Los que soñamos por la oreja
Quienes son activos seguidores del escenario trovadoresco nacional, saben que el habanero Erick Méndez es de los cantautores más aventajados en su generación. Él es un artista que ha exteriorizado su forma de ver la vida a través de la fe en Cristo, algo que ha plasmado en buena parte de sus creaciones, con lo que desde un discurso que apela a la poesía cantada, así como a diferentes géneros y estilos musicales, persigue mostrarle a quienes le escuchan lo que considera debe ser un cristiano.
Uno de los rasgos que le ha caracterizado desde su irrupción en el mundo de la trova cubana es el crecimiento que se percibe en su quehacer de manera sostenida y constante, algo que no sucede con la frecuencia que todos desearíamos. Eminente guitarrista, Erick Méndez aprovecha al máximo los recursos que ofrece el instrumento de las seis cuerdas, con un trabajo de acompañamiento de esos que no abundan por los días que corren.
En su más reciente producción fonográfica, el disco nombrado Mi guitarra sigue sonando, si bien las motivaciones de índole cristiana que caracterizan toda su proyección artística y personal se mantienen presentes, creo que en comparación con su anterior álbum, el denominado Canto a Jesús, ahora son un tanto más matizadas, para dar espacio así a otras preocupaciones, también de corte humanístico. De tal suerte, incluye composiciones acerca del fenómeno diaspórico entre los cubanos, uno de los temas recurrentes en la actual producción artístico literaria entre nuestros compatriotas, a propósito del amor por su compañera Tatiana, sobre uno de sus hijos, Samuel, o en relación con el impacto sufrido ante la pérdida de un colega trovador.
Véase el siguiente fragmento de la canción que da nombre a su nuevo álbum, presentado a escala internacional hace pocas semanas en una gira por Dinamarca:
«Mirando afuera veo como lejos de aquí / el futuro parece estarse gestando, / de vez en cuando algún amigo que hace un tiempo se fue / ahora sí parece estar triunfando. / Mas vuelvo a mirar dentro y veo por aquí / a todos los que tras del triunfo un día se fueron, / todo este tiempo el triunfo esperándoles venir / y ellos por allá como yo aquí, padeciendo.
Y siempre parece que algo quiere pasar / y siempre a la par acaban olvidando, / los que resisten todo, los otros que se van / y los que terminan regresando.
Y siempre parece que me tengo que ir / y otro año pasa y yo me sigo quedando / y aunque cada año uno de los míos se larga, / mi guitarra sigue sonando».
Contentivo de 13 piezas, en mi opinión aquí aparecen algunas de las mejores muestras de lo que está sucediendo hoy en lo que he dado en llamar Canción Cubana Contemporánea, el híbrido derivado de lo que fue la Nueva Trova. En tal caso, mencionaría Para que no te apagues, Gente que ve por espejo, Salmo del desierto, Paradoja, Con los ojos de la madrugada, pero sobre todo, la aludida Mi guitarra sigue sonando y especialmente Con la guitarra y la voz, sentido y hermoso tributo al desaparecido Santiago Feliú, que es de esos temas llamados a perdurar al margen del transcurrir del tiempo. No quiero obviar en esta reseña la única versión registrada en el CD, llevada a cabo a propósito de una composición de Gerardo Alfonso, Eres nada, que en el arreglo de Erick asume un aire más cercano al blues.
Así, a lo largo del álbum encontramos los ecos del folk, del pop, de la música tradicional cubana, del blues, del rock, en señal del amplio diapasón de intereses que rondan por la cabeza de Erick Méndez. Importante en el buen resultado final del fonograma es la participación de los instrumentistas de respaldo y de invitados como Leonardo García, Gerardo Alfonso y Adrián Berazaín. A diferencia del criterio del jurado del Premio Cubadisco, que no incluyó el fonograma entre los nominados al galardón durante su más reciente emisión, me parece que este CD, o sea, Mi guitarra sigue sonando, en su conjunto es de lo más atractivo e interesante que se ha grabado en los últimos años en el ámbito trovadoresco nacional y que, aunque apenas se difunda en la radio cubana, varios de sus cortes resistirán la prueba del tiempo. Ya veremos.