Acuse de recibo
Lo alertaban ya desde 2003 los vecinos del edificio sito en calle 12 No. 103, entre 1ra. y 3ra., municipio capitalino de Playa, cuando supieron que, en sus mismas narices, pegado a sus ventanas, la Empresa Mixta Inmobiliaria Azteca instalaría un grupo electrógeno, en el patio del edificio Residencial Albatros que construía. Allí en sus mismas narices, una planta eléctrica.
En todos estos años no han faltado cartas ni reclamaciones de los sufrientes, al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y al MINSAP, porque dicho grupo electrógeno provoca ruido insoportable, vibraciones y emanaciones de gases, que afectan sobre todo a los apartamentos C-1, C-2 y C-3 del edificio de los vecinos. A las habitaciones contiguas, donde duermen y viven personas, no robots.
La carta a esta sección, firmada por Julio Sosa, Adria Luzardo, Sicilia Fernández e Irma Peyrellade, ya es el último intento de una agónica batalla de años; y consigna el continuado desentendimiento con que la administración del Residencial Albatros ha eludido la solución definitiva de un problema que aqueja a la comunidad vecinal. Es que el mundo no termina en las paredes acristaladas de un residencial. Afuera la gente también existe. Y cuenta.
No han bastado multas ni medidas dictadas por la Unidad de Medio Ambiente de la delegación del CITMA en la capital, en el sentido de prohibir el funcionamiento del grupo electrógeno, hasta tanto no se resuelvan los problemas generadores del conflicto. La planta sigue funcionando cada vez que se produce una interrupción del servicio eléctrico.
Los vecinos consideran que el error fue situar la planta en el patio, pegado a sus habitaciones, y siempre han abogado porque Albatros la traslade para el frente del inmueble de la empresa, o a su lado, en el área de parqueo. Así el ruido y las emanaciones se desplazarían hacia el espacio abierto de la calle y sus efectos se minimizarían.
Pero Albatros más de una vez ha argumentado un criterio de estética para mantenerse en sus 13. «¿Vale la estética más que la salud de las personas?», cuestionan los vecinos.
La respuesta de Residencial Albatros fue sustituir el grupo electrógeno por otro, en el mismo sitio, que produce similar ruido insoportable, y mayor contaminación, según los sufrientes.
Ya la tapa al pomo fue que, por todos estos daños, los vecinos demandaron a la Inmobiliaria Azteca ante la Sala de lo Económico del Tribunal Provincial Popular de La Habana, la cual, en su fallo del 21 de agosto de 2011, dictaminó la paralización total de la planta, «hasta tanto no se cumplan las medidas administrativas medioambientales, estudios de impacto ambiental, de ruido y otras, con la consecuente aprobación de las autoridades competentes para el funcionamiento de ese grupo electrógeno».
Precisan los firmantes que, al conocer el dictamen del Tribunal, se dirigieron al gerente de la inmobiliaria, quien les dijo que no había recibido ninguna comunicación oficial hasta ese momento, y por tanto no se daba por enterado, aun cuando fotocopió el documento resultante del Tribunal. Incluso, los demandantes tuvieron que solicitar al Tribunal un requerimiento a fin de que impusieran del fallo al gerente.
«A pesar de que dicho requerimiento ya tuvo lugar, señalan, y de que el gerente y el abogado de la Empresa están impuestos del fallo del Tribunal, la planta sigue funcionando de manera automática cada vez que no hay fluido eléctrico, sin límite de horario: de día o de noche. Y ello constituye una burla a las autoridades y a los vecinos del lugar».
Si asombro causaba el que no se respetaran los dictámenes del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, estupor desata el hecho de que una entidad no solo desconozca el sentir de los vecinos, sino que ignore el fallo del Tribunal.