Los que soñamos por la oreja
No hay que ser un especialista en música cubana para saber que César López resulta, sin la menor discusión, uno de los instrumentistas de mayor relieve en el panorama del jazz hecho por nuestros compatriotas en las últimas décadas. Con una sobresaliente carrera dentro y fuera de Cuba, a su nombre ha registrado hasta la actualidad alrededor de 10 producciones fonográficas, en las que se ha desempeñado en los roles de intérprete, compositor y orquestador.
En este 2018, oficialmente le están celebrando a César López 30 años de trabajo musical, tributo que abarca distintas acciones, entre las que se destaca el próximo concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional el domingo 4 de febrero, con un programa en el que se podrá escuchar el estreno de un par de obras del músico homenajeado y que contará, en una de ellas, con la interpretación como solista de quien fuese su maestro en el Instituto Superior de Arte, el laureado saxofonista Miguel Villafruela, residente desde hace tiempo en Chile.
En mi caso, tengo que decir que no estoy de acuerdo con la cifra de 30 años como justificación para el merecido tributo, porque en ese sentido solo se está tomando en cuenta el momento en que César López se integró a una de las formaciones de Irakere (la que se considera como tercera generación en la historia de la macrobanda fundada por Chucho Valdés), pero se ignora el riquísimo período en que este saxofonista laboró en la agrupación de Bobby Carcassés, etapa fundamental en su formación, tanto en lo musical como en lo personal, si se piensa en el hecho de que el vínculo con Bobby (formador de incontables jazzistas en nuestro país) se inició cuando César apenas tenía 16 años y era casi un recién llegado a La Habana.
Más allá de semejante discrepancia, creo que es justo reconocer el trabajo del fundador y director de Habana Ensemble, formación con la que López ha canalizado sus intereses artísticos tras su salida de Irakere. Con participación en diversos discos, sigo pensando que uno de los mejores registros de César, y a la vez de los más incomprendidos en nuestro medio, fue el álbum Cubilete, que él grabase para el sello Unicornio y que viese la luz en el 2000.
Pudiera continuar hablando aquí de otros estupendos fonogramas en los que César ha tenido un rol protagónico, pero me interesa resaltar hoy un aspecto menos abordado en relación con su quehacer, me refiero al trabajo que él ha llevado a cabo como compositor. En ese sentido, numerosos estudiantes del Instituto Superior de Arte (ISA) han apelado a López para que les escribiese piezas para interpretar en el repertorio del recital de graduación. Y no solo esto ha sido en el área del saxofón, pues este notable músico ha preparado obras por encargo para instrumentos tan disímiles al suyo como el contrabajo, o ha escrito música para espectáculos danzarios.
Un rasgo que tipifica la obra de este saxofonista como compositor es el buen gusto que posee al idear cada una de sus piezas, herencia de su trabajo como instrumentista improvisador. En ese orden, vale mencionar su acercamiento a los ritmos autóctonos de nuestra música. Así, un tema de su autoría como Cachao’s family deviene ejemplo de obra con el legado del danzón y en el cual César ejecuta tanto el saxofón como la flauta con la maestría que le es característica. |
Por su parte, en una pieza como Un 5 de noviembre, verificamos su facilidad para entregarnos hermosas obras en las que prevalece el diseño de una fina línea melódica. Es esa una capacidad especial, la de idear composiciones que resaltan por lo agradable de sus melodías centrales, en torno a las cuales, él va tejiendo sucesivas variaciones.
Sucede que cada día César López va dando mayor énfasis a su desempeño como compositor antes que como instrumentista. Por dicho camino, se destaca por escribir piezas que propician la atmósfera ideal para la improvisación jazzística. Para quienes deseen tener una muestra de ello recomiendo escuchar el tema Pata de elefante, incluido en el fonograma denominado Sonajero, salido al mercado en el 2016.
Claro que él no renuncia a su condición de excelente instrumentista. Por ello, en su repertorio incluye cortes como Stevie Blues, muestra de buen hacer en el saxofón, o De tu mano, donde el énfasis está en la interpretación de pasajes con suma belleza lírica. Esto se relaciona con el hecho de que el trabajo como compositor ensancha el espectro armónico del instrumentista, lo cual se pone de manifiesto luego a la hora de improvisar.
Por lo pronto, quien quiera participar de los homenajes que se le están tributando a César López y de paso, disfrutar de obras suyas como el Concertino Primo, para saxofón soprano y orquesta de cuerdas (dedicado a Miguel Villafruela) o del Concierto Cubano, para dos saxofones y orquesta sinfónica, donde los solistas serán Miguel Villafruela, a cargo del saxofón soprano y tenor, y el mismo César en el saxo alto, bajo la dirección de Enrique Pérez Mesa, deberá asistir este domingo 4 de febrero a las 11:00 am a la Sala Covarrubias del Teatro Nacional. Estoy seguro de que la propuesta agradará a los melómanos amantes de la música sin etiquetas.