Acuse de recibo
El pasado 27 de abril, Jorge Cesáreo Eimil contaba desde Ciego de Ávila que retornó a Cuba el 16 de diciembre de 2016 de un viaje a Rusia. Y cuatro días antes envió paquetes por Aeroflot desde Moscú, los que, según Aerovaradero, llegaron a La Habana el 29 de diciembre de 2016.
Ya en Cuba, él llamaba a Aerovaradero, y nadie salía al teléfono. Al fin, comunicó con la UEB Aerovaradero, y el 3 de marzo se reunió con su director, quien aseguró que el día 6 pondría al jefe de almacén a buscar sus envíos.
El día 6 llamó al celular del director y no respondía. Al otro día viajó a La Habana, y se entrevistó con el director general de la entidad, quien mandó a buscar al director de la UEB y le indicó resolver lo de Jorge. Pero los paquetes no aparecían. Buscaron en la guía de entrada del vuelo y se chequearon los envíos de tres empresas estatales y una embajada. La mayoría de la paquetería personal no se chequeó. De la guía había 11 bultos perdidos, decía.
«Estoy más que preocupado por mis paquetes, que llevan dos meses y días perdidos, decía en carta fechada el 9 de marzo. Me dieron 60 días más para esperar que aparezcan. Y si no aparecen, ¿qué protección al cliente me protege?».
El 2 de agosto llegó respuesta de René de los A. Céspedes Naranjo, director general de Aerovaradero, fechada el 22 de junio. Reconocía «problemas técnicos en la pizarra telefónica que interfieren en la efectividad de las recepciones». Y refería que para solucionarlos se contrataron los servicios de Etecsa, además de que se reorganiza esta actividad con el objetivo de maximizar las posibilidades de contacto con el público. Pero no precisó fechas, si antes o después de lo publicado.
Afirmaba que «Aerovaradero S.A. asume la responsabilidad de indemnizar al cliente, basada en el procedimiento vigente en nuestra empresa», ante la imposibilidad de identificar al ente responsable del faltante de los tres bultos del promovente en la cadena del servicio desde el punto de origen, debido a la existencia en nuestras instalaciones de grandes volúmenes de carga el 29 de diciembre de 2016, fecha del vuelo que en la documentación señala el arribo de la guía aérea 55587088352, que impidió implementar parte del procedimiento para el tratamiento posvuelo a las cargas en el tiempo pactado con la aerolínea.
A Jorge, planteaba, le ofrecieron disculpas por las molestias. Y añadía que «durante todo el proceso investigativo y de indemnización se mantiene la búsqueda de la carga para entregarla al cliente». Concluye diciendo que «se materializan medidas muy importantes para perfeccionar la infraestructura, con el objetivo de dar respuesta a la creciente demanda y elevar la calidad del servicio, y así garantizar que no se repitan hechos de esta índole».
El 7 de agosto pasado llegó carta de la doctora Norys Calzada Cleto (carretera Central Km. 464, reparto Aeropuerto, Ciego de Ávila), quien retornó de misión en Brasil y envió desde allí seis bultos a través de la transportadora Astracargo.
Le informaron, cuenta, que debía recogerlos el 31 de mayo, so pena de pagar estadías. Sale hacia La Habana y el transporte se rompe en el camino. Hace varias llamadas a Aerovaradero para informar que llegaría después de las 2:00 p.m. Y nadie sale al teléfono. Y al arribar, de los seis bultos solo aparecen cuatro.
Hizo la reclamación ese 31 de mayo y le dijeron que la llamarían. Contactó con Astracargo, que le confirmó, según rastreo, que Aerovaradero recibió los dos bultos ausentes. Se ha mantenido llamando por teléfono a esta última entidad, y nadie responde. Y por correo, nadie responde.
El 3 de junio comunicó, vía celular, con Atención al Cliente. De allí envían la reclamación a varias direcciones: ariel@aerovaradero.avianet.cu, alejandronaranjo@aerovaradero.avianet.cu, lidicelores@aerovaradero.avianet.cu y yolania@aerovaradero.avianet.cu. Sin respuestas aún.
«Vivo en Ciego de Ávila, señala, ¿cómo voy a estar todos los días en Aerovaradero exigiendo respuestas? Mis bultos llegaron el 10 de mayo, me avisaron el 29 de ese mes. Tengo la prueba de que llegaron los seis. Exijo que los faltantes aparezcan. Ellos saben el turno que los recibió y la hora en que llegaron, como yo también lo sé», concluye.