Los que soñamos por la oreja
El CD contiene 16 de los temas más populares del grupo. En la tradición de cuartetos vocales que ha tenido Cuba durante años, una de las formaciones de más grato recuerdo, sin la menor discusión, es Los Zafiros. Ahora, como parte de la colección Las Voces del Siglo, un trabajo que ya va resultando imprescindible como parte del rescate de la memoria de la banda sonora de nuestro país, la EGREM pone a disposición de los amantes de la música cubana un disco que reúne una selección de 16 piezas, de las tantas integradas al repertorio del aludido cuarteto.
La audición en conjunto de este fonograma permite constatar algunas de las principales características de Los Zafiros. Así, una de las primeras cosas en que se me ocurre pensar es que en dicha formación, el peso de lo que se proponía desde el punto de vista artístico recaía fundamentalmente en lo concerniente a sus excelentes vocalizaciones, respaldadas por una muy funcional guitarra eléctrica, con lo que —como algunos estudiosos de la agrupación han indicado— el rol de los textos de las melodías por ellos interpretadas pasaban a un segundo plano; de ahí la brevedad de las letras de las canciones de su repertorio, lo cual no les quita un ápice de elocuencia. Aquí las voces de los miembros del cuarteto vienen a ser instrumentos no limitados al simple acompañamiento, sino que asumen total protagonismo.
Con un concepto de producción a cargo de Jorge Rodríguez, edición de José Pérez Lerroy, pasterización de Líber Rivero Pérez, diseño de Alberto Medina Peña y notas de presentación escritas por José Reyes, aparecen en el CD temas de tanto calado entre los amantes de la música cubana como Herido de sombras, memorable bolero de Pedro Vega en el que se le canta a la ruptura de una relación de pareja, o aquellos dos calipsos de José Robles, muchas veces tarareados, Y sabes bien y Puchunguita ven, donde se mantiene como eje el tema amoroso y con una interpretación en la que predominan las continuas vocalizaciones, muestra de las enormes posibilidades para el canto por parte de los integrantes del cuarteto. No podría dejar de mencionar otros cortes como He venido (bolero de Rolando Vergara), Un nombre de mujer (Ofelia), calipso compuesto por Belén Pacheco y Benigno Castillo; La luna en tu mirada, canción de Luis Chanivecky más conocida como La noche y tú, o Locura azul, Canta lo sentimental (bolero escrito por Urbano Gómez Montiel) y Caminadora, la sabrosa conga de Néstor Milí.
Otro aspecto que me llama la atención al revisar los créditos del disco, tiene que ver con el nivel de los músicos que intervienen en la grabación como instrumentistas de apoyatura orquestal. En ese sentido, nos encontramos con figuras de mucho prestigio como los bateristas Guillermo Barreto y Emilio del Monte, los bajistas Papito Hernández y Cachaíto López, Tata Güines en las tumbadoras y Roberto García en el bongó, todos ellos con un brillante historial en nuestro ambiente sonoro.
Lamento, eso sí, no compartir completamente el criterio de mi buen amigo Jorge Rodríguez al seleccionar el repertorio recogido en el fonograma, pues faltan temas que yo diría resultan imprescindibles a la hora de pensar en el quehacer de este cuarteto. Son los casos de las piezas Hermosa Habana, Mis sentimientos, Y deja, Bellecita y Rumba como quiera, que por la repercusión que tuvieron en su momento de estreno durante la década de los 60, y la vigencia que han mantenido en el gusto popular de nuestro pueblo a través de los años transcurridos de entonces a acá, deberían figurar en cualquier álbum concebido como selección, compilación o antología de la recordada formación.
Al margen de dicho señalamiento, estamos ante un CD que tiene el mérito de brindarnos el testimonio de una época y de lo realizado por Los Zafiros, uno de esos contados fenómenos sonoros que entre nosotros, además de trascender su tiempo, logra conciliar la pluralidad de gustos generacionales y musicales de los cubanos, hazaña que, como bien saben los estudiosos de nuestras dinámicas culturales, es harto difícil de conseguir. Congratulaciones, por tanto, para los encargados de materializar la feliz idea de poner en circulación este disco.