Los que soñamos por la oreja
Siempre que me preguntan por un lugar recomendable para disfrutar de una buena propuesta musical, sin la menor duda respondo que la sala-teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. El equipo que allí labora, integrado entre otros por Tony, Eugenio y Margarita, atiende al visitante con suma amabilidad y respeto. De ahí que tanto melómanos como artistas tengamos, en sentido general, la mejor opinión de lo que acontece semana tras semana en dicho espacio. El que quiera así comprobarlo, puede asistir este jueves al concierto que a las 7:00 p.m. ofrecerá el avileño Diego Gutiérrez, o al que el próximo sábado, y a idéntica hora, dará la agrupación vocal Sampling.
Una de las muchas funciones a las que he ido en Bellas Artes, que me dejó muy satisfecho por el resultado de la propuesta, fue la llevada a cabo el pasado 8 de enero, y tuvo como protagonistas al dúo conformado por la villaclareña Yaíma Orozco y el catalán Alfred Artigas. Unidos en la vida y en el arte, desde inicios de 2013 ellos han dado vida a un proyecto en el que se decantan por la unión entre la trova y el jazz.
En semanas recientes y tras arribar a Cuba, después de ofrecer varias presentaciones en Barcelona, Yaíma y Alfred han realizado por acá una serie de conciertos en lugares como el teatro La Caridad, la Casa de la Uneac y la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, espacios todos ubicados en Santa Clara, y a los que habría que añadir el teatro Tomás Terry, en Cienfuegos.
Tales funciones propiciaron que, cuando el dueto actuó aquí en La Habana, uno percibiera que ellos se sentían muy seguros de lo que estaban haciendo sobre el escenario y que la comunicación entre ambos fluía sin la menor dificultad, resultado lógico de la convivencia diaria, los ensayos y las funciones previas en Cataluña y Cuba.
No recuerdo con exactitud el momento en que escuché cantar por primera vez a Yaíma. Hurgo en mi memoria y la evoco en tantísimos conciertos como corista o haciendo segundas voces a amigos como Alain Garrido, Raúl Marchena, Roly Berrío, Diego Gutiérrez, Leonardo García y todo ese grupo de creadores vinculados a la Trovuntivitis, sin lugar a dudas, cantautores que han conformado en Santa Clara uno de los núcleos de mayor relevancia en el contexto de la Canción Cubana Contemporánea. Por ese camino, la Orozco un día tomó la guitarra en mano e interpretó alguno de los temas compuestos por ella, con lo que trascendía la barrera de la muchacha de singular encanto y ductilidad para el trabajo vocal, transformándose en una trovadora capaz de expresarse con absoluto desenfado en sus composiciones.
Como he escrito una que otra vez, en el repertorio ideado por Yaíma resulta fácil detectar la huella del son, el bolero, la canción tradicional de nuestro país y una que otra pincelada de los aires de la balada y el pop. Pero lo que me parece digno de resaltar es que ella no se quedó detenida en el tiempo, como acontece en no pocas ocasiones, y por ello a todo el arsenal de que disponía para su obra creativa, ahora se ha abierto a las vivificantes influencias del jazz, a partir de su encuentro con el guitarrista Alfred Artigas.
En el caso de este último, él es un guitarrista cuya principal referencia se halla en la música improvisada, y su accionar está asociado a, la escena jazzística de Barcelona y a figuras locales pero de sumo talento, como el guitarrista Jaume Llombart (figura prominente en lo que se conoce como «generación Esmuc»), el saxofonista Hugo Astudillo, el clarinetista Pau Domenech o el contrabajista Marc Cuevas.
En su proyección como ejecutante del instrumento de las seis cuerdas, Alfred demuestra que no únicamente está interesado por hacer solos, sino que tanto como eso, a él le importa muchísimo el trabajo armónico. Mientras me deleitaba escuchándole, de inmediato lo asocié con el estadounidense Bill Frisell, uno de mis guitarristas favoritos por el carácter propositivo de cuanto hace.
En el concierto que Yaíma Orozco y Alfred Artigas ofrecieron en Bellas Artes, presentaron el material de lo que será su debut fonográfico como dúo, un disco que llevará por título Gracia, armado en lo fundamental con temas de la villaclareña y arreglos para guitarra y voz a cargo del músico catalán. Esta es una propuesta que en su conjunto evidencia todo lo que Yaíma ha crecido como artista empeñada en el arte de escribir e interpretar canciones.