Los que soñamos por la oreja
Decididamente soy de los que piensa que todo el que tenga más o menos aptitudes para la música, en su etapa de formación debe vivir la experiencia de integrar un coro. Entre las tantas cosas que le agradezco a la Escuela Especial para Ciegos Abel Santamaría, donde estudié hasta noveno grado, una que siempre evoco fue mi participación desde la más temprana edad en agrupaciones de este tipo. Ello me hizo entender y valorar el hecho musical desde el trabajo colectivo de las voces y de tal suerte, ampliar mi espectro armónico, así como el sentido de la independencia auditiva.
Estoy seguro de que de no haber vivido semejante experiencia durante la infancia y adolescencia, mi modo de apreciar la música sería muy diferente al que poseo en la actualidad. Asimismo, algo derivado de aquellos lindos años de montar repertorio para cantarlo a dos, tres y hasta cuatro voces, es que en el presente tenga un especial interés por todo cuanto acontece entre nosotros en materia de ensambles corales.
En dicho universo, una de las agrupaciones que más he seguido es el coro de cámara Vocal Leo. Ellos irrumpen en nuestro panorama musical allá por 1993, en La Habana, como proyecto ideado por Corina Campos Morales, directora de la formación, y Jorge Luis Pacheco, quien ha fungido como director artístico. De entonces a acá son muchos los lauros atesorados por el colectivo, sin discusión alguna uno de los principales en el movimiento coral cubano de nuestros días.
Entre los numerosos galardones recibidos por el ensamble destacan los dos primeros premios en Polifonía y Folclor obtenidos en el Concurso Internacional de Cantonigrós (1998), el Primer Premio de Canto Coral en el certamen Cubadisco durante la emisión de 2001, así como las dos medallas de oro logradas en las modalidades de Polifonía y Música popular en la Olimpiada Mundial de Coros, celebrada en el año 2004 en Bremen, Alemania.
Hoy quiero comentar en esta columna un muy llamativo fonograma acreditado a Vocal Leo, el que lleva como título Vocaleo’s Spirit, publicado por Producciones Colibrí.
El álbum da testimonio de una de las características sobresalientes de la formación, es decir, ese sello identificativo que la agrupación ha conseguido al emitir sus voces con notable potencia sonora y que se proyectan en el dominio de una variada gama de estilos interpretativos.
El CD se inicia con un puñado de versiones de clásicos de la música popular cubana, con obras como El Manisero, de Moisés Simons, aquí con arreglo de Yaniel Fernández Águila; y Chanchullo, originalmente compuesta por el pianista Rubén González y el contrabajista Cachao López, en un trabajo llevado a cabo por Marialy Pacheco Campos, destacada jazzista cubana que lleva adelante una exitosa carrera como pianista radicada desde hace años en Alemania y que nos visitase durante la emisión del Jazz Plaza de 2014.
Un autor cubano al que los grupos corales de nuestro país suelen recurrir con suma frecuencia es al maestro Guido López-Gavilán, del que nos deleitamos en el disco con la audición de Qué rico é. No faltan en el fonograma temas de autores foráneos, especialmente procedentes de nuestro continente. Así, disfrutamos de piezas como Buenos Aires, Hora Cero, del argentino de talla universal Astor Piazzola; y el preludio y fuga nombrado Oiga, compa’e, del venezolano Manuel Briceño.
Por último, recibimos la grata sorpresa de toparnos con excelentes interpretaciones acerca de tres negros spirituals, pertenecientes a la mejor tradición de la música estadounidense de raíz africana.
Con notas de presentación a cargo de la también directora de coros Digna Guerra, el álbum Vocaleo’s Spirit, de Vocal Leo, es una propuesta harto llamativa no solo para los interesados en las agrupaciones corales sino para todo aquel que guste de trabajos en los que una misma formación tenga diferentes modos de proyectar la maravilla que resulta el hecho musical.