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«Cuando la gente te hable de guerra preventiva, diles que vayan ellos y combatan allí. Luego de mi experiencia, yo he comenzado a odiar la guerra». No es el comentario de ningún muchacho estadounidense que regresó de Iraq o de Afganistán con heridas en el cuerpo y en la psiquis, aunque sea un criterio tan actual que el sayo le venga bien al régimen de George W. Bush por lo que le ha hecho a sus soldados y a su pueblo.
La aseveración es de quien fuera general de cinco estrellas y presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, y no se dude de que fue una voz autorizada para tales criterios.
Pero los halcones-gallinas que dominan en la Casa Blanca no escarmentarán jamás por cabeza ajena, ya que nada conocen de cuanto se pierde y se sufre en un campo de batalla, y bien poco les importa desangrar a quienes visten el uniforme.
Ahora mismo el Pentágono está considerando un plan para extender el servicio a 15 000 soldados en Iraq, dando respuesta así a la solicitud hecha por el general David Petraeus, recién nombrado comandante de las fuerzas estadounidenses en Iraq. Ello implica extender hasta un máximo de 120 días los deberes de cinco brigadas en activo (cuatro terrestres y una de aviación de combate) que no volverán a sus casas, como estaba previsto, si el plan es aprobado por el secretario de Defensa Robert Gates.
Al mismo tiempo, este lunes se anunció que 13 000 efectivos de la Guardia Nacional están recibiendo la notificación que les anuncia su posible emplazamiento en Iraq, por lo que para varios miles de ellos, ese será el segundo viaje al terreno bélico de las unidades que tienen base en Little Rock, Oklahoma, Indianápolis y Columbus.
Mientras esta orden se ejecuta, George W. Bush, en un aparente estado de desesperación por la oposición que crece en ambas cámaras del Congreo y, por supuesto, entre la ciudadanía, insistió en criticar a los legisladores que intentan frenar el financiamiento adicional de 100 000 millones de dólares si no se aprueba al mismo tiempo una provisión que asegure la retirada de las tropas de combate para el 31 de marzo de 2008, lo que ha sido amenazado con el veto por parte del señor de la Casa Blanca.
Para añadir un punto más a la desmoralización, ha sido expuesto por la publicación Salon.com un yerro mayor: los militares van a reenviar a Iraq soldados que padecen de agudos desórdenes de stress postraumático aunque tengan recomendación clínica de no estar aptos para el servicio, severas lesiones en la espalda, y otras heridas serias recibidas en esa guerra.
En Fort Benning, médicos militares se reunieron con soldados de la división para reevaluar sus problemas de salud y sencillamente reducir la gravedad...
Sangre y dinero, así pavimenta la Casa Blanca bushiana su camino. Y esta simple relación demuestra cómo se hace y quién influye en el imperio: hoy por hoy, por cada persona que trabaja en el exterior para el Departamento de Estado, aparentemente para la diplomacia y el diálogo, hay más de diez en la plantilla del Departamento de Defensa, o mejor dicho el Departamento de la Guerra.