una histórica ceiba marca el ombligo del caimán sonoro, en el mismísimo Guaracabulla, del municipio villaclareño de Placetas, nos encontraremos este domingo, a las diez de la mañana, para compartir «historias de monte adentro» en homenaje a Onelio y Feijóo.
Como siempre, habrá concurso —en esta ocasión con cualquier pieza de la oralidad: poema, cuento, anécdota, sketch…—, música, iniciativas de las tertulias y mucho ingenio, recordando al ocurrente periodista que hace siete años dejó su corazón al centro de todos. Guille, el Flaco, el Poeta o el Genio, como lo conocíamos, estará allí, en su polvo enamorado que brilla en los ojos buenos.
¿Qué tal si hoy, para que se animen los competidores, compartimos las primeras letras del clásico feijoosiano Vida Completa del Poeta Wampampiro Timbereta? Ahí les va...
Wampampiro nació en un bohío, muy cercano al mar, en la provincia de Matanzas, de padres campesinos muy pobres, trabajadores y honestos. Su padre, Ruperto, que además de labrador y machetero era cantador de décimas, tenía por apodo el de Timbereta. Wampampiro jamás conoció el origen de ese apodo, que heredó.
No tenía Wampampiro un año de edad cuando su padre obtuvo en Las Villas el empleo de montero de un terrateniente, y para allá partió la familia, a vivir en las cercanías de Caracusey. Allí consiguió Ruperto una tierrita y levantó rápidamente otro bohío. Sembró el terrenito de naranjales, limonares, aguacateros, mangos, cocoteros y un platanal por donde discurría el niño Wampampiro.
Su nombre verdadero no era el de Wampampiro. Su verdadero nombre era el de Ladislao Mujica Mirabal (...) Cuando comenzó a pronunciar sus primeras palabras, a cada momento musitaba: «Wam... pa... Wam... pa... Wampa... Wampa...». Al rato añadía a sus balbuceos: «Wampa...Wampa...Wampan... Wampan... pan ... pan... piro... piro...
Y a Wampampiro se le quedó Wampampiro, el hijo de Timbereta. En definitiva: Wampampiro Timbereta. Así se le conocía dondequiera, y él gozaba con su sonoro, jocoso nombre. Solía decir: Al gato no le puso gato la gente sino que le llaman Misu, Misirringo, Misumisu, Rabiblanco, Culiseco, Bolaechurre... Yo me llamo Wampampiro porque yo mismo me puse ese nombre...
A pocos los niños del barrio le cantaban cuartetas cómicas: Wampampiro Timbereta/ un día se volvió loco/ y trepó una mata e coco/ montado en una chancleta// Wampampiro Timbereta/ con su cabeza e ratón/ se metió en un tinajón/ pa comerse una galleta. Wampampirito no se quedaba atrás. (...) De este modo respondía: Conmigo tú no te metas/: si caí en un tinajón/ fue por coger al ladrón/ que se robó mis galletas./ Yo me llamo Wampampiro,/ de apellido Timbereta:/ seré algún día poeta/ que defenderá al guajiro…
Gordísima Trova: Con tu licenciatura también se gradúa nuestro cariño. Felicidades. Tecladict@s