Acuse de recibo
El pasado 4 de enero Raúl Fernández Suárez denunció aquí que en la calle 110 esquina a 59, en el municipio capitalino de Marianao, hacía más de tres meses que Aguas de La Habana había roto la calle para realizar unos arreglos, y todos se preguntaban al final para qué habían servido.
«Las aguas albañales continúan saliendo y corriendo por la calle. Pero además hay un salidero de agua potable que en los días alternos de suministro constituye un desperdicio innecesario», decía Raúl, quien, además, apuntaba que tal anomalía había sido reportada por los canales pertinentes a todos los niveles, sin que se resolviera.
Al respecto responde Ana Remis Castro, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, que se suprimió el salidero de agua potable, se reparó una línea del alcantarillado y se asfaltaron los cortes. Y el trabajo quedó satisfactorio, con la conformidad del cliente.
Agradezco la respuesta y la definitiva solución del problema. Pero a la denuncia de Raúl le hacía falta un esclarecimiento más profundo: Así podría conocerse por qué los trabajos hechos hacía tres meses no sirvieron y las aguas albañales y las potables campeaban por su respeto. Y también meritaba la explicación de por qué pasaron más de tres meses de reportes de los vecinos, sin solución.
Tampoco se explica cuándo se hicieron los trabajos definitivos que trajeron la conformidad de Raúl, pero es evidente que lo que llevaba más de 12 semanas sin atención, se resolvió a raíz de la denuncia en esta columna.
Resolver el asunto es lo primero, pero no menos importante, en materia de comunicación hacia la opinión pública, es explicar los porqués con claridad y transparencia, tanto si la entidad tiene que responder por la mala calidad de los trabajos y sus demoras, como si hubo causales imponderables que incidieron. Cualquier elemento, menos dejar vacíos proclives a la especulación y el rumor. Como mismo las aguas potables se mezclaban con las sucias, así se pueden enturbiar las explicaciones reales.
Algo similar sucede con la respuesta de Aguas de La Habana al caso denunciado aquí el 9 de diciembre de 2016 por Beatriz Martínez Daranas: irregularidades en los trabajos realizados por esa entidad en la esquina de 11 A y 274, en el reparto Juan Manuel Márquez, de Santa Fe.
Contaba entonces Beatriz que el 18 de octubre de 2016 trabajadores de Aguas de La Habana se presentaron en esa esquina para reparar un enorme salidero de agua que tenían desde varias semanas atrás. Y les dijeron a los vecinos que al día siguiente irían los que debían tapar el hueco.
Pero cuando me escribió Beatriz todavía los estaban esperando. «Ya llevamos más de dos semanas con un hueco de casi dos metros de profundidad, lo cual constituye un peligro para los niños y otras personas que pasan por la acera, sobre todo de noche», señalaba la remitente.
Además, precisaban que esos operarios desbarataron el césped, y casi que arrancan un arbusto que los vecinos cuidaban con esmero. El agua seguía brotando, aunque en menor proporción, y se acumulaba en el fondo del hueco, junto a la basura. «Nadie ha venido a darse una vuelta —subrayaba Beatriz—, a ver si ya cerraron el hueco».
Responde la Jefa del Departamento de Atención a Clientes de Aguas de La Habana que esa entidad «visitó el lugar y comprobó que el salidero de agua y el corte en la vía fueron resueltos tal y como estaba concebido en el Plan de Supresión de Salideros».
Y además, se informó a los vecinos que «a partir del 19 de diciembre se comenzará a rehabilitar el resto de las redes de acueducto de esa cuadra, las cuales están en mal estado y provocan salideros constantes».
No se explica por qué dijeron que irían al día siguiente a tapar hueco tan peligroso, y ya llevaban más de dos semanas sin aparecer. Tampoco la razón por la que, en menor proporción, seguía el salidero. Ni se aclaran las acusaciones de maltrato al césped y al arbusto.
Aun así, siempre agradezco a Aguas de La Habana su disciplina para responder y resolver al final. Pero, reitero, sería saludable que se dilucidaran los porqués que permanecen gravitando en el ambiente, para que nadie se pregunte: ¿Por qué no lo hicieron antes y bien?