Los que soñamos por la oreja
El argentino Rally Barrionuevo. Atrás quedaron los tiempos en que en Cuba estábamos al tanto de lo que andaban haciendo nuestros hermanos latinoamericanos en materia de música. Esto es algo que llama poderosamente la atención, pues se concordará conmigo que en los años 70, dada la existencia de diversos regímenes dictatoriales al sur del Río Bravo, las comunicaciones entre nuestro país y las naciones del área resultaban mucho menos fluidas que en el presente. Sin embargo, por entonces entre nosotros circulaban las grabaciones de gentes como la chilena Violeta Parra, los uruguayos Alfredo Zitarrosa y Daniel Viglietti, o los argentinos César Isella y Mercedes Sosa, artistas de reconocido prestigio en virtud del talento del que han hecho gala.
Hoy, cuando todo es menos complejo en lo concerniente al intercambio cultural, resulta un contrasentido el hecho de que en Cuba ignoremos en gran medida lo que musicalmente acontece en América Latina. Ahora mismo, en nuestro continente hay un auge del llamado folklore urbano, expresión para acuñar un tipo de música que, sorprendentemente para algunos, cada vez vende más discos.
Este término trata de identificar una manera específica de hacer canciones, que no entran en lo folclórico puro, ni en los terrenos de expresiones como el pop. Por ese camino, algunos críticos y teóricos han concebido dicho concepto como una suerte de subgénero, en la cuerda de otras denominaciones en uso por los tiempos que corren, como por ejemplo pop rural, folkpop y reggae andino. La usina nostálgica del género que mira su raíz para no olvidarse de dónde viene, tiene siempre una buena recepción de parte de un público que no se cansa de escuchar los clásicos del cancionero popular.
Como ha señalado Gabriel Plaza, prestigioso crítico musical del periódico argentino La Nación, al margen del interés que muestran los grandes sellos por capitalizar el negocio que producen algunos fenómenos populares, además de apoyar a nuevos artistas o hacer desarrollos especiales de su catálogo, las propuestas de música de raíz folclórica más interesantes se siguen cocinando en la escena independiente. En algunos casos, como ha acontecido en Argentina, logró proyectarse fuera de ese circuito, a partir del interés de productores estrella como Gustavo Santaolalla, o por el apoyo constante de artistas como León Gieco; gracias a la utilización de las nuevas tecnologías y el software libre; a la inserción en ambientes diferentes como el pop y el rock o la inventiva para generarse espacios en ciclos o encuentros en todo el país sudamericano.
En Argentina para entender a la nueva generación capaz de hacer zambas influidas por James Taylor, canciones que emulan a Jorge Drexler o versos surrealistas de identidad regional en versión spinettiana, hay algunos discos fundamentales dentro del llamado folklore urbano: Ey, paisano, de Rally Barrionuevo (con una de las primeras vidalas hip-hop del folklore); Florencia, de Irupé Tarragó Ros (con su versión por milonga de un tema de Charly García); Avenido, del trío Aca Seca (arreglos de jazz para las obras folclorísimas de Juan Quintero); En son de la tierra nueva, de Claudio Sosa (con destacados autores actuales del género); Lumbre, de Mariana Baraj (bagualas centrífugas y percusión). De lo más nuevo: Lo Pez, con programaciones electrónicas; Esencia, de María y Cosecha con la apertura a los autores de América Latina; Del aire, folklore urbano de Laura Ros; Changuito volador, con los bailecitos de Bruno Arias; Sí, de Sandra Aguirre, que recuerda a Celeste Carballo acústica; y Apaganoches, del Topo Encinar, cruza de pura tucumanía zambera, chacareras truncas y cancionero pop.
Al dúo mendocino que integran Tilín Orozco y Fernando Barrientos, se debe el fonograma Celador de sueños, álbum que resultó un verdadero suceso de popularidad en varios países de América Latina entre el 2005 y el 2006. Otro disco de obligatoria mención en la tendencia de hibridar los aires del fol con la música popular urbana es el CD doble nombrado Litoral, de Liliana Herrero. Todos son valiosos trabajos de músicos argentinos en sintonía con esta corriente, y que bien valdría la pena comenzaran a ser difundidos por acá.