Acuse de recibo
Armando Betancourt Oliva, trabajador por cuenta propia que vende helados en la localidad santiaguera de San Luis, mostró aquí el pasado 1ro. de septiembre su desacuerdo con la subdeclaración de ingresos que le fue notificada por la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) en su territorio, correspondiente a la liquidación del impuesto sobre ingresos personales de 2016.
Argüía Armando que vende helados al precio de 1 CUP de dos de la tarde a seis o 6 y 30 p.m., no comercializa en el centro comercial del pueblo ni en una calle principal, y su gestión la realiza en el corredor de su casa, por donde pasan muy pocas personas.
Precisaba que ha invitado a los de la ONAT a que envíen un inspector, para que verifique el promedio de consumidores al día, y haga los cálculos de sus ingresos. Pero los de la ONAT, según él, le dijeron que las cifras para notificarlo provienen de un programa informático hecho en La Habana.
Le argumentaron, contaba, que ese programa se basa en un estudio realizado. Y Armando consideraba «arbitrario» un parámetro rígido para medir realidades muy distintas en afluencia de consumidores, situación territorial y niveles de ingresos como La Habana y San Luis.
Al respecto, responde Arelys Pérez García, directora de Atención al Contribuyente de la ONAT, que la fiscalización efectuada a la Declaración Jurada de Armando fue de forma extensiva, y se le exigió por un mínimo de ingresos generado en la actividad que realiza, de alta demanda, en un lugar donde hay una secundaria básica y centros de trabajo como un Joven Club y la sede municipal del Partido.
Sobre la supuesta respuesta de funcionarios de la ONAT, en cuanto a que la subdeclaración se dicta acorde con un programa hecho desde La Habana sobre la base de un estudio realizado en la capital, afirma que en entrevista con Armando, este confirmó que lo escuchó no de un funcionario de la ONAT, sino de un cochero.
«Se le aclaró, añade, que aunque la ONAT tenga programas informáticos para facilitar el trabajo, esto requiere de análisis particularizados por cada contribuyente, donde predomina siempre la justicia que caracteriza al sistema tributario cubano.
«Se le explicó que al realizarle una fiscalización extensiva, no es necesario hacerle acciones de presencia a su negocio, ya que esta forma de fiscalización se realiza a un universo amplio de contribuyentes, en los cuales ya se tiene la caracterización de los mismos conforme a diferentes criterios de selección, utilizados por la ONAT».
Manifiesta Arelys que una vez explicada la forma en que se arribó a la determinación de los ingresos brutos generados en el año fiscal 2016, Armando quedó satisfecho, y aceptó la cuantía exigida por la ONAT. Se mostró receptivo y reconoció no haber acudido a esos directivos para el esclarecimiento necesario, lo cual hubiese evitado los inconvenientes causados al respecto.
Desde el poblado de Barreras en el municipio habanero de Guanabacoa, Mauricio Acosta (Mirasol 57, entre Real y Sánchez Gómez) confiesa que le duele ver cómo frente a su hogar pasa un arroyuelo de agua potable a casi 20 litros por segundo.
Lo peor es que ese caudal debe seguir aumentando, porque el despilfarro proviene nada más y nada menos que de una tubería recién reparada por una inversión de Recursos Hidráulicos en el poblado.
El remitente cuestiona la calidad de la obra: «Mala terminación en general, tuberías a flor de tierra, por donde pasan vehículos, incluso pesados. Se averió la de albañal y está provocando un posible derrumbe de la vía, con su respectivo hueco que está al descubierto...».
Confiesa Mauricio que el miedo de los pobladores a reportar esas irregularidades proviene de la acostumbrada acción de antes: «Reportas y te quitan el agua por un tiempo, no reparan y la vuelven a poner. Lo tradicional es que el propio pueblo ha reparado las averías, pero ya esto no es posible, pues el cansancio ante la desatención institucional ha dado al traste con la desocupación ciudadana», concluye.