Acuse de recibo
El 26 de abril de 2018, Caridad Pérez González contó aquí que el 10 de febrero de este año, en una tienda de Calzada de 10 de Octubre y Zapote, le compró a su esposo, por 322 pesos, un par de zapatos de vestir con buena apariencia, como regalo por el Día de los enamorados. Él los estrenó el 4 de abril, y viraron despegados a la casa. El 5 de abril Caridad fue a la tienda con el par y el comprobante de venta. Habló con la empleada que se los vendió, quien le dijo que volviera cuando el administrador estuviera presente.
Caridad retornó el 9 de abril y habló con el administrador, quien le dijo que no tenía solución para su problema, pues había pasado tiempo entre la compra y la reclamación. Lo que más podía hacer, añadió, era que le dejara los zapatos y su número de móvil, para así localizarle en cuanto hubiera solución, lo cual podía tardar días o meses. Y ella asintió, esperanzada.
El 14 de abril Caridad me escribió y todo estaba igual. «No puedo seguir esperando por una solución a un problema que no causé. Y lejos de ayudar a mi esposo, lo que compré fue un disgusto y más problemas», concluía.
El 23 de noviembre pasado (¡casi siete meses después!) Teresa Mora Marichal, directora de Organización y Sistemas de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía, respondió a esta queja de una defraudada consumidora.
La misiva apunta que, según Humberto Cardoso Véliz, director de la Empresa Provincial de Comercio de La Habana, el caso fue atendido por las técnicas de protección al consumidor, quienes visitaron a Caridad.
«Después de las verificaciones pertinentes, señala, y constatar las gestiones que estaba realizando el administrador a partir del 9 de abril, se consideró que a pesar de haber transcurrido dos meses de la compra, a la recurrente le asistía la razón, al comprobar que el calzado estaba sin uso, completamente despegado, determinando resarcir el daño, acción que realizó el propio administrador».
Menos mal que hubo resarcimiento al final. Pero es evidente que la carta de Caridad, publicada aquí, fue la que encendió la mecha de la solución. No se explica por qué el mismo administrador que dijo no tener solución para su problema fue quien la resarció después. ¿Fue entonces por la visita de las técnicas de Protección al Consumidor, la cual, por cierto, se registró dos meses después?
Para más, si la visita fue a inicios de junio, ¿por qué la respuesta llega después de haber transcurrido más de cinco meses? La protección al consumidor, y el respeto a sus derechos, son no solo atender a tiempo y con agilidad sus quejas, sino también responder con similar intención a lo que fue público en la prensa.
El doctor Juan Oscar Fernández (Paradero 124, entra Santa Ana y Boyeros, Cerro, La Habana) cuenta que el pasado 1ro. de diciembre él y su familia pasaron por una tienda recaudadora de divisas de Jagüey Grande, en Matanzas; y su sobrina se interesó por unas telas que andaba buscando y encontró allí.
Pero… ¿por qué casi siempre hay «peros»?, la dependienta le dijo que allí solo se vendían las telas los martes y jueves, si les prestaban la vara certificada. Pues a veces no la prestaban, y tampoco se podía vender esos días.
Los visitantes pidieron que les explicaran esa directiva, que cómo eso era posible, si ella estaba vendiendo allí en la tienda centímetros, y podía medir la tela. Y la respuesta fue tajante: Sin la vara certificada no podía vender.
“Nos quedamos anonadados, afirma Juan Oscar. Aquello era el absurdo más grande que había oído en una tienda… y eso que he oído muchísimos… Pero el final fue también inesperado. Había un cartel en la tienda que daba esa información al cliente. Salimos, pensando que habíamos visto una película de ciencia ficción, que aquello no podía ser verdad. Y nos reíamos de nuestra frustración, ante tan lamentable hecho.
“Quisiera saber si alguien puede darnos una respuesta que se ajuste a la realidad; si los directivos de la tienda, del municipio y la provincia conocen tal práctica. Sabemos las nuevas disposiciones de protección al consumidor, estamos muy de acuerdo, con que se cumplan. ¿Pero de esa forma? No hay que exagerar, concluye Juan Oscar.