Acuse de recibo
El 25 de junio pasado, y desde la ciudad de Camagüey, Guillermo Domínguez García contó aquí que, de visita en Estados Unidos, despachó hacia Cuba el 15 de agosto de 2019 unas herramientas y otros artículos, con un peso total de 298 libras, para recoger ese envío en la agencia Palco en La Habana. Le entregaron factura, teléfonos y correos con que podría contactar con la agencia en La Habana. Y ya en Cuba, preocupado por la demora llamó a esos teléfonos en reiteradas ocasiones, y no fue atendido. Ni tuvo respuesta por correo electrónico.
El 12 de noviembre de 2020 recibió llamada telefónica desde La Habana: tenía 24 horas para recoger su envío en Almacenes Palco, en calle 150 entre 21A y 25, en el municipio capitalino de Playa. Con 84 años y elevados gastos llegó allí. Pero la entrega estaba incompleta. Solo recibió 67 libras de lo depositado. Quien lo atendió le dijo que el resto era posible que estuviera en otro contenedor en el puerto de Mariel; que avisarían. Y le dio una tarjeta con su información de contacto.
Dos meses después, y sin aviso alguno, lo llamó. Dijo que «el contenedor no estaba en Mariel; y era posible que estuviera en Panamá, donde debían bajar la carga y pasarla a otro barco, pues el que la trajo hasta ahí no podía tocar puerto cubano». A la siguiente llamada le indicó que el contenedor tampoco estaba en Panamá, y era posible que no hubiese salido aún de Estados Unidos. En la última llamada, le dijo que realizara la reclamación en Estados Unidos, pues su función solo consistía en realizar la entrega.
«Hoy sigo sin recibir ningún tipo de información, y mucho menos mis artículos, denunciaba Guillermo. ¿Cómo es posible que si impuse el envío el mismo día, en el mismo lugar y a la misma hora, dicha agencia solo me haga entrega parcial de mi orden y con total desconocimiento del resto del envío? ¿Cómo es posible que una agencia que representa a nuestro país internacionalmente en este asunto no sea capaz de darme una respuesta concreta y me responda con tanta informalidad, poca profesionalidad y carente de argumentos? ¿Debo dar por perdido mi dinero, mis artículos, mi derecho a una respuesta y a un trato y repuesta adecuados?», concluía.
Y como si fuera poco lo vivido, Guillermo vuelve a escribirme para, además de agradecer la publicación de su historia, expresar: «He notado la falta de respeto inmensa por parte de la Agencia Palco a mi persona como cliente y a ustedes como prensa, ya que desde que se publicó mi anterior carta nadie se ha tomado la molestia de llamarme o comunicarse por alguna vía para darme una respuesta sobre mi situación y mis pertenencias, desaparecidas aún.
«Existe una carencia total de profesionalidad en dicha agencia Palco. La superficialidad con la que tratan los asuntos de sus clientes, está lejos de marchar en la misma senda de las demandas que realiza hoy el país a sus instituciones.
«La Agencia Palco es ciega y sorda ante los reclamos de sus clientes (no soy solo yo quien está en esta situación). Resulta ofensivo que nadie de dicha entidad lea la cantidad de comentarios que sobre su gestión se han generado en el propio periódico, después de la publicación de mi carta.
«Una vez más agradezco al periódico y solo espero que los organismos que fiscalizan esta empresa remuevan la mata para que los frutos podridos de Palco caigan», concluye.
Teresa B. Valdés Fuentes (Pastora, No. 170, entre Alemán y Carretera Central, Santa Clara, Villa Clara) refiere que el 25 de junio envió por correo a su hija en Jiguaní, Granma, dos paquetes: uno de aseo personal y el otro con medicamentos para su cardiopatía, que aún no han llegado a sus manos.
El 3 de julio ella le envió un correo electrónico al Director de Correos de Cuba en Villa Clara para saber dónde estaban los paquetes. Y este le respondió ese mismo día que, según el sitio www.correos.cu, estos estaban en el Centro de Clasificación de Granma, sito en Bayamo. Y ya clasificados para ser enviados hacia Jiguaní.
El 6 de agosto la hija de Teresa buscó en el sitio www.correos.cu, e informaba lo mismo. Y el 19 de agosto permanecía la misma información: clasificados para enviarlos a Jiguaní.
«Pero siguen en el limbo los paquetes», afirma Teresa.