Acuse de recibo
Yordana Núñez Morejón (San Mariano No. 2012 A, entre Santa Francisca y Santa Rosa, Rocafort, San Miguel del Padrón, La Habana), denuncia que un gran vertedero de basura se ha ido formando a solo diez metros del comedor del círculo infantil Caritas Alegres, en Pasaje La Troya y L. Pérez, Los ángeles, en ese mismo municipio capitalino.
Por el peligro que representa para los 115 niños que asisten a ese círculo, ante la proliferación cercana de todo tipo de vectores, los padres se movilizaron, en agosto de 2016, y entregaron cartas al Gobierno, Higiene y Epidemiología, Comunales y otras entidades. Y el policlínico del área cerró esa institución.
Comunales recogió la basura y rellenó el hueco que dejaron las palas, pero personas irresponsables siguieron vertiendo basura. «Es una historia de nunca acabar, afirma, debido a que no se toma medida alguna con el lugar ni con quienes cometen esa indisciplina. ¿No habrá alguna entidad que pueda multar a esas personas?», se pregunta Yordana.
Aparte del peligro de enfermar que corren los niños, la solución a mano ha sido cerrar el círculo, señala, y agrega: «Los padres nos vemos obligados a faltar al trabajo, o en algunos casos, pagar a un particular para que nos cuiden a los hijos. Entonces, ¿de qué estamos hablando en cuanto a ayudar a la mujer trabajadora, si cada vez que el círculo cierra tenemos que pagar un CUC diario para entonces poder trabajar?
Refiere que en enero pasado se personaron hasta en el Gobierno provincial, tratando de buscar respuesta. Y dos meses después, una vez más, cerraron el círculo infantil.
Ni Yordana, ni madre o padre alguno comprenden por qué la solución es cerrar la institución, y no eliminar definitivamente el vertedero, y que el peso de la ley recaiga sobre los irresponsables que ponen en riesgo la salud de esos pequeños
Huber Vedey Bayard, especialista comercial de la UEB de Turarte Santiago de Cuba, se toma muy en serio su responsabilidad cuando denuncia la delicada situación de impago por parte de entidades deudoras con esa entidad, y las nefastas consecuencias que provoca para la economía y la vida de los artistas que ella representa.
Cuenta Huber que las direcciones municipales de Cultura de Holguín y Calixto García, a las cuales prestaron servicios artísticos, desde mayo de 2016 y agosto de ese propio año, respectivamente, no le han pagado los importes del trabajo de sus artistas. La Dirección Municipal de Cultura de Calixto García debe 30 000 pesos, y la de Holguín 75 000.
«Esos músicos tienen familia e hijos, manifiesta, que dependen de esos ingresos para su manutención; incluso para el mismo pago de sus deberes tributarios para con la ONAT, cuyo plazo está al vencerse.
Argumenta Huber que se les ha visitado varias veces y se les han conciliado las deudas; se ha ido al Gobierno y al Partido, y ni así esas direcciones de Cultura han pagado.
Solo nos dicen, afirma, que las cuentas son de la que corresponde a la de las Fiestas Populares, y la misma no la controlan ellos. Y que no tienen fondo disponible para efectuar los pagos.
«Si los demandamos, sucede lo mismo. Se siguen tardando más y, además, no contratan a nuestros artistas, porque dicen ¡que somos problemáticos! Es la historia de nunca acabar, y en el medio están nuestros artistas, que son quienes pagan las consecuencias», concluye Huber.
Problemático es no pagar los servicios que se disfrutaron, y argüir que no tienen fondos. Eso sí es una irresponsabilidad. ¿Por qué Turarte no establece demanda ante la Sala de lo Económico del tribunal popular correspondiente? El artista cubano no merece tal irrespeto a su bolsillo y a su familia. Cuando disfrutan de la música de esos jornaleros del arte, ¿los «mala paga» no consideran que son trabajadores que merecen respeto y consideración?