Acuse de recibo
El pasado 22 de enero, desde el municipio habanero de Marianao, Mario Rodríguez López denunció que desde hacía más de un año, al instalarse metrocontadores por Aguas de La Habana, tenía un salidero de agua en la salida del dispositivo hacia la tubería de su casa.
Desde el primer día en que la empresa hizo el trabajo, decía, él detectó el salidero. Lo reportó el 16 de julio de 2015 en Aguas de La Habana en Marianao, y de nada sirvió.
Los días alternos de entrada de agua, reveló, esta se despilfarra. Mario se dirigió a esa entidad varias veces, pues la tarifa que le llegaba no se ajustaba al consumo real. Y la respuesta: que el reporte aún está abierto, que van a reportar a la empresa matriz… Pero todo seguía igual.
«Como ciudadano disciplinado, exponía, no he dejado de pagar ni una sola tarifa desde 2015. A principios de hacer la denuncia, la empresa hizo un ajuste y empezaron a reportar solo cuatro pesos de consumo; pero desde hace ya bastante tiempo están reportando el consumo que registran los metrocontadores.
«Para colmo, el último comprobante reportó 48 pesos. Me voy a tener que ver en la necesidad de dejar de pagar la tarifa. No se ha tenido en cuenta el tiempo que ha pasado de esta situación, ni la forma en que yo he asumido el problema. No se corresponde el actuar de Aguas de La Habana con el mío», concluía.
Responde José Antonio Yáñez Balbuena, director de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que «el cliente tenía toda la razón: existía fuga en conexión del metrocontador en acera, la cual se suprimió el 23 de enero de 2017».
Sobre la facturación, señala, en entrevista con el cliente la jefa de la Oficina Comercial le explicó el 30 de enero que se modificaría el recibo del sexto bimestre de 2016 y se prepararía una propuesta de facturación para el primer bimestre de 2017, que contemple el período durante el cual se mantuvo el salidero que afectó al cliente.
«Debido al tiempo transcurrido (año y medio) sin atender los reclamos del cliente, se efectuó un análisis con ambas áreas implicadas, haciéndoles un señalamiento crítico, con la finalidad de evitar que se repitan incumplimientos similares a los ocurridos con este caso», concluye.
Agradezco la respuesta, pero no se explica por qué durante un año y medio, ante tantos reportes del cliente, no se atendió lo que sí se hizo el propio día que se publicó la queja.
¿Cuánta agua se habrá dilapidado y cuánta seguiría derrochándose de no escribir Mario y publicar esta columna? Y apenas implicó un «señalamiento crítico», ¿a quién o a quiénes?
Las respuestas no deben dejar «salideros» para las dudas y las reservas.
Jesús Rodríguez Vega (calle 6 No. 45, entre 1ra. y 3ra., reparto Chibás, Guanabacoa, La Habana) recibió con beneplácito la reciente noticia sobre una nueva fábrica de bandejas para huevos en Sancti Spíritus. Pero…
El remitente observa cómo en los contenedores de basura se desechan las bandejas de huevos. Cuando los clientes adquieren ese alimento en el comercio minorista, sencillamente se las entregan. Los establecimientos comerciales no hacen nada por recuperarlas.
Advierte Jesús que si a los centros comerciales se les exigiera por la recuperación de esos envases, o al menos se buscaran fórmulas atractivas y estimulantes para que retornaran, no se dilapidarían tantas bandejas.
«Pero nada sucede, y nadie exige para Liborio, cuando tenemos que controlar y ahorrar hasta el último centavo», manifiesta Jesús.
¿Cuántas bandejas podrían recuperarse o, al menos, reciclarse para disminuir los costos de producción? ¿Qué dicen la Avicultura, el Ministerio de Comercio Interior y la Unión de Empresas de Recuperación de Materias Primas?