Acuse de recibo
El pasado 16 de marzo, y desde la comunidad Río Grande-Levisa, en el municipio holguinero de Mayarí, Evaristo Fonseca Rodríguez contó la historia de una obra trunca que permanecía abandonada y afectaba a los vecinos.
En junio de 2020, refería, la empresa del níquel Comandante René Ramos Latour, hoy Empresa de Servicios Nicaro Tec., situó una valla con fecha de inicio y final de la construcción de viviendas justo frente a su casa. Y comenzó la excavación con un buldócer, de un área de unos 70 metros de largo, diez de ancho y tres de profundidad.
Fueron días muy difíciles, decía, porque esas operaciones ruidosas y temblorosas distaban solo diez metros de un grupo de viviendas biplantas, entre ellas la de Evaristo.
Concluyó la excavación y comenzaron a rellenar, pero solo lo hicieron hasta 40 o 50 centímetros. Quedaron algunos montículos de relleno que no fueron alisados. Y abandonaron el área, para no retornar.
«Ahora dicha excavación está mediada de agua turbia, decía, y ha traído consigo un infierno de mosquitos y otros insectos. Pero lo más complejo es el derrumbe de la pared del talud que está próximo a las viviendas, y que ya ha cobrado tres metros aproximadamente, poniendo en riesgo su seguridad, pues la humedad está socavando el firme».
Apelaron al delegado de la circunscripción, quien, muy preocupado por el asunto, tramitó la inquietud. Los vecinos también contactaron con la Dirección de la Empresa que construye. «Y a estas alturas, expresaba, solo ha primado el silencio como respuesta».
Añadía que la última batalla de los vecinos está centrada en velar el área. Han tenido que requerir a muchos niños, que se «bañan» en esa «piscina» de agua estancada, máxime en estos tiempos de pandemia.
Y, acorde con la denuncia de Evaristo, este redactor preguntaba: ¿Quién responde por esta olvidada muestra de chapucería con irrespeto e insensibilidad?
Responde Yaidisury Salazar Infante, directora general de Nicaro Tec. que a Evaristo «le asiste la razón en parte».
Y afirma que allí se construyen dos biplantas de cuatro apartamentos cada uno, que están en la etapa de inicio y desarrollo. A fines de junio de 2020 comenzó el movimiento de tierra. Y por características del terreno, se debían cavar tres metros de profundidad, y después rellenar con rocoso por capas; lo cual se hizo hasta la primera. Pero por las lluvias de inicios de octubre, el foso tenía un nivel de agua considerable. Y no era aconsejable continuar vertiendo rocoso hasta que no se achicara. Se extrajo agua en varias ocasiones, pero las lluvias continuaron. Y a fines de diciembre se paralizó temporalmente la obra por afectaciones en combustible, situación que se mantiene. Por ello, hubo deslizamiento del talud, que, por el actuar oportuno, actualmente no afecta a las viviendas cercanas.
Es incierto que haya chapucería, añade. Se trabajó según lo proyectado. Evidencia de ello es que el agua acumulada no escurrió gracias a la compactación de la primera capa, que garantizó la calidad de la cimentación, lo cual fue certificado por una empresa competente.
Refuta lo del abandono de la obra: «Los especialistas encargados de la construcción habían evaluado las acciones a ejecutar para su solución, antes de publicada la queja, que consisten en extraer el agua y retener el talud, donde se ha vertido rocoso para la contención del mismo. Actualmente se le da continuidad a esta inversión en medio de la compleja situación que atraviesa el país».
Asegura que al respecto no se había presentado queja a la entidad. Y explica que los ruidos y vibraciones provocados por los equipos son propios de una zona en construcción. Son molestos por su cercanía a un asentamiento poblacional, mas corresponden a la prioridad del programa de construcción de viviendas.
Agradezco la respuesta y la explicación de ciertas interioridades de la obra, aun cuando en otros aspectos afloran contradicciones entre ambas versiones. Hubiera resultado ilustrativo explicar en qué parte tenía la razón Evaristo, quien afirmaba que «solo ha primado el silencio como respuesta».