Acuse de recibo
Nora Isabel Ibáñez Guzmeli (Maceo 413, Florida, Camagüey) tiene ciertas dudas sobre la reciente decisión gubernamental de, a partir del pasado 1ro. de noviembre, aumentar a 242 pesos la pensión mínima a jubilados en el país, que era de 200.
Cuenta la remitente que su anciana madre se jubiló hace muchos años con 162 pesos. Y cuando su papá, jubilado también, falleció, ella se afilió a la pensión por viudez, y le aumentaron su chequera hasta 200 pesos.
Pensando que ella iba a ser también incluida en el reciente beneficio, que dispone 242 pesos como pensión mínima por jubilación en Cuba, la señora se personó en las oficinas donde se hacen esos trámites y se recogen las nuevas chequeras.
El asombro fue cuando le dijeron que ese aumento de la pensión mínima no le corresponde, ya que su chequera aparece marcada con una M, lo cual significa que ella es una viuda beneficiada ya.
«Se les explicó que mi mamá lo que gana son 200 pesos, y es jubilada por haber laborado más de 30 años primero como obrera agrícola y después en la limpieza de establecimientos de servicio. Y aun así le dijeron que no tenía derecho al aumento», refiere Nora Isabel.
Por su parte, Luisa B. Gómez González, residente en Veracruz 9, Zulueta, en la provincia de Villa Clara, cuenta que a su suegra le sucedió lo mismo.
Al recoger la nueva chequera, le informaron que no pueden aumentarle a 242, porque ella unificó su jubilación con la pensión de su esposo, ya fallecido, por lo cual se mantiene con 200 pesos.
Luisa llamó a la filial del Instituto Nacional de Seguridad Social (Inass) en su territorio, y le respondieron que esa era la indicación que tenían.
Ni la madre de Nora Isabel ni la suegra de Luisa entienden por qué si la pensión mínima por jubilación en Cuba es de 242 pesos, ellas no sean tenidas en cuenta, por haberse adscrito, cuando eran mucho más bajas tales pensiones, a la unificación a consecuencia de la viudez.
Ellas y sus familiares necesitan una explicación del porqué, teniendo en cuenta que, de por sí, aunque la medida beneficiosa para las jubilaciones mínimas representa globalmente un incremento de millones de pesos anualmente de gastos por este concepto del Presupuesto del Estado, se haya hecho esta exclusión de las jubiladas que se acogieron en un momento a la pensión de sus cónyuges para mejorar sus limitadísimas economías.
Miguel A. Hernández González (Edificio 13, apto. 10, Micro I, Nuevitas, Camagüey) cuenta que en octubre pasado a su mamá se le diagnosticó una gran depresión, y ha sido atendida con amor y dedicación por la doctora Gladis.
Refiere que la familia fue percibiendo con gran alegría la recuperación de la anciana. Bajo la orientación de la trabajadora social Belkis la señora comenzó a asistir a la Casa del Abuelo del municipio.
«Es allí donde ella está completamente bien y se siente útil, refiere el hijo. Ya no es la anciana triste y deprimida. La atención en ese paraíso de los abuelos es excelente. Todo el personal trabaja en colectivo de conjunto con los ancianos para que ellos se sientan útiles y felices.
«Lugares como estos son siempre dignos de admirar, y referencia para nuevos proyectos, tan necesarios en un país con una población cada vez más envejecida», concluye Miguel.
Orlando Salas Hechavarría, ingeniero electricista e innovador, vanguardia nacional del Ministerio de Industrias en 1964, cuyo diploma firmó el Che, está preocupado por cierto contrasentido.
El remitente, quien vive en el Edificio 72, apto.5, del reparto capitalino Guiteras, afirma que en el recibo del consumo eléctrico de su hogar, hay un llamado al ahorro que dice: Enciende solo las luces necesarias, evita abrir el refrigerador frecuentemente, apaga el ventilador si no lo estás usando, enciende el aire acondicionado preferiblemente después de las 10:00 p.m., y junta la mayor cantidad de ropa para lavar o planchar.
Sin embargo, señala, proliferan las luces encendidas de patios, pasillos y portales en muchas entidades, a pleno sol. Y últimamente ve encendido el alumbrado público en parte de nuestra capital en pleno día. ¿Qué sucede?