Acuse de recibo
Los trabajadores del hotel Venus, en Manzanillo, están molestos con las medidas tomadas por la Empresa de Alojamiento y Recreación de Granma (Alyrec), a la cual se subordinan, denuncia el secretario general del Sindicato del colectivo y ayudante de cocina, Manuel Milán Cabrera, quien reside en Yara 122, entre León y Astillero, en esa ciudad.
¿Motivo? El pasado 11 de abril, faltando cuatro días para el cobro salarial, la administración les informó que no recibirían el estímulo correspondiente a marzo.
«Pedimos explicación —plantea—, haciendo uso de nuestros derechos como trabajadores de ser informados. La respuesta fue que en el municipio de Río Cauto se está haciendo una villa para prestar servicios en divisas; y ese dinero de la estimulación iba a ser utilizado para dicha construcción.
«Me pregunto, como trabajador que vive de su salario: ¿Está regulado en alguna legislación que la estimulación está a disposición de lo que requiera la empresa? ¿Para esos proyectos no está destinado un fondo? ¿Por qué paralizar de cierta forma al trabajador, quitándole la compensación que espera recibir luego de esforzarse día a día?», cuestiona Milán.
Argumenta que para cumplir el plan mensual allí se requiere de una gestión de venta: «Redoblamos los esfuerzos y logramos sobrecumplir el plan con el incentivo de ganar una estimulación por ello. Pero si después de tanto trabajo se informa que por tal motivo no se nos puede pagar, ¿cómo pretenden que la motivación del trabajador cambie?».
El 12 de abril, refiere, una representación del colectivo se dirigió al Buró Sindical para que los ayudara con esa situación. Y hasta el día en que Milán me escribió no habían recibido respuesta. «Es una falta de respeto —dice—, ya que el Sindicato nos debe representar en todo momento y nuestros problemas deben ser su prioridad: defender a sus afiliados y no solo cotizar».
Como si fuera poco, el 15 de mayo pasado, día de cobro, les informaron que tampoco recibirían el estímulo correspondiente a abril. «Al preguntar indignados el porqué —señala—, los directivos no supieron darnos repuesta. Si nuestros jefes inmediatos no son capaces de darnos una repuesta de un tema tan delicado que a todos compete y afecta, ¿a quién debemos apelar para que nos escuche y resuelva nuestro problema?».
Asegura Milán que esa situación no es nueva: «Estamos esforzándonos para sobrecumplir y nuestro estímulo queda en el olvido. Lo más indignante es que nadie de la empresa se presenta para dar una explicación».
Maritza Gómez Chávez (Miguel Coyula 16, reparto D’Beche, Guanabacoa, La Habana) saca la cara por su hija y nietos, que sufren allá en su domicilio, en Martí 310, entre 27 de Noviembre y Pereira, en el municipio capitalino de Regla.
Cuenta Maritza que sus descendientes desde el pasado año tienen problemas con la fosa del edificio, la cual liberaba sus aguas albañales al pasillo. Tocaron muchas puertas con el asunto, y finalmente en la asamblea de rendición de cuentas del delegado del Poder Popular, el director municipal de la Vivienda, Rafael Rodríguez Noa, prometió que se cambiaría toda la línea del inmueble.
Aparecieron los materiales, subraya, pero solo se cambió un pedazo de línea, y dieron la obra como resuelta (no explica quién ejecutó). «El resto de los materiales se esfumó», asegura.
Como el problema era de la línea en general, precisa Maritza, ahora las aguas albañales se filtran hacia cuatro apartamentos del edificio que tienen que ver con la parte afectada, que nunca se cambió.
Se alertó a la Dirección Municipal de la Vivienda (DMV) de lo sucedido. El Director manifestó que se había pagado por la línea completa, y llamó a Alexander Larrondo, jefe del Departamento de Conservación de la DMV, quien dijo que sí se había hecho el trabajo completo.
«El problema —refiere Maritza— es que ahora cuatro apartamentos tienen aguas albañales en sus pisos. Y dependen del arreglo de Vivienda, que les mandó a comprar los materiales para que dentro de sus casas hagan el trabajo, cuando el inmueble es usufructo gratuito.
«Es decir, el Estado es el dueño. Y tengo entendido que es quien debe arreglar, ya que si los convivientes no pueden venderlo porque no son los propietarios, ¿cómo entonces para arreglarlo sí lo son?».
¿Quién hizo los trabajos a medias y quién lo permitió?, agrega este redactor.