Acuse de recibo
Yusleidy Orta Cabrera lanza un llamado de alerta desde la finca El Recurso, una pequeña comunidad rural de unas cien personas, situada a un kilómetro campo adentro de la carretera Alquízar-Artemisa, en el municipio y provincia homólogos.
Cuenta ella que el camino para acceder a esa carretera ha sido motivo de quejas y planteamientos por más de 30 años, a consecuencia de su estado de abondono e intransitabilidad. En ese largo tiempo, precisa, ha habido muchos delegados de circunscripción y muchas promesas de arreglarlo que no se han cumplido.
«Ya no podemos pasar por él, afirma, y se nos dificulta mucho llevar a nuestros niños a la escuela; de hecho muchos de ellos no quieren ir, ya que la mayoría de las veces llegan sucios, y los profesores les llaman la atención. Y la otra noche un adolescente de 15 años pasó una fiebre altísima en casa, porque no teníamos ni transporte para sacarlo; y en bicicleta era imposible, ya que había llovido».
La segunda tragedia es que llevan seis meses sin agua potable. Tradicionalmente, la comunidad se ha abastecido con una turbina de la granja avícola situada allí, que se rompió. Y entonces, la entidad superior de la granja se la llevó para arreglarla.
«Todas esas gestiones, refiere, se hicieron con mucha calma, sin tener en cuenta que aquí tenemos varios niños de meses, ancianos discapacitados, niños con problemas mentales, además de hipertensos y diabéticos».
Y cuando al fin trajeron la turbina, por una mala manipulación cuando la bajaban al pozo, se les cayó. Y al transcurrir varias semanas, sin una respuesta por parte de ellos, los vecinos llamaron a la empresa para que autorizaran sacarla y arreglarla por los propios medios de la comunidad.
Accedieron, y entre todos los residentes reunieron dinero, y tuvieron que pagarle a un particular 1 200 CUP por ese trabajo de extraer la turbina. Al día siguiente de la extracción fueron los de la empresa e inmediatamente se llevaron la turbina.
Según Yusleidy, dijeron que no dejaban que la arreglaran los vecinos con sus propios recursos, para no tener después ningún compromiso con estos. «Ahora, tenemos que buscar agua de otros lugares en carretones de caballo y bueyes», concluye.
El pasado 14 de julio, y desde Guisa, en la provincia de Granma, Adais Bárzaga Durañones sensibilizó a muchos lectores con su denuncia aquí.
Adais contaba que tiene una hija con parálisis cerebral infantil. Y gracias a sentencia del Tribunal Popular de Guisa, recibe la pensión alimenticia que le corresponde al padre de la niña, quien labora en el Zoológico Nacional, en el municipio habanero de Boyeros.
Lo que abrumaba a Adais era que desde septiembre de 2016, los giros con ese envío tan necesario llegaban muy atrasados y cualquier día: el 26 de enero de 2017 recibió el de diciembre de 2016. El 3 de febrero, el de enero. El 6 de marzo, el de febrero. El 17 de abril, el de marzo. Y el 23 de mayo, cuando me escribió, aún no había recibido el de abril. Precisaba que ese centro paga el 10 de cada mes, y antes siempre le llegaba el giro antes del 15 del mismo mes.
Al respecto, el 18 de agosto recibí la respuesta de Alberto Martín Mora, director de la unidad empresarial de base (UEB) Parque Zoológico Nacional, quien reconoce la morosidad en el envío de los giros, y señala que los atrasos estuvieron provocados «por falta de seguimiento y exigencia de la dirección económica de nuestra UEB en primera instancia, e inestabilidad en los técnicos que laboraban en el área de caja, los cuales en ese período causaron baja del centro».
Añade: «Lamentamos profundamente que tal situación nos llegara por esta vía, y no por la del padre, el cual labora en nuestro centro». Precisa que se comunicaron con Adais, y le ofrecieron las más sinceras disculpas, prometiéndole que eso no volvería a ocurrir.
A su vez, Adais volvió a escribir para agradecer desde lo más profundo de su corazón el haber tenido en su casa a los compañeros del Zoológico Nacional. Ya desde el día 11 de los meses siguientes han enviado el giro. A raíz de ello, salió que le faltaba el mes de diciembre del 2016 y ya lo pusieron en sus manos.
«Quiero agradecerles a Alejandro (económico) y a Eduardo (jefe de Recursos Humanos), por su complicidad con el vivir de mi hija. Ellos se han solidarizado tanto con mi niña que desde el primer momento la acogieron como su sobrina y ya nos sentimos como familia. Mi hija ha ganado otros tíos», manifiesta, no sin antes expresar su gratitud a esta columna.