Acuse de recibo
Pueden parecer pequeños episodios, volátiles irregularidades; pero a la larga hacen sufrir y no tienen fundamento en las dificultades económicas del país, sino en otras carencias: las de la dejadez y la indolencia. ¿Cómo, si no, entender y justificar lo que narra Ricardo Gaullés, residente en Luz Caballero 8, en Guayos, provincia de Sancti Spíritus?
Cuenta el remitente que su vecina, una señora de 93 años con una operación de pelvis y otra de cadera, fue al consultorio 1, de Guayos, el que les corresponde. Y no pudo ser consultada por la doctora. ¿La razón? No tenía recetario. Las dos doctoras que atienden el consultorio fueron al policlínico a buscarlo y no había.
«¿Es posible que tanto esfuerzo de la Revolución por brindar una esmerada y gratuita atención se malogre así por una simple receta? No creo que sea por problemas objetivos. Ahí debe haber negligencia de alguien», sentencia Ricardo.
Rebeca Monzó Mieres (Conill B No. 819, entre 41 y Conill, Nuevo Vedado, La Habana) refiere que en el Registro Civil del municipio capitalino de Playa, al deteriorarse los libros de inscripciones de nacimiento, decidieron transcribir estas a nuevos libros, denominados duplicados.
Mas, parece que en ese proceso se cometieron errores de interpretación que no fueron subsanados, afirma. Y ahora resulta que, al solicitar la inscripción de nacimiento de un hijo suyo, esta aparece con el apellido cambiado.
Al Rebeca plantearle a la funcionaria que le atendió que era un error de ellos, mostrándole la copia de una inscripción anterior al cambio de los libros, en la cual los apellidos estaban correctos, ella le respondió que no podía hacer nada y que la única solución era realizar una rectificación de errores, con la pérdida de tiempo y el costo que ello supone.
Rebeca le respondió que si era así, cómo era posible que en su carné de identidad los apellidos fueran los correctos, cuando se extrajeron precisamente de una inscripción de nacimiento muy anterior al cambio de los libros.
«No entiendo, manifiesta, por qué un error del Registro Civil debe asumirlo el ciudadano, cuando esto pudiera haberse evitado si, después de la transcripción, hubieran comprobado los datos con los existentes en el Carné de Identidad, donde toda esta información se encuentra digitalizada y es la correcta».
La respuesta de la funcionaria a Rebeca fue que ellos carecían de los recursos para esa labor. «Como mi caso debe estarse repitiendo con otras personas, plantea, espero que el Ministerio de Justicia, que es responsable de los Registros Civiles, actúe al respecto y dé solución y respuesta al problema».
Benigno Sánchez Curbelo (Don Pepe 8615, entre Núñez y Ceibanes, San Miguel del Padrón, La Habana) cuenta que el 12 de diciembre compró en el Mercado Artesanal Industrial (MAI) Inclán, de la calle Reina, en Centro Habana, una antena de televisión a 120 CUP. Y al siguiente día descubrió que la misma antena la ofertaban a 80 CUP en el MAI Orishas, de Belascoaín, en el mismo municipio.
El cliente retornó a Inclán, y allí la administradora le dijo que ella está consciente de la diferencia de precios, pero que las antenas entraron por un traspaso y que llegaron con ese valor. Le orientó que fuera a San Miguel esquina a Galiano (no explica qué función tiene el sitio) a averiguar el motivo de la diferencia de precios.
«Ahora, haciendo una búsqueda de adónde dirigirme para tramitar mi queja sin tener que faltar un día de trabajo para ir a esa dirección, manifiesta, encuentro numerosos casos similares al mío.
«Y pregunto: ¿qué se puede hacer para que una situación como esta no se siga repitiendo en detrimento de la economía del trabajador? Para mi criterio, esta diversidad de precios está propiciando el delito; le está ofreciendo causas y condiciones.
«¿Dónde está el control de esa entidad estatal, si oficialmente mantienen esta diversidad de precios al parecer de forma consciente o justificada? ¿Quién protege al consumidor?, concluye el lector.