Acuse de recibo
Agua. Tanto, en tan solo una escurridiza palabra. Al punto que cada caso que publicamos parece un océano en sí mismo. Que lo diga si no la matancera Raiza Pérez Álvarez, quien conoce de estas líquidas penurias allá en su casa de Valencia No. 20, entre Prats y Hermanos Galloso, Santa Ana, Limonar.
Contaba Raiza en su misiva —publicada aquí el 24 de septiembre del año pasado— que su consejo popular (Santa Ana-Jesús María) recibe el agua de una turbina cercana a la zona de San Francisco, y en el trayecto desde allí hasta su destino existían alrededor de 50 salideros.
Detallaba la lectora que compañeros de Acueducto Provincial y de Hidrología le habían explicado la imposibilidad de acometer una reparación al respecto por la escasez de recursos. Ella les propuso entonces que la enviaran en pipas, para así derrochar menos, pero surgió la imposibilidad causada por la falta de petróleo.
El asunto había llegado a matices bastante candentes en los últimos tiempos, según la matancera. Se decidió por parte de las autoridades facultadas poner el servicio los viernes por 12 horas para la zona 38, donde reside Raiza, y ni aún así llegaba. Hubo un exceso del gasto energético asignado para el bombeo de la turbina y se eliminó esta opción, evocaba la remitente.
Y se preguntaba la mujer si al final estos problemas no nos ponían como sociedad ante la repetida disyuntiva de gastar más con pequeños parches sistemáticos que asumir reparaciones y alternativas duraderas, costosas en corto plazo, pero a la larga más rentables.
Al respecto contesta Yosvany Rubí Bazail, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Matanzas (EAA Matanzas). Su misiva, fechada el 27 de septiembre de 2013, llegó a nuestra Redacción en diciembre último. Explica Yosvany que la conductora Santa Ana-Jesús María es «una tubería de hierro fundido de 300 milímetros de diámetro, con uniones de juntas de goma, muy deterioradas, donde no admite eficientemente la emplomadura».
La sustitución de esta conductora —argumenta el directivo— está solicitada a la Dirección Provincial de Recursos Hidráulicos (DPRH) desde 2012 y no ha sido aprobada. Por esa razón es necesario acometer el paliativo de reparar los salideros y efectuar obras de mantenimiento frecuentemente. Todo ello a fin de estabilizar el servicio en la medida de las posibilidades, pues son ciertas las cíclicas afectaciones.
En 2013 —refiere— se trabajó en diferentes momentos para atenuar el problema. En febrero se suprimieron 12 salideros; en marzo otros 12; en abril, 18 (uno en acometida); y en julio 30, además de que se sustituyó una válvula.
«Estos trabajos han sido conciliados con la presidenta del Consejo Popular de esta comunidad, Caridad González Medina, la cual está al tanto de todas nuestras acciones en el lugar... Se han realizado con las brigadas de mantenimiento de la unidad empresarial de base (UEB) Unión de Reyes, la sucursal de Limonar y la Brigada Provincial de Reparación de Conductoras de Matanzas».
Añade el ejecutivo matancero que se visitó a la promovente, se le explicó la complejidad de las reparaciones y la solicitud de inversión al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos. Raiza quedó conforme con los argumentos que le brindaron.
El abasto de agua en la zona «quedó estabilizado» desde el 25 de julio, precisa el Director, cuya carta agradezco, aunque en su misiva de septiembre Raiza expuso otra situación. De todas formas, aunque es un asunto que en parte trasciende a las autoridades de la provincia, queda en pie la pregunta que nos hacíamos glosando la carta de la lectora: ¿Qué cuesta más a la larga: cazar uno a uno los huecos en una labor interminable o decidirse a invertir en soluciones duraderas, con su logística de periódico mantenimiento? Si el país intenta reorganizarse y fortalecer su institucionalidad, quizá deba planearse —y actuar— más con pensamiento estratégico y no simplemente con táctica operativa.