Acuse de recibo
Mientras el Gobierno cubano facilita el trabajo por cuenta propia y llama a crear las condiciones dentro de la ley para que este progrese, hay quien está creando dificultades y obstáculos.
Pedro Alonso (Avenida 45 No. 7816, entre 78 y 80, Marianao, La Habana), quien ostenta una licencia de vendedor ambulante, denuncia aquí que inspectores de ese municipio capitalino están cometiendo abusos de poder.
Cuenta él que el pasado 24 de mayo, cuando caminaba por los alrededores del Hospital Oftalmológico Pando Ferrer, en 76 y 41, se detuvo momentáneamente a vender sus productos. Y en eso llegaron dos inspectoras, que le impusieron una multa de 250 pesos, alegando que estaba parado.
Pedro les argumentó que cómo iba a vender, cobrar y devolver el vuelto, si no se detenía. Y la respuesta fue ¡que tenía que vender, cobrar y dar el vuelto caminando! Sí, aunque parezca increíble. Y más: ¡que el comprador y cliente tenía que ir detrás de él caminando! Ni siquiera detenerse un instante.
La persona que le compraba y otros que estaban en la parada del ómnibus ruta 10, salieron en defensa de Pedro; y las inspectoras —afirma el propio remitente que tiene testigos de ello— «comenzaron a insultar a todos y dijeron que ponían las multas que ellas consideraban». Algo muy feo en quien está investido de autoridad.
Lo más incomprensible de todo es que, cuando Pedro fue a la Dirección Municipal de Trabajo a denunciar el hecho, le dijeron que no tenían personal que atendiera quejas.
«Estoy preocupado porque, si llega el día 24 de junio, tendré que pagar una multa injustificada, que considero abusiva. Necesito que alguien me ayude, y me oriente qué hacer ante este problema que esta ocurriendo en el municipio de Marianao».
Suzel Oliveros (Ángeles 212, apto. 4, entre Corrales y Gloria, La Habana Vieja) tiene licencia de trabajador por cuenta propia para vender granizado de forma ambulante. Y cuenta que se encontraba vendiendo en el Capitolio, cuando una inspectora le puso una multa de 250 pesos, con muy mala forma, por estar comerciando fuera de su municipio.
Refiere la denunciante que tanto a ella, como a Carlos Colás Ortiz, otro compañero de labor debidamente legalizado, a quien multó por 750 pesos, los trató prepotentemente, sin una explicación ni fundamentación.
Tanto Suzel como Carlos no comprenden el por qué de ese asedio, si tienen entendido que esa licencia ambulante les sirve para moverse por toda la ciudad; una ciudad donde la acera de enfrente ya puede ser otro municipio.
A fin de cuentas, qué mal hace un granizadero, a no ser el bien de refrescarle la vida a la gente, cuando otros se la calientan demasiado.
Maritza Leyva (Calle 22 No. 61, Reparto Camilo Cienfuegos, Bayamo) cuenta que el pasado 9 de abril su hermana fue hospitalizada en estado muy delicado, con escasas posibilidades de vida, en el cardiocentro de Santiago de Cuba, para ser intervenida quirúrgicamente de las válvulas mitral y tricúspide.
La operación fue el 20 de abril, y muy exitosa. Maritza quiere felicitar públicamente a los doctores Jorge Carlos Machín, Artemio Ortiz, Moisés, Reynaldo, Jorge Félix, Ahmed y los anestesiólogos, a las maravillosas enfermeras de la Sala de Pediatría, las auxiliares de limpieza, recepcionistas, pantristas y custodios, «todos muy cariñosos y atentos con pacientes y familiares».
A Maritza le impactó cómo los médicos de terapia dan sus partes: «Son entrevistas magistrales; hasta un niño pequeño puede comprender el estado de salud de su familiar. Te lo explican todo. No pierdan esa ternura, que con ella curan, y es lo que esperan los pacientes».
Sí, ternura, atención, colaboración. Sumar y no restar, multiplicar y no dividir; ese es el medicamento que necesita el cubano hoy, en cualquier rincón de la vida.