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Ehren Watada: Foto: Reuters Su decisión ha sido firme: prefiere enfrentar una corte marcial antes que unirse a la guerra. El primer teniente Ehren Watada lo determinó así hace siete meses, aunque desde antes les había comunicado a sus superiores su criterio, de que la guerra contra Iraq es ilegal e inmoral. En enero de 2006 intentó renunciar, pero el ejército de Estados Unidos le denegó esa posibilidad, en un mensaje claro para otros oficiales que estén pensando desafiar las órdenes de emplazamiento en el escenario bélico.
Este lunes, en Fort Lewis, Washington, comenzó el juicio al objetor de conciencia, quien se une a los miles de soldados que no se han presentado al llamado del servicio por su oposición a la guerra en Iraq.
Watada ha dejado cosas en claro: él no es un pacifista, «no temo combatir»... «Si mi país necesita que lo defienda, yo sería el primer en coger un fusil. Pero no quiero ser parte de una guerra que creo es criminal».
Se estima que recibirá un duro castigo. Ya en agosto, durante una audiencia preliminar, el fiscal del ejército, capitán Dan Kuecker, calificó la decisión del primer teniente de «deshonrosa» y «vergonzosa». Sin embargo, la actitud de Ehren Watada ha sido aplaudida por muchos, y el movimiento antibélico lo considera todo un verdadero héroe americano.
El lunes, mientras comenzaba el juicio en Fort Lewis, la policía del Capitolio de Washington arrestaba a diez manifestantes contra la guerra que habían llegado hasta la oficina del senador John McCain. Son miembros de la organización antibelicista Code Pink, y esa era una más entre dos docenas de protestas similares que tenían lugar en Estados Unidos, coincidiendo con el cuarto aniversario del discurso que hiciera en la ONU el entonces secretario de Estado Colin Powell, para convencer al mundo de que Iraq tenía armas de destrucción masiva y era necesario lanzar la guerra.
Así que el inicio del juicio a Watada y el arresto de otros activistas contra la guerra podían tomarse casi como una celebración de la gran mentira bushiana.
George W. Bush hizo lo propio, nadar contra la corriente, cuando ese mismo lunes 5 de febrero presentó oficialmente el presupuesto de la nación para el año fiscal 2008 —que comenzará a regir a partir de septiembre de este año 2007— y para los gastos militares solicitó nada menos que 700 000 millones de dólares. La guerra en Iraq se llevará los dineros de muchos de los programas domésticos que recorta una vez más.
No solo aumenta el presupuesto bélico, hace tres semanas aproximadamente, George W. Bush visitó Fort Benning y explicó allí su controversial plan de incrementar el número de las fuerzas de EE.UU. en Iraq. En estos momentos la compañía 598 de la tercera Brigada, de la Tercera División de Infantería parte para su tercer viaje de servicio en Iraq. Una estoica preocupación reina en las familias: ¿Regresarán a casa o dejarán sus vidas en los lejanos parajes que ya conocen demasiado?
Sin embargo, las aviesas intenciones de Bush y su equipo tienen oposición. Crece a diario el número de estadounidenses que consideran que los esfuerzos bélicos deben ser abandonados ya, cuando 3 098 soldados han muerto durante la operación militar y más de 23 000 han sido heridos en las acciones guerreras. Una encuesta del Rasmussen Reports dice que el 55 por ciento de los norteamericanos creen que las tropas deben ser retiradas de Iraq y el 37 por ciento categóricamente dice: «Ahora mismo».