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Ni agua ni explicaciones

Rodolfo Hernández Betancourt, profesor jubilado que reside en Calle 40 No. 2702 A, entre 27 y 29, en la localidad mayabequense de Madruga, denuncia la seria situación que tiene ese poblado con el abastecimiento de agua.

«Quizá por lo reiterativo que he sido en el tema —manifiesta— pensarán ustedes que ya está lloviendo sobre lo mojado; pero la lluvia es la manera que tiene este pueblo de ver agua, pues por las vías normales del acueducto el preciado líquido llega cada diez o 12 días si tenemos mucha suerte».

La paradoja, según el remitente, es que ese pueblo está muy cercano a la fuente hídrica El Gato, abastecedora principal de agua de gran parte del occidente del país, incluida la capital, y que tenga el fatalismo de vivir sin agua, o con muy poca.

Cansado de escribir e ir personalmente ante las autoridades del municipio, «sin que se nos dé jamás una respuesta», es que Rodolfo decide visibilizar el problema en esta columna.

Y al momento de escribirme, cuenta que hacía diez días que en la zona donde él vive no habían recibido ni una gota de agua. «La han puesto en la parte de abajo y de arriba del pueblo hasta cinco días para cada lado —enfatiza—; sin embargo, en la parte nuestra no la han puesto una sola vez».

Y no es que estén rotos los motores que la impulsan, ni es que haya escasez del líquido. «Es sencillamente falta de planificación y control de las autoridades pertinentes, a quienes acudes, te quejas, toman nota, te dicen que lo van a ver con Hidráulica. Y parece que esa reunión de ellos nunca hay tiempo para hacerla, porque el problema continúa», remarca.

Peor que la escasez de agua, para Rodolfo, es la falta de atención a los pobladores, pues lamentablemente las autoridades del territorio «no dan respuesta a la población ante este problema tan viejo como yo en este pueblo». ¿Qué puede responder el Gobierno municipal de un asunto tan carencial?

Incomunicados

Luis Hugo Fernández Ricardo (Carmen 113, entre Campanario y Tenerife, Centro Habana) cuenta que debido a la demolición de un edificio en la cuadra donde él reside, y sin tomarse las medidas oportunas de comunicar a las entidades correspondientes que podrían ser afectadas por este trabajo, como la Empresa Eléctrica y Etecsa, desde el pasado 18 de febrero se averiaron las redes respectivas que brindan servicio.

Y cuando me escribió Luis Hugo, casi un mes después, seguían intactas las afectaciones en las líneas telefónicas. «Desde entonces —apunta—, a pesar de que se han reportado constantemente y se le ha comunicado a Atención a la población, se ha hecho caso omiso al respecto».

Alegan, señala, que «no han encontrado la caja terminal de conexión donde están los pares correspondientes de los clientes, entre ellos el mío. Alegan también que el cable especial (según ellos No. 421), que es el necesario para conectar los teléfonos a la línea de cada cliente, hay que reponerlo, ya que también ha desaparecido.

Y el remitente pregunta:

«¿No es la responsabilidad de esa  Empresa reponer esos materiales, así como la susodicha caja terminal para resolver este crítico problema que nos mantiene sin el servicio que necesitamos y pagamos como clientes? ¿No merecemos ese respeto que incluso está recogido en los contratos que firmamos? ¿Qué está pasando entonces? ¿A quién podemos dirigirnos que ponga fin a este maltrato?».

Honrar, Honra

Melba Ledesma Sobrado escribe desde la misma Sierra Maestra, en calle 6 No. 1, en Cruce de los Baños, municipio santiaguero de Tercer Frente. Y lo hace para reconocer públicamente las virtudes profesionales y humanas del doctor Iván González Blanch, del Grupo de Maxilofacial en el hospital Orlando Pantoja, del municipio de Contramaestre.

«Que se conozcan su ética y profesionalidad, y el apoyo espiritual que brinda a sus pacientes, transmitiendo seguridad, algo que tanto necesitamos los seres humanos», proclama Melba.

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