Acuse de recibo
El pasado 10 de julio, Rita Ruiz Gutiérrez solicitó aquí atención para una persona fuera de sus cabales, en nombre de los residentes en el edificio sito en Concepción No. 833, entre Línea del Ferrocarril y 18, en el barrio habanero de Lawton, del municipio de Diez de Octubre.
Precisaba que era un caso de extrema sensibilidad y urgencia: un sexagenario llamado Julio, residente en el apartamento cuatro de ese inmueble, quien había extraviado el control de su mente de forma paulatina, hasta convertir su hogar en un basurero de todo lo que recogía por ahí, y vivir en la inmundicia.
Tal era el problema, decía, que ya le era imposible entrar al apartamento. Y estaba viviendo, literalmente, en la escalera del edificio que va a la segunda planta. Ahí dormía y hacía todas sus necesidades fisiológicas. Comía de lo que encontraba en la basura. Los vecinos le daban alimentos cuando podían. No se bañaba y tomaba agua cuando podía.
Ya está presentando, añadía, síntomas de patologías, pues se encuentra hinchado, sobre todo en piernas y pies. Y calza cualquier zapato que encuentra tirado en la basura.
«De no ser la situación muy crítica, indicaba, no se hubiera llegado a este nivel. Ya hemos pasado por todos los niveles orientados por la Fiscalía municipal de Diez de Octubre, policlínico del área, Higiene y Epidemiología, trabajadores sociales, médico de familia del área. Y a pesar de la visita en el lugar de estas entidades, no se ha dado solución.
«Es realmente un panorama bien triste, y más triste aún que ninguna de las instituciones a las que hemos apelado se ha proyectado de forma efectiva. Julio sigue viviendo en la escalera, apenas responde con coherencia a algo que le dices. Por favor, necesitamos ayuda. Peligra la vida de Julio y están afectados muchos vecinos del entorno por tal situación», concluía.
Y escribió de nuevo Rita para contar que la semana pasada trasladaron a Julio del basurero de su casa para un asilo. Y fueron a extraer del apartamento toda la basura que tenía dentro: el equivalente a cuatro contenedores de basura de los azules.
Rita manifiesta que tal desenlace demuestra el poder de convencimiento que pueden llegar a tener los medios de comunicación masiva. Y agradece el apoyo de esta sección.
«Espero que casos como este, afirma, que se puedan presentar en otros lugares de nuestra ciudad, no sea necesario esperar a que se llegue al límite de la tolerancia, y se logren resultados solamente con las gestiones comunitarias e internas de la municipalidad. Esa es una de las razones por las que se constituyeron los Gobiernos municipales», concluye.
Agradezco la información brindada por la propia Rita, y espero que las autoridades correspondientes respondan con más precisiones y detalles del desenlace positivo de esta historia, y expliquen el porqué antes, a pesar de las gestiones de los vecinos, no había respuesta, ni se tomó la decisión que sí se adoptó luego de que se publicara la queja de la vecina. Además, ¿qué hacían los trabajadores sociales del área correspondiente?