Acuse de recibo
Adrián Moya Hernández (CPA 17 de Mayo, Cartagena, Rodas, Cienfuegos) es un estudiante del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (Ipvce) Mayor General Carlos Roloff que se muestra muy desalentado con una decisión de las autoridades de Educación en su provincia.
Refiere el joven que se encuentra en un aula de alto rendimiento en las asignaturas de ciencias (Biología en su caso). Y se interesó mucho por un evento científico que alienta ese instituto: las Sociedades Científicas.
El mismo consiste en asociar a los estudiantes que lo desean con empresas que dispongan de personal científico capaz de tutorearlos, y a partir de esa colaboración realizar una investigación en cualquier esfera científica. Dos de sus compañeros de grado y él se asociaron a la embotelladora de agua mineral Ciego Montero.
El evento se realizó en el Ipvce, y el Consejo Científico del Instituto, que constituye el jurado ante ese tipo de concurso, eligió el proyecto de Adrián y sus dos compañeros como el más completo y mejor preparado. Les otorgaron el primer lugar, con derecho a participar en el Evento Nacional de Sociedades Científicas que se efectuaría en el Ipvce de Matanzas.
En el período de pruebas finales los estudiantes del equipo que habían recibido el segundo lugar les comentaron en forma de rumor que ellos serían quienes representarían a la provincia en el evento nacional. Ese proceso, señala, se realizó a espaldas del equipo ganador y sus tutores.
La Dirección Provincial de Educación de Cienfuegos convocó a una ponencia a nivel provincial y no lo informó al Ipvce. Y para no excluir a este, pidió los informes de los dos primeros lugares y tomó la decisión seleccionando al del segundo escaño.
«Mi desacuerdo —enfatiza el joven— no radica en que hayan elegido al segundo lugar, si no en el proceder de manera clandestina, en no invitarnos a la presentación provincial. En la forma tan desagradable que llegó esta información a mis oídos y lo informados que se encontraban mis camaradas.
«En cuanto tuve la oportunidad me dirigí hacia mi tutora del proyecto dentro del Ipvce, quien desconocía totalmente de esa decisión. Resulta que el Departamento de Preuniversitario de la Dirección Provincial de Educación en Cienfuegos determinó que uno de los proyectos de nuestro Ipvce debía participar en el Evento Nacional, aun cuando no había participado en la presentación provincial que se efectuó un sábado, en el cual estábamos de pase.
«O sea, después que cancelaron varias veces el día del evento decidieron hacerlo en una fecha que tan solo ellos la sabían. Y… ¿cómo hicieron la elección? Según su proceder, me demostraron que las letras sobre un papel reflejan mayor dominio del contenido que una exposición, pues tan solo los informes escritos les fueron suficientes para discriminar entre uno y otro.
«Ahora me pregunto: ¿Por qué si el Consejo Científico del Ipvce de Cienfuegos asumió el proyecto de mi equipo como el más preparado, un grupo de personas, que nos desconoce, afirma lo contrario? ¿Por qué si la Dirección de Educación determinó que esta era la forma “más correcta de proceder” no se lo informaron a ninguno de los miembros de nuestro equipo ni a nuestra tutora? ¿Cómo es posible que el Ministerio de Educación alimente la vocación científica en nuestro país para que luego se mate así?
«Ya es imposible revertir lo que está hecho, pero sí quiero que las personas responsables de esta situación me den tan solo una razón que me explique (...)», concluye Adrián.
Las autoridades de Educación en la provincia están llamadas a responder con transparencia ante la duda y las inquietudes de esos estudiantes esforzados y talentosos, que obtuvieron el primer lugar. En esas complejas edades, cuando el joven se encuentra en un proceso de formación decisivo para su vida, cualquier error de ese tipo puede tener consecuencias nefastas en el arsenal ético y la confianza de los adolescentes. Lo que sucedió, y por qué se tomó tal decisión a espaldas de los triunfadores, hay que explicarlo con argumentos.