La tecla del duende
La patria chica, el pueblito donde desandamos los primeros amores y dudas, siempre regresa a nuestra vida. Y puede que uno salga en busca de humo y capiteles, de quimeras de ciudad gigante, pero el molde diminuto, de cariño firme volverá una y otra vez. Esa certeza me asaltó hace poco, mientras leía Por los extraños pueblos. Otro mapa de la Isla, manojo de crónicas de distintos terruños del país, compiladas por Norberto Codina y Jesús David Curbelo. Les regalo un fragmento de la que el gigante Abelardo Estorino le dedicara a su matancero Unión de Reyes.
«Cuenta la leyenda, no sé si la historia también, que en el lugar donde está asentado el pueblo, en algún momento del siglo XIX existía solo una bodeguita. Unos hermanos de apellido Reyes abastecían a los campesinos de la zona con bacalao, sogas, grasa para las carretas y otras necesidades. Eran los tiempos en que empezaban a construirse las líneas ferroviarias de la provincia, en cuyas oficinas, por cierto, trabajó un joven inteligente, matancero él, que se llamaba José Jacinto Milanés. Un día dos ramales provenientes de Matanzas y La Habana se unieron en aquel lugar y desde entonces la población comenzó a identificar la bodeguita como la unión en los hermanos Reyes. Los hermanos decidieron entonces llamarla Unión y los habitantes de la zona la llamaban Unión de los Reyes y así se bautizó el emplazamiento como Unión de Reyes. Es verdad que el nombre tiene sabor o aroma cortesano y tal vez por eso los unionenses siempre fuimos orgullosos y pensábamos que éramos mejores que los habitantes de Alacranes, Bolondrón o Sabanilla del Encomendador. Las muchachas unionenses eran las más lindas, los hombres aguantaban más bebida que nadie, todos bailábamos mejor y la música de Malanga era superior a la de cualquier músico de los alrededores. Tal vez por eso en mi casa decían los Estorino, como si hablaran de los Borbones o de los Plantagenets. Cuando crecí, comprendí que los Estorino éramos una familia larga, decente (con sus historias ocultas como todas las familias) y pobres como ratas, para usar el lugar común»...
En su segundo Play Off, como lo bautizó el maestro de periodismo José Aurelio Paz, Ciego de Ávila se llevó el campeonato. A ese triunfo dedicarán los tecleros de la provincia su tertulia. Será en la Biblioteca Provincial, este sábado, a las 2:00 p.m., reportó Rayza.
Aimée y Naír: En la sonrisa de Frank Lucas y la que vendrá de Ernesto, amanece la felicidad. Teclávila.
Janny: Por ti la peña holguinera tiene un nuevo duende: Reinaldito.
Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera. Albert Einstein