Acuse de recibo
El 16 de noviembre de 2017 revelé la denuncia enviada por Mauricio Acosta el 2 de ese propio mes, desde el poblado Barreras, en el municipio habanero de Guanabacoa. El remitente se dolía de ver cómo frente a su hogar pasaba un arroyuelo de agua potable a casi 20 litros por segundo, proveniente de una tubería recién reparada por una inversión de Recursos Hidráulicos.
Describía así la chapucería: «Mala terminación en general, tuberías a flor de tierra por donde pasan vehículos, incluso pesados. Se averió la de albañal y está provocando un posible derrumbe de la vía, con su respectivo hueco que está al descubierto...».
Apuntaba que el miedo de los pobladores a reportar esas irregularidades proviene de la acostumbrada acción de antes: «Reportas y te quitan el agua por un tiempo, no reparan y la vuelven a poner. Lo tradicional es que el propio pueblo ha reparado las averías, pero ya esto no es posible, pues el cansancio ante la desatención institucional ha dado al traste con la desocupación ciudadana», concluía.
Hasta hoy no he recibido respuesta alguna, y Mauricio vuelve a la carga, para contar que a raíz de lo publicado, ese mismo día fue visitado por representantes de la Empresa de Construcciones de Recursos Hidráulicos. Recorrieron los sitios reflejados en la queja. Mauricio mostró a los visitantes, en presencia del delegado de circunscripción, los otros cinco salideros y la rotura del tubo de albañal.
El 23 de noviembre, una brigada fue y arregló uno de ellos. Mauricio les planteó a los operarios que había en la zona, a solo 50 metros, cuatro salideros más. Ellos dijeron que por cada salidero es una orden de trabajo, y tenían una sola orden. Que la orientación es arreglar solo el de la orden, y si hay otro, aunque sea a 50 centímetros, debe esperar a la próxima orden. De lo contrario los sancionan, y ellos no estaban para ser sancionados.
«Hasta el día de hoy, como dice la canción, el cuartico está igualito: el agua corriendo por las calles, los viales rompiéndose, la indolencia llenando los burós de muchos, y el pueblo sufriendo los procedimientos absurdos de directivos que dicen cumplir los planes al pie de la letra. «Para colmo de males, lo referido en mi primera queja de que quitan el agua cuando hay una queja, se hizo realidad: Estuvimos sin servicio de agua desde el viernes 17 hasta el sábado 25 de noviembre. Digo esto, pues indagué con el delegado, el cual me refirió no ser avisado del corte del servicio por ningún motivo.
«A pesar de los días sin agua ni arreglo, los salideros están ahí, “dando lo mejor de sí”, junto a otros como los del vecino poblado La Gallega, en una línea nueva, de solo un año. Vierten al vial principal. Hoy día se corre el riesgo de que el servicio de transporte público sea suspendido por falta de reparación del vial.
«El 24 de diciembre se personó el jefe de la brigada ejecutora de la inversión realizada para que firmara la respuesta a Juventud Rebelde. La firmé con el compromiso de que repararan el resto de los lugares. Pero hasta la fecha no se han reparado y los salideros están creciendo, con el peligro de que el vial se siga rompiendo.
«A ello súmele la falta de voluntad para resolver el tan viejo planteamiento del alcantarillado de una parte del poblado, que ha arrastrado más de cinco mandatos del Poder Popular y no se le da solución.
«Hasta un poblador donó una parte de su finca para hacer en ella la laguna de oxidación, por gestiones propias en coordinación con el delegado de entonces. Se comenzaron las labores con el esfuerzo del propio pueblo, y no hubo apoyo administrativo.
«Esto pudiera ser historia pasada, pero ya casi se convierte en histeria, al ver cómo tres generaciones viven crecen y nacen en tales condiciones y nadie da respuesta. Este es un terreno que no tiene solvencia, y por desgracia los albañales salen por alguna vía a la calle. No es voluntad ciudadana de que eso suceda, los conocidos carros fosas sustraen el producto de las mismas y al otro día ya están llenas. Y no quiera ver si llueve: son días y días corriendo con más afluencia», concluye.