Acuse de recibo
Desde el batey Benito Juárez, en el municipio villaclareño de Placetas, Maday Díaz Bravo relata una historia de impunidad, a la cual las instituciones del territorio no han sido capaces aún de ponerle freno.
Cuenta ella que es madre divorciada, con un hijo de nueve años, que a la edad de cuatro sufrió una meningoencefalitis bacteriana, por lo cual quedó con lesión estática del sistema nervioso central, hemiplejia izquierda y epilepsia de difícil control (Síndrome de Lenox Gastaud).
Al vivir en dicho batey, distante de los centros asistenciales, y no disponer de transporte para trasladar al pequeño todos los días, el proceso de rehabilitación del mismo se obstaculizaba. Y la madre de Maday, quien vive con ella y el niño, se dirigió al Gobierno municipal. Allí la atendieron y le informaron que le asignarían un apartamento de un edificio que entonces estaba en construcción.
El 11 de noviembre pasado le avisaron a Maday que le entregarían el apartamento. Al presentarse en el edificio de marras, el director de Vivienda municipal le comunicó que este estaba ocupado ilegalmente por una ciudadana que había forzado la puerta. Le prometió que eso se resolvería pronto, pues estaba en manos de Fiscalía.
«Ya han pasado dos meses, y después de ir al Gobierno, Partido y Fiscalía, me dicen que hay que seguir esperando. Mi niño ahora necesita la rehabilitación, ya que está operado de ambos pies. Y también asistir a la escuela especial, a la que no ha podido ir ni un solo día en este curso. En un sillón de ruedas, y con 92 libras, me resulta imposible trasladarlo hasta Placetas. No sé qué tengo que esperar ni hasta cuándo, ni a quién dirigirme», concluye.
Desde el municipio capitalino de Marianao, María del Carmen Lambert denunció el pasado 28 de diciembre que el 6 de octubre de 2017 le llegó la notificación de consumo eléctrico por valor de 453 pesos, a ella que jamás ha pagado más de 99 pesos.
Contó que el 9 de octubre fue a la sede de la Empresa Eléctrica en Marianao, y le dijeron que iría un inspector a su casa. Ya el 20 de ese mes volvió por allí y el jefe de los inspectores le dijo, a duras penas, que ya uno de ellos tenía la orden para visitarla. Pero nunca fue.
El 30 de octubre fueron los inspectores y comprobaron que ese no era su consumo. Se había calculado por «casa cerrada», a pesar de que, según ella, siempre está allí.
El 9 de noviembre la hija de María del Carmen fue a la Empresa Eléctrica, y le explicaron que cuando la casa está cerrada, se computa el costo promedio. Pero el de ellas es entre 66 y 99 pesos, afirmaba. ¿Por qué 453?, insistía.
María del Carmen volvió el 20 y 27 de noviembre y el 4 de diciembre. Retornó, obstinada, el 20 de diciembre. Y no hubo constancia allí de que había ido un inspector. Los de la Empresa argumentaban que los clientes sí habían consumido esa suma, y lo que pasaba era que el lector cobrador hacía mal la lectura. Y que el descuento era solo de 43 pesos. Un inspector la visitó y le dijo que trataría de tener una respuesta para el 26 de diciembre, respuesta que aún no conocíamos acá cuando se publicó la queja el 28 de ese mes.
Al respecto, responde Jesús Samón Leyva, director general de la Empresa Eléctrica de La Habana, que, según la directora de la UEB Marianao, se comprobó que tras la reclamación del 9 de octubre se realizó lo establecido en casos de excesos de consumo, pero no lograron contactar a la cliente por su ausencia en las dos visitas realizadas. Y el metrocontador se halla en un lugar de difícil acceso.
Plantea que en los registros de la UEB solo hay evidencia de otra visita más el 20 de diciembre. En ella se procedió a hacer la rebaja correspondiente, al detectarse un promedio indebidamente calculado por casa cerrada, y en otro momento por error en la lectura. Y se logró reducir dichos importes a 64,40 CUP y 31,69 CUP, respectivamente.
Añade que se le devolverá a la cliente el importe de 209 CUP por los errores cometidos y le ofrece disculpas por las molestias ocasionadas.
Agradezco la respuesta y la solución del caso. Lo lamentable es que no se explique qué medidas se adoptaron con los causantes de esos errores, ni que la Empresa Eléctrica aproveche el espacio, que gustosamente le concedemos, para explicar las causas de esos desaciertos en lectura y facturación lesivas a los consumidores y cómo van a solucionar el asunto. No es este el primer caso reflejado aquí de sobredimensión en el cobro, de manera que el consumidor se tiene que deshacer en gestiones, hasta la obstinación, para que se le haga justicia.