Acuse de recibo
«No escampa el aguacero de problemas con las prótesis y soportes. No tiene pies… ni cabeza». Así opiné el pasado 20 de agosto, al revelar el infortunio del capitalino Lázaro Ricardo Calderón, profesor que, luego de 36 cursos escolares, sopesaba con tristeza la posibilidad de jubilarse, a consecuencia de algo tan simple y a la vez inalcanzable como son unos soportes ortopédicos para sus zapatos.
Lázaro Ricardo ya no puede caminar mucho a consecuencia de terribles dolores en los pies. Y el ortopédico le recomendó usar soportes A.L.T. con almohadilla. Pero en Ortopedia Galiano le dijeron que hacía meses no había materiales para soportes. Y en Cuba-RDA lo mismo. El profesor siguió visitando ambas unidades, y recibía la misma respuesta. «Unos soportes me están dando muerte súbita laboral, ¡qué ironía!», manifestaba.
Responde Guillermo Rodríguez, director general del Centro Nacional de Ortopedia Técnica, que la comisión investigadora creada constató «una inadecuada actuación por parte del operario de calzado de Ortoprótesis del Laboratorio de Galiano, quien no revisó la receta ni orientó adecuadamente al paciente, expresándole, sin contar con una información veraz, que no acudiera al Laboratorio Cuba-RDA, pues tampoco había materiales».
Precisa que al operario se le aplicó la suspensión de vínculo laboral por espacio de 30 días naturales sin retribución salarial, «además de reorganizar la actividad con otro personal capacitado que atienda a la población, pues no estaba dentro de sus funciones tener contacto con el público».
Añade que en la receta del paciente se reflejaba Arco Longitudinal con almohadilla para espolón calcáneo, dolencia para la cual no han faltado los materiales. Pero no ha sido así para los soportes de adultos que llevan arcos longitudinales (talla AL3), los cuales se agotaron en marzo pasado.
La situación, dice, se tornó más compleja a partir de que la fábrica Conrado Piña no contó con los moldes para garantizar esa producción. Ello, precisa, revela falta de previsión en la planificación por parte de los directivos del Centro Nacional de Ortopedia Técnica responsabilizados con esa actividad, de manera que se pudiera optar por la importación de esos elementos médicos, ante la imposibilidad de la Conrado Piña de garantizarlos.
Tal situación, señala, conllevó un análisis riguroso, que motivó la liberación de sus cargos de los subdirectores Comercial y Técnico productivo. Y en cuanto a medidas organizativas, refiere, se exploraron posibilidades con el director general de la Empresa de la Goma, y con el nuevo director general de la fábrica Conrado Piña. Así se acordó adelantar la entrega de los elementos pedidos y garantizar la estabilidad de los mismos.
También se celebró una reunión con los trabajadores de los laboratorios de Galiano y Cuba-RDA para analizar esos temas, con el objetivo de que no se repitan. Al mismo tiempo, añade, se le ofreció respuesta con solución a Lázaro Ricardo.
Agradezco la respuesta. Ojalá logren neutralizar tantos problemas con las prótesis y el calzado ortopédicos que se reiteran en esta columna, en un país que, con las señales evidentes de un galopante envejecimiento demográfico, ya debía haber creado las condiciones para salir «con pie derecho», andar y avanzar en estas soluciones.
«Llueve ya sobre mojado, más bien sobre lo no esclarecido, en cuanto a las irregularidades con el yogur de soya que se vende normadamente para el consumo de niños de siete a 13 años», manifestaba aquí este redactor el pasado 26 de junio.
Ese día, y precedida de quejas anteriores desde distintas localidades del país, reflejé la denuncia del capitalino Roberto de la Cruz Díaz, acerca del desabastecimiento del producto en el municipio de Plaza de la Revolución.
Y para agravar la ausencia del producto, se sumaba, según Roberto, la falta de información pública sobre el problema, mientras que, paradójicamente, se vendía yogur de soya liberadamente.
El pasado 15 de septiembre respondió Teresa Mora Marichal, directora de Organización y Sistemas de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía de La Habana, que esa entidad comercializa el producto normado para los niños de siete a 13 años «a partir de las entregas que realiza el proveedor (Complejo Lácteo de La Habana)».
Y, aunque el Complejo Lácteo de La Habana ha respondido a otros medios sobre el deterioro de la Planta, Roberto, y tantas familias afectadas con las irregularidades, merecen también en este espacio una respuesta.