Los que soñamos por la oreja
La del pasado día 17 fue una de las mejores presentaciones de Faya en su carrera. Cuando hace unos años la compañía Magic Music acometió un proyecto denominado Cuba: la isla de la música, no exageraba un ápice en la afirmación. Por estos días esa idea es fácil de comprobar. Al amparo del Cubadisco, se celebran en Ciudad de La Habana numerosas presentaciones de artistas de diferentes géneros y estilos. Pero lo sorprendente es que al margen de la programación por dicho evento, también han venido ofreciéndose conciertos de altísima valía. Como que no puedo reseñarlos por separado, haré un compendio de mis impresiones en tales funciones.
La primera presentación a la que me referiré tuvo lugar el jueves 17 en el teatro de Bellas Artes. Allí actuó Alberto Faya y su grupo Camino de Santiago. El concierto llevó por nombre El mundo negro de América. Fue ese el primer mérito del espectáculo, pues no fue una mera sucesión de temas cantados, sino que la función se concibió a partir de una premisa conceptual: ser un recorrido breve pero representativo por las influencias de la cultura de África en nuestro continente. Así, escuchamos desde piezas de clara definición en los aires afrocubanos, hasta otras sudamericanas en las que las raíces negras también están presentes, y que me evocaron la etapa de Faya como integrante del grupo Moncada.
Diversos invitados fueron convocados por Alberto para la ocasión y todos tuvieron un correcto desempeño. En particular resaltaron las intervenciones del flautista Alberto Corrales y del trompetista Yasek Manzano. Ambos corroboraron que, además de instrumentistas destacadísimos, son un par de formidables compositores. Concierto muy difícil de llevar a cabo por el alto número de participantes y la complejidad del repertorio escogido, estoy convencido de que esta ha sido una de las mejores presentaciones de Faya en su carrera.
El segundo concierto del que hablaré se desarrolló el viernes 18 en el Centro Hispanoamericano de Cultura. Encuentro fue el nombre de la función protagonizada por el músico brasileño Gladston Galliza y los cubanos de la banda Esperanza. Él es un cantautor residente en Madrid desde 1998 y cuenta con una obra discográfica recogida en cinco producciones propias y varias colaboraciones. Su talento y versatilidad le han permitido actuar en muy diversos escenarios donde ha compartido con grandes de la música brasileña como Leni Andrade y Lenine.
En la que no dudo en calificar de extraordinaria presentación, pudo comprobarse que entre sus principales influencias están Toninho Horta, Milton Nascimento y Antônio Carlos Jobim. Como creador, su obra apuesta por la unión de ritmos brasileños con otros latinoamericanos (entre ellos cubanos, dada su cercanía a músicos nuestros como Gema y Pavel o Habana Abierta) e incluso, españoles. En la proyección de Gladston maravilla el dominio guitarrístico que posee, con total dominio de la armonía. No quiero soslayar el formidable papel jugado por los miembros del grupo Esperanza que, sin apenas ensayo con el brasileño, montaron el repertorio del músico. En este sentido sobresalieron Danays Bautista desde la guitarra y la voz, así como la flautista Majela Herrera, una instrumentista que progresa por día.
Finalmente, también en el Centro Hispanoamericano, el sábado 19 dio inicio un nuevo proyecto destinado a promover la canción cubana de autor. El espacio, titulado Verdadero complot y que tiene a Pavel Poveda como fuente impulsora, contó para su debut con un concierto a cargo de Eric Méndez, quien recientemente ganó la beca de creación artística Sindo Garay, otorgada por el Centro Pablo. He asistido a varios recitales de Eric, como uno que ofreció en homenaje a la poeta Lina de Feria, pero este reciente marca sin lugar a duda su momento de maduración como cantautor. Fue un concierto agradable, bien balanceado en la selección de los temas interpretados con el respaldo de varios músicos amigos y que dará un buen impulso a las ganas de crear del joven trovador.
Excelente desempeño el de la banda que acompañó a Eric, en la que destacó Lily H. Balance como corista y en segundas voces, así como el quehacer del saxofonista invitado. En fin, demos gracias por tanta buena música.