Acuse de recibo
Como último gesto de amor por su mascota, el capitalino Pablo E. Campanioni Alonso (Calle 88A No. 5710, e/ 57 y 61, Reparto Finlay, Marianao) contó en esta columna, el 19 de marzo de 2016, acerca de las horas finales de Choco, el perrito salchicha, y los intercambios que él sostuvo con especialistas de veterinaria en Marianao.
Una verruga en un ojo de aproximadamente dos milímetros era aparentemente el único padecimiento que llevó a Choco, según relata su dueño, ante los veterinarios el 6 de agosto de 2015. Según narró, le pusieron anestesia a las 10:00 a.m., y ya a la 1:30 p.m. estaban propietario y mascota camino a la casa. Una hora después sobrevino la diarrea y, más tarde, la hemorragia.
De regreso a la filial lo inyectaron y le pidieron a Pablo que regresara con él cuando amaneciera. Pero a las 10:40 de la noche, Choco vomitó sangre y murió. Al día siguiente, Pablo se presentó en la institución veterinaria y tuvo un intercambio abrupto con las compañeras que lo atendieron. Según el relato del doliente, ellas, entre otras cosas, le habían manifestado «que Choco se había puesto fatal, igual que el de una amiga (…), que fue a una operación estética y se murió en la mesa de operación». Inconforme, Pablo entregó el 12 de agosto pasado su reclamo en la Dirección Provincial de Medicina Veterinaria. Al momento de escribirnos, afirmó, llevaba 169 días esperando respuesta.
Al respecto llegó a JR el 26 de agosto último la respuesta de la doctora Marianela Altunaga Díaz, directora del Departamento de Salud Animal en La Habana. Anexa a su carta Marianela los informes de Orlando Hernández Morales y Francisco Clemente Savigne Nápoles (comisión investigadora del caso), y el de Adrián Morales Posada, director de Veterinaria en el municipio de Marianao. Los tres: doctores y especialistas de diversas áreas de la salud animal.
Evoca Adrián que el día en que Pablo acudió a extirparle la verruga a Choco, tras el interrogatorio al dueño y que este asegurara que estaba sano y desparasitado el animalito, se le suministró clorpromazina, el anestésico indicado.
«Además de las cirugías menores relatadas, al animal se le realizó una cura de oídos, pues en ese momento se descubrió que presentaba otitis aguda y garrapatas en los mismos. Luego de este tratamiento, el paciente abandonó el local clínico, sedado, pero con un buen estado aparente de salud. En caso contrario ni el dueño se hubiera llevado a su perro ni el personal médico de la institución lo hubiera permitido», sostiene el Director municipal.
El relato hecho por Pablo acerca de la conversación con el personal de la clínica no se corresponde con lo ocurrido, apunta el galeno. «En el intento de explicarle al dueño que la fragilidad de la salud de su animalito podría quedar oculta a la apariencia, nuestro personal de salud estableció símiles con operaciones en humanos, las que pueden acarrear consecuencias inesperadas».
Cuando regresó Pablo con la mascota aquejada de vómitos y diarrea con sangre, se sospechó de la presencia de erlichosis canina, enfermedad transmitida por la garrapata, que provoca frecuentemente dichos trastornos, señala Adrián. «El nuevo cuadro clínico —asegura el especialista— de ningún modo pudo ser provocado por la cirugía».
Al día siguiente, el propietario de Choco «se dirigió fuera de sí a la institución, y reconoció que nunca había desparasitado al perro y que jamás lo había sometido a un tratamiento contra garrapatas, pues desconfiaba de todos los servicios veterinarios», rememora el Director.
Tras la queja remitida por el dueño del animal a Veterinaria provincial, el mismo Adrián se dirigió a su casa a ofrecerle razones del caso. Ante su ausencia, «la explicación la recibió su hija, quien aseguró que ella transmitiría a su padre cuanto se le había dicho».
Luego de publicado el caso en JR, el 21 de marzo volvió el Director a casa del doliente. Pero Pablo no quiso escuchar razones. Posteriormente, al ser visitado por la comisión que integraban los doctores Orlando Hernández y Francisco Clemente, estos comprobaron que «el compañero continuaba irritado».
Finalmente, en opinión de la doctora Marianela Altunaga, refrendando el informe de la comisión investigativa, la doctora Marxia Lastra Martínez, quien atendió directamente a Choco, «actuó de forma correcta al aplicar el tratamiento y en la utilización de los medicamentos».