Acuse de recibo
Eliécer Palma Pupo (Calle 15 No. 1602, San Germán, Holguín) no entiende que le posterguen tanto el pago de la estimulación en divisa por lo que trabajó. Y que dependa de autorizaciones y mediaciones desde arriba, demasiado centralizadas, lo que debía fluir como la vida misma.
El remitente escribe para denunciar, en nombre de los choferes de la Base de Transporte del central Urbano Noris, que aún no han cobrado ese estímulo correspondiente a los meses de marzo, abril y mayo del presente año, por los resultados en la pasada zafra azucarera. Sí no han faltado, según él, las evasivas; «y todos coinciden en querer quitarse el asunto de encima».
Ya hastiado de tanta espera, Eliécer se presentó, en representación de sus compañeros, en el Bufete Colectivo del municipio y allí le recomendaron acudir a Fiscalía Municipal. Lo hizo y le sugirieron que fuera a la Dirección de Trabajo en el territorio. Pero previamente se presentó ante el director de Recursos Humanos de la Empresa Azucarera Urbano Noris, quien le dijo que «la divisa ya estaba solicitada».
El 21 de noviembre, Eliécer fue a la Dirección de Trabajo, y allí el especialista en Organización del Trabajo y los Salarios le informó que había llamado a la Dirección Provincial del Trabajo, y allí habían corroborado que ellos sí tienen derecho a cobrar la estimulación («algo que nosotros sabemos de antemano y por derecho propio», señala él).
El asunto es el cuándo, porque la encargada de la divisa en la Empresa le informó a Eliécer que en junio se solicitó el dinero, y llegó en agosto, pero solo 15 000 de los 24 000 que deben pagarse en Urbano Noris. Y la base de transporte no alcanzó, por lo cual se volvió a solicitar en septiembre.
El pasado 28 de noviembre, cuando me escribió, expresaba Eliécer: «Hoy, a escasos días de comenzar una nueva zafra azucarera, parece que nos esperan más rodeos y explicaciones. Somos 40 trabajadores, y nos deben 833,69 CUC, que queremos cobrar para cubrir nuestras necesidades. Además, es una deuda por un trabajo que ya realizamos».
«Fortalece, y devuelve la salud, el gusto de ver un mérito cubano», dijo José Martí; y muy bien se inscribe ese pensamiento en lo que cuenta Rigoberto Castillo, desde Calle C, No. 3, en el reparto Habana Nueva del municipio capitalino de Guanabacoa.
Refiere que su padre de 86 años visita con frecuencia el Banco de la calle Martí, en la Villa de Pepe Antonio, y siempre sale sumamente complacido. Hasta las llagas en el alma de los maltratos cotidianos, cicatrizan cuando sale de esa sucursal.
Según Rigoberto, su padre habla con especial entusiasmo de las personas que laboran en ese banco, al punto de que los viejitos que cobran allí su jubilación, y los impedidos físicos que acuden a sus servicios, se sienten como transportados.
El padre de Rigoberto asegura que no es de hoy; hace mucho tiempo que son tratados con amabilidad y respeto. Y por eso desea que todo el mundo se entere. Sí, los jubilados de Guanabacoa están muy agradecidos por la cordialidad y la cortesía que proliferan en ese lugar y faltan en otras partes.
Y también Paula Hernández (Calle 8 No. 120, Lavandero, Artemisa) quiere dar fe del buen trabajo que realizan en la sala de Hemodiálisis del Hospital Ciro Redondo de esa ciudad; porque sus padres asisten frecuentemente a la misma.
«Allí se pueden encontrar congregados los valores humanos que tanto demandamos en estos duros y difíciles tiempos, subraya. Uno se contagia con tanto amor, tanta cordialidad: desde los especialistas hasta quienes mantienen la limpieza del lugar.
«Es de admirar —prosigue— la enorme solidaridad entre los familiares de aquellas personas que infelizmente padecen de problemas renales.
«En nombre de mi familia quiero hacer llegar este reconocimiento a ese colectivo, como muestra de un profundo acto de justicia», concluye Paula.