Los que soñamos por la oreja
Hacía tiempo que no iba por la ciudad de Santiago de Cuba, esa suerte de Meca o de Belén para los trovadores, y que sobrevive en su cotidianidad empeñada en decir: «en cuanto al desarrollo de la trova en este país, no todo lo he dicho todavía». Muchos más años han transcurrido desde mi anterior visita a la Casa del Joven Creador de dicha provincia, pues en mis más recientes estadías en la otrora capital oriental, no había tenido oportunidad de asistir a la sede de la AHS de aquel territorio.
Por eso, cuando al concluir una de las galas del recién celebrado festival Pepe Sánchez mi hermano Kaloian me propuso dirigirnos a la Casa del Joven Creador, no lo pensé dos veces y allá nos fuimos. Lo primero que me encantó al arribar a la instalación fue apreciar que estaba llena de público, de muchachos y muchachas procedentes en su inmensa mayoría de la cercana universidad. Ello me parece algo importante, porque esos estudiantes deben resultar los destinatarios naturales a los que ha de propiciarse el conocimiento del novel canto juglaresco entre nosotros, no solo para que sean los principales consumidores de tal tipo de propuesta sino porque de ellos y en específico del movimiento de artistas aficionados de las universidades cubanas, han surgido no pocos trovadores o cantautores de tremenda valía en nuestro actual ámbito musical.
Las horas que pasé en la santiaguera Casa del Joven Creador me permitieron reencontrarme con el quehacer de Luis Felipe Veranes o, como le conoce todo el mundo, Felipón. Desde que establecí mi primer contacto con su obra hace alrededor de 15 años, he tenido el convencimiento de que si sus canciones hubiesen sido promovidas de manera coherente en nuestros medios de comunicación, Felipón sería un músico de gran convocatoria.
Esos temas suyos, cargados de ese aire de hibridación característico de otros proyectos sonoros de nuestro país, como pudieran ser Habana Abierta o Interactivo, por solo mencionar un par de nombres, reúnen todos los requisitos para atrapar de inmediato a las audiencias. Semejante criterio lo ratifiqué una vez más al escucharle sus nuevas composiciones, o al menos «nuevas» para mí, pues hacía rato no lo oía en vivo. De la banda acompañante, en particular me llamó la atención su bajista, una chica nombrada Sandra y que como instrumentista de respaldo cumple con exactitud sus funciones.
Otro amigo cuya música volví a disfrutar fue José Aquiles. En más de una ocasión he escrito que en el panorama de lo que gusto denominar canción cubana contemporánea, él es hacedor de una de las obras mejor facturadas en su conjunto, ejemplo de cómo resolver la dicotomía de sonar con muchos elementos de la tradición local y, al propio tiempo, desde una perspectiva absolutamente universal.
De las nuevas figuras que descubrí en la Casa del Joven Creador en Santiago quiero mencionar a Adriana Assef, quien como intérprete de sus piezas le debe mucho al soul, el R&B y, en general, a la forma de cantar en la música negra estadounidense. Con una proyección yo diría que «muy heavy», me hizo evocar la época inicial de Yusa, tanto por la coloratura de su voz, ciertas inflexiones y el tratamiento armónico de sus temas.
Otro cantautor del que no tenía noticias con anterioridad y que también llamó mi atención fue Alejandro Zamora, quien para su presentación invitó a un rapero denominado Alayo y que como MC evidenció un flow singular. Asimismo, no puedo obviar la intervención de Rubén Lester, notable compositor y alguien que demuestra que toda regla posee su excepción, pues él es nacido en Ciudad de La Habana y, sin embargo, reside en Santiago.
Vale señalar que esa noche en la Casa del Joven Creador también actuaron artistas no solo santiagueros sino que por allí pasaron a brindar su arte las villaclareñas Yaíma Orozco, Irina González (una multiinstrumentista a la que varios amigos decidimos renombrar como Irina «Tocatodo»), el trío femenino de corte vocal instrumental Palabras y el habanero Mauricio Figueiral.
Todos ellos, así como los antes aludidos, me hicieron recordar la canción de Vanito en la que se dice: Santiago/ Para sentir/ Santiago/ en el corazón,/ buscando una certeza/ me hiciste presa/ abre tu puerta/ Santiago/ si llamo yo.