Acuse de recibo
«Un caso particular que se ha hecho muy común», así califica Olga Margarita Castillo Vargas (calle 14, entre 1ra. Avenida y Avenida de Céspedes, Manzanillo, Granma) el asunto de su misiva. Y, tristemente, le asiste la razón.
De 2011 a 2013 la granmense prestó colaboración internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela, como hemoterapista, y al concluir su trabajo despachó para Cuba, el 16 de junio de 2013, una caja de fin de misión. Utilizó para ello «el servicio de Transcarga a Puerto Bayamo, en el contenedor 91». Pasados dos años y seis meses (la carta es del pasado 16 de diciembre), Olga Margarita aún no ha recibido notificación alguna para ir a recoger sus pertenencias, narra con pesar.
«En reiteradas ocasiones —apunta la Licenciada en Hemoterapia— llamé a Venezuela, y finalmente me dijeron que la caja había llegado a Cuba en el mes de mayo (2015). He llamado por teléfono a Transcarga (…) y nunca he tenido la suerte de que atiendan el teléfono.
Refiere la afectada que compañeros internacionalistas que al igual que ella remitieron cajas al término de su estadía, ya las recibieron; algunas, por desgracia, con faltantes. Sin embargo, el caso de ella está en un total agujero negro.
«No es posible que (...) se pierda todo sin que nadie se responsabilice», confía preocupada la granmense. ¿Qué dicen las entidades implicadas en el manejo y salvaguarda del envío? ¿Es que en pleno siglo XXI, con lo que han avanzado en velocidad las transacciones y comunicaciones, puede una carga cualquiera demorarse más de dos años y medio en llegar de su destinador a su destinatario?».
Trabajo de licenciado y pago de técnico
Muy mal andaríamos si no se provechara y estimulara por todos los medios posibles el mayor tesoro que ha creado el país en las últimas décadas: el capital humano calificado. La idea me viene a las teclas al leer la carta de Yairenys Roque Arenas (Reparto Finlay, Edif.6, Apto. 6, Sagua la Grande, Villa Clara), quien labora en el Departamento de Imagenología del Hospital Docente Mártires del 9 de Abril, de su municipio.
«Desde el año 2012 me gradué de Licenciada en Imagenología, sin embargo, continúo ocupando una plaza de técnico medio, situación que presentan cuatro compañeros más. Nos hemos dirigido al Departamento de Recursos Humanos, pero la Jefa (…) alega que la solución no está en sus manos, que para cobrar la licenciatura debemos ocupar una plaza de licenciado y que no se pueden crear plazas nuevas. Nuestra mayor inquietud es por qué si todos los trabajadores del departamento realizamos el mismo trabajo, unos ocupan plazas de licenciado y otros de técnico medio. (…). ¿Qué tenemos que hacer para que nuestro esfuerzo sea reconocido?...», cuestiona la remitente.
Más allá de los vericuetos legales y administrativos del asunto —que los especialistas han de explicar— la lógica más simple indica que si en un centro cualquiera, el personal se supera —con la cuota de sacrificio y voluntad que esto exige—, no debe crearse una barrera infranqueable que diga: «Imposible crear plazas nuevas». ¿Acaso una decisión como esa no debe ser flexible de acuerdo con la necesidad y disponibilidad de la fuerza laboral? ¿O es que las plantillas son moldes de acero que no se pueden reajustar ni una pulgada?
Aprovechemos las oportunidades. En ese Departamento hay cinco licenciados reclamando una plaza acorde a su calificación. En otros centros, de salud pública y allende las instituciones, hay ejecutivos que darían lo que no tienen por contar con esos licenciados.